LA ZAPATERA NO PRODIGIOSA por Mario J. Byrne La victoria de Nicolas Sarkozy en las elecciones francesas ha dejado muy mal parado al español Rodríguez Zapatero, no sólo por el apoyo que le prestó a Segolene Royal, sino por el hecho de que el electorado francés identificó a la perdedora con el sempiterno sonriente del palacio de La Moncloa. Tanto así que a la pobre Segolene le empezaron a decir “La Zapatera”. De ahí mi título, tomado en préstamo no autorizado por razones biológicas del autor del “Romancero Gitano”, a quien cierto catalán que yo conocía llamaba llamaba con crueldad “García Loca”. Pero a lo que vamos. Como ha señalado un autor español, el Zapatero de la sonrisa parece sufrir de cierta “jettatura”, parecida a la de Fidel Castro, el ahora muerto vivo que condenaba a los que abrazaba, como fueron los casos de Sekou Touré, Ernesto Guevara, Ben Bella y tantos otros, quienes después de recibir el abrazo castrista recibieron él de la muerte. En efecto, Rodríguez Zapatero apoyó a Kerry, Schroeder y a Segolene y ninguno de los tres está en el poder. El caso de Segolene, merece cierto estudio, no sólo por el optimismo que irradiaba la francesa, sino por su belleza y por su inteligencia, que no bastaron para hacerla victoriosa. Para empezar, lo que más llama la atención de las últimas elecciones francesas es que ninguno de los dos candidatos provenía del “establishmente galo”. Como que pertenecen a una nueva generación, carecían de credenciales, tanto “resistentes” como “gaullistas”. Tampoco eran egresados de la “Ecole d’Administration”, cantera eterna de los políticos franceses . Segolene, aunque vive “en pecado” con Francois Hollande, proviene de una familia de militares estrictamente católica. Sarkozy es un francés de primera generación, fruto del matrimonio de una madre de origen judío y de un padre húngaro. Es decir dos seres atípicos, una socialista proveniente de una familia militar y un hombre activo y diminuto que es francés por accidente. Pero vamos a la realidad. Lo que más ayudó y seguirá ayudando a Sarkozy fueron los “riots” en París y otras ciudades a los que se enfrentó de lleno y sin pedir excusas. La actividad que desplegó para extinguirlos y su estilo desenvuelto lo hicieron popular entre la juventud que inesperadamente colmó los lugares de votación y a la que se le suponía desinteresada y políticamente apática. La pobre Segolene, no tenía estas ventajas. Su discurso era similar al que los socialistas tenían acostumbrados a los franceses y del que han demostrado más de una vez estar aburridos. Como se puede ver Segolene tenía que hacer prodigios para ganar. Pero tenía varias cosas a su favor. Era una mujer todavía joven, bella e inteligente y, algo simbólico pero importante, recordaba físicamente a “Marianne” , la mítica represantante de Francia, al estilo del Tío Sam, John Bull o nuestro Liborio. Una mujer joven, bonita y esbelta que lleva un gorro frigio con la escarapela tricolor y un batilongo blanco, a la que sirvieron de modelo en el pasado actrices como Brigitte Bardot. Pero ni así. A la hora de la verdad, Segolene “perdió la tabla”en un debate con Sarkozy . Se puso bravita y la emprendió contra su contrincante ante las cámaras de televisón. Esta pérdida de la serenidad , aún cuando no suele ser tan grave en Francia como lo es aquí no le ganó puntos, todo lo contrario. Lo de lamentar en el caso de Segolene es que la derrota ha sido algo más que simplemente electoral. Su vida sentimental se ha visto alterada, ya que al parecer sus relaciones con Hollande, con él que tiene hijos, se han visto alteradas y se dice que están al punto de la ruptura. La “Zapatera” no pudo hacer prodigios. Por ella, aunque no por Francia, lo lamento profundamente. Fort Lauderdale, 9 de mayo del 2007
|