Todo Por El NiñoLuis Pérez Espinós, pedágogo y político, había llegado al cargo de Ministro de Educación de Cuba a golpes de perseverancia ,militando en las filas del Autenticismo y por el reconocimiento general de su talento personal. Sus libros llegaron a estar de texto en las escuelas primarias de la República. Su simpatía y dinamismo le ganaban multipartidistas voluntades. Año: 1944. Es otoño en el calendario --- Octubre de 1944 --- pero al calor acostumbrado de La Habana, en sus calles, se le añade el desbordamiento de entusiamos de un pueblo que vive la luna de miel de lo que Chibás llamó " la jornada gloriosa del primero de Junio", es decir, el triunfo electoral, en ese año, de Grau para la presidencia de la República frente a la candidatura del Dr. Carlos Saladrigas que representaba en ese campaña la continuidad política y administrativa del cuatrenio en turno del entonces coronel Fulgencio Batista y Zaldivar. La consustancial candidez de la burguesía criolla espera que brote, como por encanto, de una de los célebres pollitos del viejo la regeneración de todo un pueblo. Milagros dialéctico aún no realizado en la historia de pueblo alguno. De súbito, del Ministerio de Educación surge una agradabilí sima consigna: ¡TODO POR EL NINO! El popular Ministro de Educación lleva a cabo recorridos triunfales a lo largo y a lo ancho de la isla y por doquier surge, espontanea pero poderosa, la sugerente consigna que le precede: ¡TODO POR EL NINO! En el aula, en el cine, en la esquina de cualquier pueblo de la isla, en el camino real, en la vereda, en la valla de gallos, en las salas de recitales, en las oficinas públicas, en las guaguas, en los tranvías; aquí y acullá: ¡TODO POR EL NINO! Sin embargo, la gente no ha advertido un casi clandestino cartel electoral que se muestra por ahi no menos sugerente: ¡PEREZ ESPINOS PRESIDENTE! Así las cosas, inesperadamente el doctor Pérez Espinos deja de ser Ministro de Educación. Es que en Palacio lo han "siquitrillado", para usar un vocablo que habría de ponerse de moda en el argot político tres lustros después. En medio de esta desagradable situación un excelente amigo del doctor Pérez Espinós, a la sazón maestro de la Escuela de Artes y Oficios de La Habana, logra instalarse en el despacho del Presidente de la República y he aquí como narra ese amigo su conversación con Grau:
FIN Ricardo Linares
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