Mentiras, corrupción, muerte . . . y tal vez traición.

Memorias de un soldado cubano. Vida y muerte de la Revolución, por Dariel Alarcón Ramírez, "Benigno". Barcelona: Tusquets Editores, 1997. 354 páginas. Edición e introducción de Elizabeth Burgos


Por Servando González

Fidel Castro posee la característica extraordinaria de haber logrado engañar a propios y extraños por igual. (No digo a amigos y enemigos, porque Castro es un hombre que ha demostrado no tener amigos.) Cuando algunos de sus más cercanos colaboradores, como Haydée Santamaría y en cierta forma el Ché Guevara, no pudieron ignorar más lo que era evidente, optaron por diversas formas de suicidio. Otros con menos dignidad personal, como Ifigenio Ameijeiras, prefirieron callar y morir un día lejano bebiendo ron y no a manos de un pelotón de fusilamiento fidelista. Benigno optó por el exilio, y gracias a ello podemos conocer su visión muy personal de cómo fueron realmente las cosas.

Tal como él mismo lo cuenta en su historia, Benigno era un guajirito analfabeto que, casi sin proponérselo, se vio involucrado con la guerrilla de Castro en la Sierra Maestra. Una vez en la guerrilla se convirtió en el protejido del comandante Camilo Cienfuegos. Debido a su valentía en combate, al triunfo de la lucha contra Batista en enero de 1959 Benigno lucía orgulloso los grados de capitán del Ejéricito Rebelde. Tras la misteriosa desaparición de Camilo Cienfuegos en octubre de 1959, Benigno halló un nuevo protector en el Ché Guevara. Unos años después fue seleccionado entre los hombres que acompañarían al Ché en su desafortunada aventura africana.

Un detalle interesante que muestra la honradez intelectual de Benigno es que, a pesar del extremo respeto y admiración que aún sientía por el Ché en la época en que escribió su libro, no deja de informarnos sobre aspectos nada envidiables del carácter de Guevara. En varias ocasiones Benigno nos muestra a un Ché irascible, arrogante, cruel y deshumanizado; un Ché de carne y hueso muy alejado de la imagen del Ché de la propaganda oficial. El Ché del mito, personificado en la imagen del "guerrillero heroico" que sin proponérselo inmortalizó Alberto Korda, está tan alejado de la verdad como lo están las memorias de Rigoberta Menchú. No es una coincidencia que ambos, Rigoberta y el Ché, sean el producto de esa fábrica de mitos izquierdistas que es la Universidad de California en Berkeley.

Por su parte, el Ché supo apreciar las habilidades natas de combatiente de Benigno, y lo seleccionó para incorporarlo a su proyecto de crear "dos, tres, muchos Vietnams" en latinoamérica, empezando por Bolivia. El resto de la pseudo-historia Guevariana (o el mito) es de todos conocida, por lo que no voy a relatarla aquí de nuevo, pero lo interesante del libro de Benigno es que muestra, en un lenguaje directo y sin ningún tipo de embellecimiento, aspectos hasta ahora ignorados de la cara oculta de Fidel Castro.

Benigno nos cuenta cómo la aventura Boliviana fue mal planeada y mal ejecutada, tal vez porque el Ché quería imponer dogmáticamente las teorías expuestas en su famoso libro La guerra de guerrillas. (Hace algún tiempo alguien me aseguró en Cuba que el libro no era sino un plagio literal de un manual de contrainsurgencia del ejército norteamericano que el Ché había hallado por casualidad al ocupar en 1959 la fortaleza de La Cabaña en La Habana. De ser esto cierto su libro sería una especie de ouroboros literario, lo que en el léxico de inteligencia y espionaje se conoce como blowback.) Como era de esperarse, los campesinos bolivianos, que no habían leído el famoso libro, desconfiaban de los extranjeros que habían venido a "liberarlos" y no sólo no los ayudaban sino que constantemente los denunciaban a las autoridades. Otro aspecto que conspiró en contra de la guerrilla fue que el pro-soviético partido comunista boliviano y su secretario general, Mario Monje, no le prestaron al Ché la ayuda prometida. La actitud de Monje tal vez se explique debido a que los soviéticos, que no le tenían buena voluntad al Ché debido a sus inclinaciones maoístas y trostkistas, no querían ver surgir otro loco fuera de control en latinoamérica. Con Fidel Castro les bastaba y les sobraba.

Pero lo que más le molestó a Benigno fue que, a pesar de todas las promesas de apoyo logístico, a las pocas semanas de estar el Ché en Bolivia se hizo evidente que Fidel Castro les había dado las espaldas. Más adelante Benigno nos cuenta un detalle, que descubrió muchos años después, que indica que la actitud de Monje tal vez tuviese raíces más profundas. Poco tiempo después de que el Ché y su gente partieran hacia Bolivia, Monje visitó Cuba en secreto, y se entrevistó con Fidel. No se sabe de qué trataron, pero el hecho de que la entrevista tuvo lugar se mantuvo oculto del Ché. Benigno considera que Fidel, en su afán de mejorar sus deterioradas relaciones con los soviéticos, usó a Monje como instrumento para hacer fracasar la guerrilla boliviana.

Poco después de la captura y muerte del Ché, Benigno y un pequeño grupo de guerrilleros logran burlar el cerco del ejército y, tras una odisea que lo lleva por múltiples países, regresan a Cuba. Allí son recibidos como héroes aunque, para su sorpresa, Benigno cree percibir que el frenesí Chesiano es más para consumo externo que real. En una ocasión en que se topa con Fidel, Benigno le cuestiona en su cara el por qué no le prestó la ayuda debida a la guerrilla. Fidel le cambia la conversación sin contestarle la pregunta.

Una vez que se recupera de sus heridas a Benigno se le encomienda la importante misión de entrenar guerrilleros latinoamericanos en bases secretas en Cuba. En su libro Benigno nos cuenta cómo los guerrilleros que entrenaba no eran usados efectivamente, y se les abandonaba en el limbo cubano, donde muchos acababan por perder su entrenamiento, enamorarse y finalmente casarse con cubanas. Esto explica el por qué la mayor parte de los guerrilleros entrenados en Cuba nunca llegaron a usar sus conocimientos en combate.

Casi toda la parte del libro que se refiere a los últimos veinte años de la Cuba de Castro está salpicada de anécdotas sobre la total corrupción imperante en las altas esferas de la nomenklatura fidelista. Leyendo estas anécdotas uno siente que Benigno está asqueado por la corrupción imperante, y hace todo lo posible por evitar caer en la tentación. Al adentrarse en el libro uno percibe que los problemas de Benigno tal vez se deban a que, a pesar de haber vivido día a día en medio de la podredumbre y corrupción fidelista, ha logrado conservar su candidez y honradez personal-cualidades al parecer no deseables en la Cuba de Fidel Castro. Benigno se empeña en hacer las cosas bien, pero tal parece como si alguien en Cuba estuviese empeñado en que todo salga mal. Pero, a pesar de todo lo que vé, Benigno aún sigue siendo un fiel seguidor de Fidel Castro pues, tal como él mismo expresa muchas veces, era como si hubiese tenido todos esos años una venda sobre los ojos. Lo que finalmente le quita la venda a Benigno es la actitud de Fidel Castro hacia Caamaño.

El coronel Francisco Caamaño Deñó, militar de carrera dominicano, fue quien encabezó la revuelta popular que derrocó el gobierno militar que había usurpado el poder de manos del gobierno democrático del presidente Juan Bosch. La revuelta trajo como consecuencia la invasión norteamericana a Santo Domingo, luego de la cual Caamaño fue enviado de agregado militar a Inglaterra, como pretexto para mantenerlo alejado de la política dominicana. Pero Caamaño deseaba una verdadera revolución para su país y, tras cometer el error de prestar atención a los cantos de sirena fidelistas, aceptó la propuesta de entrenarse en Cuba para la próxima invasión de su país.

A Benigno se le asigna la tarea de entrenar a Caamaño y a su gente, y parece que surgió una verdadera amistad entre los dos. El proceso de destrucción fideliana de las guerrillas se repitió de nuevo en el caso de Caamaño, con el resultado de que, una vez en Santo Domingo, la guerrilla de Caamaño fue destruida en menos de un mes, y el propio Caamaño murió en el intento.

En varias ocasiones, Caamaño se sintió tan engañado que le comentó: "Benigno, Fidel es un mentiroso, Fidel me está engañando." Benigno nos cuenta como en ese momento las palabras de Caamaño le dolieron y lo ofendieron. Sin embargo, ahora, depués de muchos años y mucho pensar en cómo fueron realmente los hechos, Benigno parece haber llegado a la misma conclusión que Caamaño. Pero Benigno va aún más lejos. Según él, Cuba [léase Fidel Castro], "fomentó la división en el interior de los grupos, al punto de desbaratar todas las organizaciones y así, de hecho, servir los propósitos de los mismos Estados Unidos." Y, una páginas más adelante agrega, "Verdaderamente Cuba realizó contra ellos, en su propio territorio, un trabajo que más bien le correspondía haberlo hecho a la CIA." Benigno hasta llega a decir que Cuba es más culpable de la caída de Allende que los propios Estados Unidos.

Como presidente honorario del selecto club de los que tenemos grandes sospechas sobre la actuación y las verdaderas intenciones de Fidel Castro, le doy la más cordial bienvenida al compañero Benigno. Si las sospechas de Benigno y de los que pensamos como él resultan ser ciertas, habrá que reescribir toda la historia de la revolución fidelista, incluyendo la huída de Batista, la invasión de la Bahía de Cochinos, la crisis de los cohetes de 1962, la guerra de Angola, la invasión de Granada, y mucho más. El resultado de esta reevaluación de seguro será más interesante que una novela de espionaje de John le Carré. Como siempre, la realidad supera a la ficción.

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Servando González es el autor de Historia herética de la revolución fidelista. Quienes deseen abundar sobre el tema de las sospechas acerca de Fidel Castro pueden leer su "Fidel Castro Supermole" en la Internet en http://www.livelinks.com/sumeria/politics/supermol.html.


FIN


Servando Gonzalez

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