JUSTOS (A MEDIAS) POR PECADORES

por Mario J. Byrne


El 14 de octubre del año pasado yo escribí un artículo titulado “El mal está ya hecho, pero”, donde planteaba que el mundo occidental debía de hacer responsable del terrorismo”a cuanto dictador lo ha usado, propugnado y protegido en la historia reciente La idea surgió de Charles Krauthammer, quien en una conversación televisiva con Morton Kondrake y Ted Barnes puso el ejemplo de John Kennedy prometiendo una respuesta nuclear contra la Unión Soviética ( entonces no era Rusia) como respuesta a cualquier ataque nuclear contra un país del hemisferio occidental. Yo no sé cual era el pensamiento de John Kennedy en ese momento ni si sabía que las instalaciones de cohetes estaban bajo control soviético y no castrista, pero la idea ( de Kondrake) me pareció y me sigue pareciendo constructiva, precisamente por ser físicamente destructiva..

Ahora es Walter Williams, profesor universitario y periodista sindicado, en un artículo que publicó el Washington Times, titulado “Effective Incentives” quien recoge la misma idea. Lo cierto es que sin la ayuda y el apoyo de los países del “eje del mal”( y de algunos otros) los terroristas no tendrían la más mínima posibilidad de llegar a donde están hoy. Williams dice que destruir incluso ciudades de los países con clara responsabilidad en actos terroristas masivos, debe ser una opción válida y pone el ejemplo de los estudiantes de su clase, a quienes él les advierte que si suena un teléfono celular en su aula durante la clase, va a haber un castigo en la calificación final, no sólo para el dueño del télefono, sino también para sus vecinos en los asientos inmediatos . Williams está haciendo responsables del ruido pertubador, tanto al causante de la perturbación ( por no haber desconectado el teléfono) como a terceros a quienes adjudica la responsabilidad de vigilar que todos los teléfonos se desconecten. Es, si se quiere, una versión moderna de la doctrina de tomar rehenes para garantizar la paz .

Lo que está pasando en el mundo es ni más ni menos la pesadilla tantas veces planteada por Ian Fleming en las historias de James Bond: un anormal, con mucho dinero, tiene control sobre armas de destrucción masiva y se dispone a usarlas. El agravante es que los villanos de Fleming lo hacían por ambición, mientras que para los de hoy la motivación es el fanatismo religioso, muchísimo más difícil de controlar. Pero son precisamente sus protectores, antiguos o recientes, los únicos que ejercen cierta medida de control sobre estos fanáticos. Si esta gavilla de criminales con poder supiera que habría un precio a pagar por cada acto terrorista contra Occidente, haya sido o no su culpa, otro gallo cantaría . Sería la version moderna, agravada por los tiempos, del antiguo MAD (Mutual Assured Destruction) que, que mal que bien, mantuvo la “paz armada” entre los Estados Unidos ( y sus aliados) y la Unión Soviética ( y sus satellites) y que hizo que la “guerra fría” no se calentara.

Se trataría, en otras palabras de hacer que paguen “justos por pecadores”, sólo que en este caso, los “justos” no lo son tanto. Yo creo, personalmente, que teniendo los occidentales la capacidad de meter un proyectil cohete como quien dice “por la ventana” de la residencia de alguno de éstos dictadores, que no pasan de ser archicriminales, la primera opción debe ser ésa. Hay una escena, muy evocadora a mi modo de ver, en la película “Real and Present Danger” en la que un F-18 parte de un portaaviones y es guiado desde tierra hasta que dispara un proyectil que hace polvo la residencia de un “señor de la droga” ,muriendo en la explosión mujeres y niños inocentes, lo que sería muy lamentable. No lo es menos, sin embargo, la cantidad de víctimas, tan inocentes como las anteriores caídas en el ataque a las “torres gemelas, y éstas murieron de verdad..

En contra de la idea de hacer responsable a un jefe de estado por crímenes masivos, se aduce la posibilidad de una respuesta retaliatoria contra mandatarios occidentales. Desde el punto de vista moral, no me parece que lo anterior sea válido. Si ni el presidente, ni el primer ministro ni el monarca, deben correr los mismos riesgos que el resto de la población, hay que preguntarse qué están haciendo en esos cargos. Un excelente ejemplo histórico lo fue el rey George VI de Inglaterra, quien se negó a abandonar el Palacio de Buckingham en los peores momentos de la “blitz” alemana de 1940 contra Londres. Hay otro ejemplo histórico de cómo reaccionan los dictadores a los ataques contra su vida. El ridículo coronel Kadhafi, cambió de política, después del bombardeo americano contra su residencia en 1986, en donde murió una hija bebita del dictador libio. El “hijo del desierto” renunció inclusive a sus ambiciones nucleares. De nuevo, es de lamentar la muerte de una niña inocente, pero no que Kadhafi haya “entrado por el aro”.

¿Tendría esta política la más mínima posibilidad de convertirse en realidad.? Lo dudo mucho, a no ser que nos atacaran de nuevo y con mayor fuerza. Los norteamericanos se han ablandado gracias a muchas décadas de educación “progresiva” y liberal. Haría falta otro Ronald Reagan y, éste no se ve por ningún lado.


Fort Lauderdale, 7 de junio del 2007



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