LAS ELECCIONES EN FRANCIA por Mario J. Byrne La victoria de Sarkozy en la primera ronda electoral francesa, no por esperada debe celebrarse menos. El joven y habilidoso político, hasta donde yo conozco, es el primer hijo de immigrantes recientes ( padres húngaros) que llega tan lejos. Su oponente, la bella y simpática Segolene Royal tiene la paradoja de ser “socialista” ( que en Francia no tiene necesariamente una conexión marxista) y ser hija de un oficial del ejército, tradicionalmente un bastión de la derecha católica. Sarkozy no oculta que viene dispuesto a cambiar muchas cosas y ojalá que pueda hacerlo, lo que no va a estar exento de dificultades. Los sondeos de opinión le dan una cómoda ventaja en la segunda vuelta y si van a ser tan exactos el once de mayo como lo fueron el 22 de abril, puede darse casi por segura su victoria. Si logra cambiar la estructura económico-admistrativa de Francia y liberar las fuerzas creadoras de los franceses, que no son pocas, su país quedará de cara al futuro como no lo ha estado nunca, desde que Charles De Gaulle asumiera el poder por segunda vez. Lo más importante de estas elecciones fue sin duda la concurrencia masiva ( el 84-85% del electorado) del pueblo francés a las urnas, cosa que rara vez se había visto antes y que confirma su madurez política. ¿Estamos en presencia de otra revolución francesa? ¿Están listos los franceses para cambiar el paternalismo de un estado más o menos socialista, por una visión más libre y más moderna del mundo? Eso está por verse. Pero existen muchos indicios esperanzadores. El primero, a mi modo de ver, es la exigua, votación que sacó el partido comunista, apenas un 2% del total de los votos emitidos. Este balance vergonzoso, para el que otrora fuera el primer partido comunista europeo, es el mejor indicio del fracaso marxista en el viejo continente. Los viejos seguidores (no por la edad, sino por lo caduco de sus ideas) de André Marty, de Roger Ducos y de Maurice Thorez, ya no convencen a nadie y tal vez muy pronto no puedan ni convencerse ellos mismos. En el límite oriental del cementerio de Pere Lachaise, frente al famoso “muro de los federados” , donde las tropas de Adolphe Thiers fusilaron a miles de comunistas, están los panteones de estos viejos bonzos del comunismo francés, que como era de esperarse se adjudican la resistencia a los alemanes en la segunda guerra mundial. Tal vez pronto hayan de enterrarse allí también las esperanzas fallidas del partido que fundara entre otros, para desgracia nuestra, Pablo Lafargue el cubano yerno de Karl Marx. Pero hay más. Si Sarkozy, como todo parece indicar, resulta ser presidente de Francia eso significa que los franceses están pidiendo un cambio. Y este cambio, dado que Sarkozy se ha cansado de decir que no se adhiere en modo alguno a las veleidades antinorteamericanas de Chirac, incluye las relaciones con los Estados Unidos. Nadie espera que París siga al pie de la letra los dictados de Washington, ya que se trata de dos países distintos y absolutamente soberanos, pero Chirac, con demasiada frecuencia ha caído en la trampa del “antinortemericanismo” chic de Hollywood. Francia, el primer aliado de los Estados Unidos en la historia, logra una de sus pocas victorias sobre los británicos cuando, en virtud de esa alianza, derrota a la marina real inglesa en Chesapeake Bay (gracias en gran parte al dinero cubano), haciendo así possible la victoria de Washington en Yorktown. Desde entonces, la historia de los dos países quedó ligada a los orígenes de la independencia norteamericana, en un grado mucho mayor de lo que pueda estar ligada a nuestra independencia la intervención de losEstados Unidos en 1898. En 1986, llendo del aeropuerto Charles De Gaulle a mi hotel, en las cercanías de la plaza de la Opera, el taxista, un individuo calvo, alto, fuerte y de aspecto marcial, al enterarse de que yo venía de los Estados Unidos se deshizo en excusas por la entonces reciente negativa del gobierno de Mitterand a permitir que los F-111 que habían bombardeado a Khadafi sobrevolaran el territorio francés, hecho que calificó de “cobardía” por parte de su presidente. Es possible que estuviera buscando una mejor propina, pero, de alguna manera sus palabras me parecieron sinceras. Quiero creer que los votantes que favorecieron a Sarkozy piensan de ese modo. Fort Lauderdale, 23 de abril del 2007
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