Honrar a un tirano deshonra

por Servando Gonzalez


En su artículo, "El comienzo de un fin", aparecido en la revista Foreign Affairs, órgano oficial del Consejo de Relaciones Exteriores (Council on Foreign Relations, CFR), en Español, Octubre-Diciembre 2006, Jorge I. Domínguez, profesor de la Universidad de Harvard, afirma, sin un asomo de vergüenza, que:

"Honrar honra: frase noble de José Martí que ingresó al vocabulario cultural cubano hace más de un siglo. Honremos, pues, a Fidel Castro mientras observamos el sol poniente de su vida, no sólo quienes lo apoyaron, sino también quien, como yo, no lo hicimos. Él fue el transformador de un pueblo en una nación; quien modernizó decisivamente esa sociedad; quien mejor entendió que los cubanos querían "ser gente," no sólo apéndices de Estados Unidos. Fue él quien comprendió que ese pueblo hipocondríaco requería más médicos y enfermeros por centímetro cuadrado que cualquier otro en la faz de la tierra. Fue él el arquitecto de una política de inversión en capital humano, que convierte a los niños cubanos en los campeones olímpicos de la educación latinoamericana y que, por tanto, permite vislumbrar un mejor futuro para Cuba. Fue el diseñador de una política que permite a los cubanos de todas las características raciales tener acceso a la salud pública, a la educación, a la dignidad que le corresponde a todo ser humano, al derecho a pensar que yo, mis hijos, y mis nietos, cualquiera que sea el color de la tez, merecemos el respeto y las mismas oportunidades que los demás. No fue él quien inventó que las mujeres tenían derechos igualitarios en la sociedad, pero sí un promotor de la igualdad de género en el desempeño ciudadano.”

Contrariamente a lo que afirma Domínguez, el loco asesino transformó una vibrante nación que en 1959 tenía una economía floreciente, entre las primeras de América y del mundo, en un desastre económico, político y social, muy por debajo del modelo haitiano. Si modernizar una nación que no se diferenciaba de los estados sureños de los E.U. en una que no se diferencia mucho de Haití es ejemplo de modernización, me parece que el concepto de “modernizar” que tiene Domínguez en mente no se parece al que aparece en los diccionarios.

Castro no “entendió” el orgullo patrio de los cubanos, quienes por sobradas razones no querían ser apéndices de los Estados Unidos ni de ningún otro país, sino que lo usó como instrumento para llevar a cabo los objetivos secretos de sus amos del CFR: convertirlo en el país más sometido ideológicamente a los E.U.

En realidad, en el momento en que Castro se apropió de Cuba, el país se hallaba cercano a dar el salto económico que lo liberaría casi totalmente de la dependencia económica de los E.U. Por el contrario, después de casi medio siglo de tiranía castrista, en Cuba el dólar es rey, la mayoría de la población subsiste gracias a las remesas de dólares que le envían sus familiares en el extranjero, y la admiración indiscrimada de los cubanos en la isla por todo lo que sea norteamericano ha llegado a extremos nunca superados en la historia de Cuba.

Cuba nunca fue un pueblo de emigrantes, sino de inmigrantes. Estos inmigrantes, provenientes de España, China, el Líbano, Japón, Europa, y, por supuesto, de los E.U., iban a esa isla maravillosa a probar fortuna, y muchos se quedaban en ella para siempre, cautivados por su clima, sus paisajes, sus oportunidades económicas, y, sobre todo, por su pueblo hospitalario y acogedor. Por el contrario, desde que el loco asesino se apropió del poder en 1959, los cubanos no han cesado de escapar (la emigración legal es prácticamente imposible) a todos los países del mundo.

Contrariamente a los que dice Domínguez, el pueblo cubano nunca fue “hipocondríaco”, y los servicio médicos antes de 1959 eran adecuados, y superiores a los de muchos países de América Latina. No sólo eso, sino que los médicos y otros profesionales de la medicina vivían holgadamente de lo que ganaban practicando su profesión. En la Cuba actual no se diferencian mucho de otros trabajadores explotados por el estado totalitario castrista, que sólo otorga a los trabajadores las migajas de la mesa de los nuevos ricos de la nomenklatura castrista.

Domínguez afirma que todos los cubanos, independientemente del color de su pellejo, tienen los mismos derechos. Aparte de que el estado de apartheid existente en la Cuba castrista niega esta estúpida afirmación, Domínguez muestra su ideología “progresista” y liberal común en los E.U., en la que la diversidad se mide sólo por el color de la piel. Como todos los fascistoliberales norteamericanos, Domínguez y sus amigos del CFR aceptan a las personas de diferentes razas y colores . . . siempre que piensen exactamente como éllos.

Al parecer, el sabichoso profesor de Harvard no conoce mucho la historia de Cuba, e ignora que, antes de que el loco asesino tomara le poder, Cuba era uno de los países más socialmente avanzados del mundo, en el que el racismo institucional era prácticamente inexistente -- basta recordar que Fulgencio Batista, el dictador que los conspiradores del CFR habían puesto en el poder, y que luego derribaron para que el tirano Castro ocupara su lugar, era carniprieto.

Probablemente Domínguez también ignora que una de las fechas patrias más importantes de Cuba, el 7 de diciembre, conmemora el día de la muerte del Mayor General Antonio Maceo. También ignora que una de las mujeres más importantes en la historia de Cuba es Mariana Grajales, la cual envió sus hijos a luchar contra el imperio español, entre ellos los generales Antonio y José Maceo. Los Maceo eran negros, descendientes de esclavos, y no se ganaron sus méritos exibiendo el color de su pellejo, como les agrada a los miembros del CFR, sino empuñando el machete.

Por supuesto que el loco asesino no fue quien inventó que las mujeres cubanas tenían derechos igualitarios en la sociedad. Esto se había logrado en Cuba mucho tiempo antes. Pero sí ha sido un promotor de la desigualdad del género en el desempeño ciudadano. Un vistazo a los miembros de la nomenklatura evidencia una ausencia casi total de mujeres en la cúspide del poder castrista.

Sin embargo, el profesor tan conocedor de la Cuba castrista olvidó mencionar los verdaderos logros de la involución castrista: el loco asesino ha condenado a muerte a más personas que todos los gobiernos anteriores. Las cárceles se han multiplicado. Los homosexuales se internaron en campos de concentración, y los enfermos de SIDA se capturan en las calles como perros rabiosos y se internan en “sanatorios”.

A estos logros se añaden el apartheid económico y racial, por el que los cubanos sin dólares o de piel oscura no pueden alquilar habitaciones en los hoteles, ni bañarse en las playas, ni comer en los restaurantes, ni cmprar en las tiendas. También olvidó que la prensa está totalmente controlada, la disidencia es perseguida, y la internet está prohibida.

Por supuesto, fiel a la línea partidaria del CFR, el profesor Domínguez ve la Cuba de Castro como la octava maravilla del mundo, el modelo que todos los países deben seguir -- inclusive la próxima Unión Americana, esa aberración que los conspiradores del CFR traman en secreto a espaldas de los pueblos canadiense, norteamericano, y mexicano.

Domínguez es miembro del CFR, a la que califico como una de las organizaciones más corruptas del planeta, donde se aglutina lo más reaccionario de la derecha socialista fascistoide y lo más reaccionario de la izquierda socialista comunistoide. Una simple lectura de la historia de los E.U. a partir de la Segunda Guerra Mundial, revela que, detrás de cada acto de traición a los pueblos norteamericano, cubano, mexicano, y a casi todos los del mundo, se hallan uno o más miembros del CFR. El artículo de Domínguez, y otro de Julia Sweig titulado "Fidel's Last Victory", que acaba de ser publicado en Foreign Affairs, son parte de una operación de guerra psicológica orquestada por los conspiradores del Consejo de Relaciones Exteriores para mantener el Castrismo en Cuba después de la muerte del tirano.

La lectura de ambos artículos nos da una idea bastante acertada de los valores éticos y morales sustentados por ambos autores y de sus ideas sobre igualdad de derechos, libertad de expresión, y otros valores relacionados con una sociedad democrática. La visión del mundo de ambos autores no constituye la excepción, sino la regla, de la mentalidad que prevalece entre el tipo de individuos oportunistas que son atraídos al CFR como moscas a la miel.


------

Servando Gonzalez es el autor de: Historia herética de la revolución fidelista, The Secret Fidel Castro: Deconstructing the Symbol, The Nuclear Deception: Nikita Khrushchev and the Cuban Missile Crisis, y La madre de todas las conspiraciones: una novela de ideas subversivas. Reside en California.



Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org