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EL ORIGEN DE LA REVOLUCIÓN CUBANA
Por Ricardo Linares
La Revolución Cubana, que aún no ha cerrado su ciclo, se tornó impetuosa el 30
de Septiembre de 1930. La muerte del estudiante Rafael Trejo fue como un maremoto
que hizo subir la marea de la protesta estudiantil contra el gobierno del presidente
Machado, pero el ascenso revolucionario, en Cuba, es anterior. Hurguemos.
A fines de 1922 el doctor José Arce, Rector de la Universidad de Buenos
Aires se dirigió a los estudiantes de la Universidad de La Habana, hablándoles
de la intervención que tenían los estudiantes de su país en la administración de
las universidades argentinas, principalmente en la de Córdoba. Esa conferencia del
doctor Arce reforzó la actividad estudiantil del primer centro docente de la República,
surgiendo el movimiento a favor del co-gobierno, posteriormente acogido por el
decreto 1225, publicado en la Garceta Oficial del día 23 de Agosto de 1923 y
mediante el cual el Presidente Zayas creó la Asamblea Universitaria, intregada por
profesores, alumnos y graduados.
Ya en 1921 los estudiantes se habían mostrado enérgicos al oponerse al
intento del claustro universitario de nombrar al embajador norteamericano Enoch
Crowder Doctor Honoris Causa. America se estremecía a virtud de la influencia que,
en el campo de las ideas políticas, sociales y económicas ejercían los fenómenos de
la vida europea, puesta en grave crisis por la primera guerra mundial. Junto a la
revisión de los principios fundamentales del liberalismo manchesteriano y a las
transacciones intervencionistas que comenzaban a abrirse paso para imponer soluciones
económicas más justas en favor de las masas, las ideas generales de libertad
política, opuestas al prusianismo conquistador, fueron exportadas hacia America
por millares de canales de propoganda. Otros canales trajeron las ideas bolcheviques
que hicieron de Rusia una hoguera gigantesca. Años atrás, destacados anarquistas
españoles habían dado comienzo a una rudimentaria organización sindical entre
los obreros cubanos.
Había sonado la hora del primer congreso nacional revolucionario de estudiantes
bajo el lena "todo tiempo futuro tiene que ser mejor", actividad que echó las bases de
la retórica de los posteriores movimientos estudiantiles cubanos y cuya ideología
confusa se sirvió del telón de fondo hasta ahora descripto. Su líder fue Julio Antonio
Mella, formidable estudiante y destacado atleta de carismática personalidad y vibrante
oratoria, fundador del movimiento, "Los Manicatos" en la Universidad, quien derivó
posteriormente, sin ambages, hacia la militancia activa en las filas del movimiento
comunista internacional.
El momento culminante de Mella en su paso por la Universidad de La Habana fue
uno de increíble insensatez: el acuerdo de la Federación de Estudiantes en Marzo de
1923, adoptado a propuesta de sí mismo, declarando la Universidad Libre y eligiéndole
rector…por un día.
Otra insensatez de naturaleza distinta, propósito egoista y muda tramitación vino a
complicar más aún el ambiente nacional. El vetusto convento de Santa Clara fue comprado
en tres millones de pesos por el gobierno del doctor Alfrado Zayas, provocando el
"chanchullo" una vigorosa protesta nacional.
No se hizo esperar mucho la protesta de "los trece" y ésta apareció en la prensa
el día 19 de Marzo de 1923, firmada por Rubén Martínez Villena, José Antonio Fernández,
Calixto Masó, Alberto Lamar Schweyer, Francisco Ichaso, Luis Gómez Wanguemert,
Juan Marinello, José Manuel Acosta, Primitivo Cordero Leyva, Jorge Mañach y José R.
García Pedrosa. Fue la secuela propagandística del acto audaz de Rubén Martínez
Villena cuando impidió el discurso del Secretario Erasmo Regueiferos en la Academia de
Ciencias, en donde se le rendía homenaje por la Asociación Feminista de Cuba a la poetisa
Paulina Luisi.
Como consecuencia de su osadía, Rubén Martínez Villena fue encarcelado por
primera vez, y exaltada la imaginación poética, desde su celda dirigió al bardo peruano
José Torres Vidaurre su "mensaje lírico-civil", cuyas últimas estrofas vela la pena
reproducir aquí para tomar nota del designio obsesivo que se empezaba a formar en las
mentes jóvenes de Cuba: Hace falta una carga para matar bribones para acabar la obra de
las revoluciones; para vengar los muertos que padecen ultraje, para limpiar la costra
terca del coloniaje…
Dispersas en distintos sectores de opinión nacional estas ideas imprecisas y
heterogéneas de rebeldía, surgió la fuerte protesta pública auspiciada por la
"Asociación Nacional de Veteranos", constituída el día 12 de Agosto de 1923, en
el teatro Martí, en una asamblea magna de veteranos y patriotas".
El alzamiento que siguió a esta actividad de los veteranos en la zona de
Cienfuegos fue sofocado con astucia y tacto por el presidante Alfredo Zayas.
Concurren todos los historiadores de aquella época en afirmar que cuando Zayas se
trasladó por el tren central a la ciudad de Cienfuegos para entrevistarse con los
alzados, llevaba a su lado a un ayudante militar portando un maletín que contenía
una gruesa suma de dinero, cuyo monto jamás se supo dada la discreción absoluta que
al respecto guardó el presidente.
En las elecciones generales de 1924 resultó electo presidente de la República
el general Gerardo Machado, quien tomó posesión del cargo el 20 de Mayo de 1925.
(Era el 20 de Agosto de 1925. El comandante Armando André llegó a su casa y sacó la llave para abrir la puerta. Alguien había tupido la cerradura. Forcejeó inútilmente. De la casa de enfrente - Concordia 116, en La Habana - partieron unos disparos.
Mortales y secos trallazos. El comandante Armando André resbaló a lo largo de sí mismo como un cuerpo sin esqueleto, un cuerpo que ya no respira. Muerto. Fue así como empezó a usarse la escopeta recortada en Cuba. Hacía tres meses justos que había escalado a la más alta magistratura de la nación quien, paradójicamente, abordó la construcción de la carretera central y llevó a cabo la reforma del arancel de aduanas para iniciar en el país la industrialización).
Claro que Machado derogó la asamblea universitaria y la Federación de Estudiantes mediante el decreto 2791. Antes, en Septiembre de 1925, movió sus influencias en la Universidad Nacional y Julio Antonio Melia fue expulsado de la misma. El presidente de la República es alto, engrasado por la edad, cabellos lacios encanecidos por los años, claros ojos verdosos. Por debtro es duro, tenaz, ambicioso, violento, decidido. Es veterano de la guerra de independencia. Con él de las manos inicia Cuba un largo camino de glorias y de desgracias nacionales.
Y en este escenario histórico es que pronunció Ramón Grau San Martín su discurso de apertura del curso 1926-1927, leído por su autor el día primero de Octubre de 1926. (El Directorio Estudiantil de 1927, constituido para potestar de la prórroga de poderes se constituiría un año después).
Básicamente, aquella disertación inaugural desarrolló el siempre interesante teme de la ciencia constituída y la ciencia constituyente. Pero ubicado el discurso en su época, el mismo constituyó un verdadero mensaje revolucionario dirigido a los estudiantes, quienes lo ovacionaron de pie. Era la primera vez que se hacía una mención directa a la Federación Americana del Trabajo en plena aula magna. Fue así como Grau reveló en público su manera sutil de discurrir en relación con la cosa pública, expresándose sin poses demagógicas ni ataduras ideológicas dogmáticas, al tiempo que insinuaba cuestiones trascendentales de la vida pública cubana y dando inicio a un estilo de oratoria que por más de treinta años impulsó con hechos el proceso histórico de Cuba. No hubo nunca en Grau retórica, ni utopías, sino ciencia y patriotismo. Y un fino sentido del humor que formaba en él una segunda naturaleza.
Hablando de política dijo Grau aquel día:
"El fanatismo tendrá aún sus días, ya sea el fanatismo solapado de los hábiles o
el fanatismo violento de la ignorancia. La ignorancia tendrá mucho tiempo sus abismos
y la mediocridad seguirá pretendiendo invadirlo y nivelarlo todo, oponiéndose, sin
cesar, a la aristocracia del espíritu, más necesaria a la democracia que a ningún otro
sistema de gobierno".
Y con pupila de zahorí, como si de pronto tuviera ante él una anticipación de su
futuro:
"La vida plena y vigorosa, reserva para la mente de los luchadores el laurel de
hojas lanceoladas eréctiles, surcadas de venas como un robusto brazo, reluciente y
esmaltada por el fruto, mientras que ofrece a la tumba el lánguido ciprés cuyo tímido
follaje se desmaya flácido".
Si el Presidente Machado hubiera sabido actuar en consecuencia, debió haberle
consultado a su Secretario de Instrucción Pública, coronel Guillermo Fernández
Mascaró, quien en la manigua fue médico del general Maceo, a los efectos de llamar
inmediatamente al doctor Grau para que formara parte de su gobierno. El coronel Mascaró
presidió el acto en el aula magna mientras el doctor Grau pronunciaba su histórico
discurso. No hay constancia de que el presidente Machado tal cosa hiciera, pero sí
hay, y abundante, de que sin la actuación personalísima de Grau a partir de 1926,
toda la retórica universitaria de 1922, 1923,1927 y1930 hubiera quedado reducida a
una exposición de ideas políticas encontradas, a veces exóticas e impracticables,
que de vez en cuando causaron alguna "tángana" estudiantil en las calles de La Habana,
pero que jamás hubieran hallado adecuado cauce para materializarse en hechos
históricos, a pesar de la actitud heroica y desinteresada de los "muchachos" de
aquella hornada. Por demás, no hubiera sido esa la primera vez que la volatización de
las ideas políticas hubiera ocurrido en la historia.
La naturaleza intrínsecamente académica de aquel discurso despistó a muchos al
juzgar su importancia política. Pero no se despistó Gustavo Herrero, decano de la
crónica política en el periodismo nacional, al valorar aquella disertación en el
contexto general de los hechos históricos acaecidos a partir de 1922. Dijo Gustavo
Herrero: "El discurso del doctor Grau en la apertura del curso universitario de 1926
inició, en Cuba, la revolución".
FIN
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