EL AGUA DE CLAVELITO por Servando González Si un reciente descubrimiento científico resulta ser cierto, tal vez el más notable científico cubano no sea Felipe Poey o Carlos Finlay, sino un guajiro cantador de décimas: Miguel Alfonso Pozo, Clavelito. A mediados de la década de los cincuenta, Clavelito dio un inesperado giro a su carrera musical. Según él, inspirado en una carta que recibiera de una radioescucha, Clavelito comenzó a introducir elementos místicos en sus décimas, sugiriendo que éstas tenían poderes curativos. La más conocida decía así:
Pon tu pensamiento en mí Y el cantautor devenido en guru tropical aconsejaba a los creyentes poner un vaso de agua sobre el radiorreceptor, concentrar su pensamiento en el agua y, a través de esta, beneficiarse con los poderes curativos de su pensamiento. Bueno, pues, por disparatado que parezca, Clavelito intuyó lo que ahora parece ser un hecho científico: los extraordinarios poderes del agua. Después de realizar cientos de experimentos, científicos en diferentes partes del mundo han llegado a la conclusión de que el agua no sólo tiene memoria, y recuerda todo lo que se habla a su alrededor, sino que también puede captar nuestros pensamientos telepáticamente. Véase, por ejemplo: http://english.pravda.ru/science/19/94/377/16739_water.html Estos científicos auguran que en un futuro no muy lejano la memoria de las computadoras no será se silicón, sino de agua, y que podremos comunicarnos con ellas telepáticamente. Para mí, que nunca he podido pasar de una pocas palabras por minuto en el teclado de mi Macintosh, esto significaría un extraordinario aumento de productividad. Pero, pensándolo bien, las extrañas facultades del agua ya habían sido notadas antes de que las descubriera Clavelito. En muchas casas cubanas era cosa común hallar un vaso de agua en un anaquel sobre la puerta de entrada. Su función era servir de filtro que captara y neutralizara los malos pensamientos de quienes la visitaran. Además, en esas casa casi siempre había un pequeño altar, dedicado a alguna deidad africana metamorfoseada en santo católico, en el que se ofrendaba, entre otras cosas, un vaso de agua. ¿Y qué decir del famoso cubo de agua que la mayoría de los cubanos lanzamos con ímpetu a la calle a las 12 de la noche del 31 de diciembre? ¿Y quién ignora que el agua bendita siempre ha sido una de las principales armas que los católicos usan para espantar los malos espíritus, y es aún usada por los sacerdotes que se especializan en la práctica del exorcismo? Por cierto, que hace algunos años, mucho antes de que leyera los artículos que cito anteriormente, me puse a pensar que tal vez los cubanos de la Isla siempre han tenido a mano una vía simple, rápida, segura y eficiente, de deshacerse del demoníaco loco asesino que los desgobierna. Consiste en ir a la iglesia, tomar en un pomito un poco de agua bendita, y regarla en las calles por las que suele transitar el tirano. Les garantizo que se sorprenderían con el resultado.
|