The Bad Shepherd [El mal pastor]

por Servando González


Nicolás Pérez comienza su artículo “La película ‘The Good Shepherd’” (El Nuevo Herald, 23 de mayo del 2007), mencionando cómo las casualidades y los sucesos inesperados algunas veces superan la ficción. Pero el ejemplo que usa para fudamentar su aserto no es el más adecuado.

Según Pérez:

“En mayo de 1953, en el buque Andrea Gritti, rumbo al puerto de Tuxpán, México, tropezaron dos jóvenes. Uno cubano y el otro ruso. Ambos eran seres taciturnos y silenciosos, y cuentan testigos que estuvieron durante toda la travesía practicando el ajedrez: juego de mudos. Y fue una amistad que duró toda una vida. Uno resultó ser más tarde Nikolai Sergéyevitch Leonov, general y subdirector de la KGB entre 1983 y 1981. El otro, Raúl Castro Ruz, actual jefe del gobierno de Cuba. Y esto no fue una pica en Flandes producto de la mente afiebrada de John le Carré, es un hecho histórico.”

Sin embargo, la verdad, como tantos “hechos históricos” que aparecen en los libros de texto, es un poco diferente.

Los militares tienen el dicho de que “la primera vez es una coincidencia, la segunda una casualidad, y la tercera una acción del enemigo.” Por el contrario, los oficiales de inteligencia no creen en las coincidencias, y consideran que la primera vez ya es una acción del enemigo. El caso que narra Pérez es una prueba más de que rara vez se equivocan.

Nikolai Leonov era un joven y ambicioso oficial de la KGB que hablaba el español flúidamente. Pero el hecho de que fuese especialmente seleccionado para reclutar a Raúl Castro no se debió a sus habilidades lingüísticas. La especialidad de Leonov consistía en reclutar homosexuales, y había sido rigurosamente entrenado en esas artes an las escuelas que la KGB había creado para esos fines. De modo que lo más probable haya sido que durante la travesía los dos jóvenes hayan estado practicando un deporte mudo que no era precisamente el ajedrez.

Raúl viajaba de regreso a México, país que había usado como puente para encubrir su visita a Praga a una reunión mundial de estudiantes controlada por el Comintern. En Praga pronto llamó la atención de los buscadores de talento de la KGB, quienes poco después se percataron de sus proclividades sexuales. Esto explica la causa de la primera “casualidad”, y también de la segunda, cuando, hallándose de nuevo en México donde se entrenaba para el desembarco del Granma, Raúl se vovió a topar “casualmente” con Leonov en una concurrida calle de la Ciudad de México -- que ya en ese momento era una metrópoli de más de 12 millones de habitantes. Después de un efusivo abrazo, los dos reanudaron su profunda amistad.

Cuentan algunos testigos presenciales que, poco después, Fidel montó en cólera cuando se enteró de que su hermanito estaba jugando a los escondidos con el rusito. Al parecer esto no estaba entre sus planes (ni los de la CIA).

En su análisis de “The Good Shepherd”, Pérez comete otros errores, como el de confundir al Director de contrainteligencia de la CIA James Jesus Angleton (apodado “madre” no por los rusos, como dice erróneamente la película, sino por sus propios compañeros de la CIA), con Richard Bissell. Pero Pérez no es el único que comete errores. La película The Good Shepperd, aparte de ser un bodrio soporífico insoportable, también comete errores imperdonables y tergiversa los hechos maliciosamente. En esto Pérez acierta al decir que The Good Shepherd es una película tramposa.

Pero en lo que sí Pérez da en el clavo, y en esto coincido con él totalmente, es cuando expresa que:

“Un acierto del anticastrismo fue simpatizar con las ideas norteamericanas de democracia y libertad. Y un error craso, obedecer la primera orden dada por un agente de la CIA. Mezclar la garra impresentable de Washington con la libertad de Cuba fue una inevitable equivocación a fondo perdido. La CIA desde el primer momento no hizo nada más que dividirnos para evitar que nadie se alzara con la suerte de la lucha y poder ellos manejar el fiel de la balanza. Nos dieron las armas y la parafernalia exacta para producir acciones desestabilizadoras, pero no para lograr una victoria militar. Lo justo para alimentar las cárceles y el paredón de fusilamiento. Fui testigo de excepción, como delegado del Directorio Revolucionario Estudiantil a principios de 1962, a una reunión de unidad de todos los sectores, de un grosero intento de la CIA para controlar la clandestinidad. Lo mismo hizo con el Escambray y el exilio.”

A lo anterior podría agregar que, para expresarlo correctamente, donde Pérez dice “la CIA” yo hubiese escrito, “quienes controlan la CIA”, pero esta es una conclusión que, aunque la sospechaba, no llegué llegué hasta hace relativamente poco tiempo. Ya hablaré de eso más adelante.

Añadiría además que nada de eso lo hicieron por estupidez o errores de cálculo, sino partiendo de un minuciosos plan cuyo objetivo era consolidar y mantener en el poder al tirano, a quien previamente le habían allanado el camino para que tomara el poder en Cuba. Y no hay duda de que lo lograron con creces. Eliminar la oposición interna en las ciudades y las montañas, y neutralizar la oposición armada del exilio, fue tan sólo el paso inicial de ese largo proceso de traición.

Sobre los errores de los anticastristas en el exilio yo personalmente ya he escrito mucho, y no quiero echar más sal sobre la llaga de aquellos a quienes respeto y admiro. Lo imperdonable no es que hayan cometido errores, pues todos los hemos cometido. Lo imperdonable es que, después de experimentar traición y más traición por más de medio siglo, todavía algunos anticastristas verdaderos (y es muy importante hacer la distinción entre los verdaderos y los falsos) se nieguen a aceptar la ineludible verdad.

Al final de su artículo Pérez cita un diálogo entre Angleton (Matt Damon) y uno de los gángsters de quienes se ha valido la CIA para llevar a cabo algunas de sus actividades delictivas. Al darse cuenta de la falta total de principios que caracteriza a algunos de los oficiales de inteligencia de la CIA, el gángster le pregunta:

Nosotros los italianos tenemos a nuestra familia y la Iglesia. Los irlandeses tienen su patria. Los judíos, su tradición. Hasta los negros tienen su música. ¿Ustedes qué tienen?

Hay un largo silencio.

--A los Estados Unidos de América --le responde el agente de la CIA--. El resto de ustedes está aquí solo de visita.

El diálogo evidencia que hasta los mafiosos son más patriotas que los agentes de la CIA. Pero, puesto en boca de James Jesus Angleton, es tal vez la mentira más descarada de la película.

Es cierto que la mayor parte del personal de la CIA, incluidos los oficiales de inteligencia, son honestos cuando creen que con sus acciones delictivas en violación de la Constitución contribuyen al bienestar de su patria. Pero Angleton, tanto por deformación profesional –- no hay que olvidar que por muchos años fue el Director de contrainteligencia de la CIA –, como por sus relaciones personales con los verdaderos amos, nunca formó parte de ese grupo de ingenuos.

Como amigo personal de Allen Dulles, a quien conocía desde sus años de servicio en la OSS durante la Segunda Guerra Mundial, Angleton las sabía todas. Particularmente sabía que, lejos de ser una agencia al servicio de los intereses del pueblo norteamericano, la CIA, desde su creación en 1947, siempre ha estado al servicio de los intereses de los banqueros de Wall Street y de los magnates petroleros cuyo centro de operaciones es el Consejo de Relaciones Exteriores.

Pero hay algo, que tal vez sea lo más revelador de la película The Good Shepherd, a lo que Pérez o no le dio importancia u olvidó mencionar.

En uno de los muchos flash backs, la película muestra al protagonista como un joven estudiante de la universidad de Yale que es reclutado por la sociedad secreta Skull & Bones, que siempre ha sido una cantera de cuadros para la CIA. Luego aparecen escenas de la iniciación, en las que se muestran actos que bordean, si no directamente con el homosexualismo, al menos con el homoeroticismo. ¿Será esta una de las razones por la que los hermanos Castro siempre han tenido tantos admiradores secretos en las filas de la CIA?

Buen tema de investigación y estudio para futuros historiadores.


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En “Kiss Your CIA Good Bye”, un próximo programa de TruthLies, la serie de documentales que estoy escribiendo, describiré con lujo de detalles la creación de la CIA, quienes la crearon y por qué, así como por qué está ahora en proceso de extinción. Quienes deseen tener un adelanto sobre el tema pueden leer mi artículo “A CIA Cock and Bull Story” en este sitio web.


Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

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