NO SE DEBE PERDER LA PERSPECTIVA
por Ralph Rewes
El que pierde la perspectiva de las cosas termina convirtiéndose en un
mentecato. No ceso de asombrarme cuando oigo a algún cubano decirme cosas que
son ideológicamente acomodaticias, porque han perdido la perspectiva de los
hechos.
¿Qué quiero decir yo con «perder la perspectiva»? Eso. Perder la visión hacia lo
más lejano y no ver más allá de lo superficial.
Varios conocidos míos me han elogiado la acción del notorio juez Garzón con
respecto a su acción contra Augusto Pinochet. Lo ponderan como el pionero de
nuevas leyes que servirán en el futuro para arrebatarle la inmunidad, y quitarle
impunidad a los dictadores y criminales de delitos contra los derechos humanos.
Todo eso está muy bien. Pero esta gente que concuerdan con los que piensan así
han perdido la perspectiva de las cosas.
Las posteriores reacciones en contra de, Castro, por ejemplo, no fueron
consecuencia del sentido de justicia de este juez parcial. No, señor. Lo que
pasó en este caso fue que a los criptocomunistas, socialistoides y otras
alimañas políticas LES SALIÓ EL TIRO POR LA CULATA.
La primera persona que se dio cuenta del peligro que le representaba la actitud
quijotesca de Garzón fue, clara está, Fidel Castro. En su afán de vengarse del
hombre que les arrebató el poder en Chile, los comunistas, no se dieron cuenta
de la brecha que estaban abriendo para su adorado sádico. Fidel se la llevó en
seguida, y desde entonces ha estado maniobrando para que se aplaque la
propaganda sobre esto.
¿Qué por qué no es honesto ni sincero ni justo es juez «postalita»? Porque, por
ejemplo, sencillamente no tuvo el coraje de hacer lo mismo contra las
atrocidades de regímenes comunista. ¿O ya se olvidó este buen señor del
genocidio camboyano con más de tres millones de víctimas ante los ojos
hipócritas de los vergonzantes líderes occidentales?
Ah, me dicen, es que en Chile «asesinaron» a ciudadanos españoles. ¿Y qué
hicieron los comunistas en España sin ir más lejos? Y por ahí se pasea Carrillo,
secretario del Partido Comunista, cargando cientos de muertos en sus hombres.
Pero Garzón no ve eso. En el bosque parece no ver los árboles. Y por otra parte
¿qué estaba haciendo esos «infelices» españoles en Chile, sino sirviendo los
espurios intereses extranjeros de la organización política más perversa e
internacionalizada que el cerebro humano haya parido? No estaban ciertamente
cantando tunas.
Y ¿qué ha hecho la justicia con la vida frustradas de tantos niños que se
llevaron para la pútrida Unión Soviética? ¿Y qué pasó con el oro español robado
al pueblo por los comunistas. Y no hay más que decir, porque la lista sería
enorme como la Enciclopedia Espasa. Pero es más cuqui salir en contra de un
hombre viejo y atrapado por la perfidica de la vieja Albión, Sabina traidora que
apuñaló por la espalda a su aliado favorito en América Latina. También le
servirá a Chile de lección y no ponerse del lado de los imperios y en contra de
sus vecinos.
A no perder la perspectivas, por favor.
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