EL DILEMA DEL LIBANO RECUERDA AL DE CUBA

por Mario J.Byrne


En un artículo anterior, al mismo tiempo que lamentaba la triste suerte de los cristianos libaneses, expresé ciertas dudas sobre la disposición francesa a aceptar un compromiso de supervisión del alto al fuego entre israelitas y el “hizbollah”. Mis palabras fueron “ver para creer”. Hoy la prensa de Francia me da la razón. Mientras que Douste-Blazy, el ministro de relaciones exteriores viaja al Líbano, la ministra de defensa, Michele Alliot-Marie, pide, como era de esperarse, aclaraciones sobre la misión que supuestamente le correspondería a Francia si acepta ponerse al frente de la FINUL ( Fuerzas Intermediarias de las Naciones Unidas en el Líbano). La cantidad de tropas también es objeto de discusión, de los 12,000 que se hablaba ayer, hoy se mencionan sólo 200. Esta cifra no resulta tan ridícula si se tiene en cuenta que ya Francia tiene en el Líbano 1,900 hombres, que hasta ahora han mantenido un perfil muy bajo en lo que allí sucede. Mis dudas sobre los 12,000 franceses, tienen que ver con el hecho de que antes de que en el Líbano sonara un tiro, ya había 11,450 soldados de Francia repartidos por el mundo en diferentes misiones. El contingente más numeroso (3,800) se encuentra en la Costa de Marfil, pero hay también 2,500 en los Balcanes (antigua Yugoeslavia) y 2,200 en el Asia Central, que quiere decir Afganistán. Eso, sin contar los que están de guarnición en distintas dependencias de Francia a través del mundo ( principalmente la Legión).

Pero lo que hace vacilar a la señora Alliot-Marie es la misma pregunta que nos hacemos los cubanos con respecto a los militares castristas: ¿cómo se desarma al “hizbollah” si éstos no quieren entregar sus armas? Tengamos en cuenta que Michele Alliot-Marie está representando a una gran potencia, con armas nucleares y todo. Cuando se habla, demasiado a la ligera de “transición pacífica”, de “evolución hacia la democracia” y otras tonterías por el estilo, entre nosotros, exilados sin medios para hacerle de veras la guerra a los asesinos que controlan Cuba, nadie ha podido hasta ahora explicar que puede hacerse con la maquinaria militar y represiva del régimen, si ésta, como todo parece indicar, decide a la muerte del tirano continuar como hasta ahora. Que me perdonen los apóstoles de la “no violencia”, pero yo no veo cambio posible. Estos espadones constituyen hoy una “casta militar” mucho más cerrada que las que existían antaño a través de América Latina. Tienen, además, muchas prebendas que defender y pocos o ningún escrúpulo. Hasta ahora, todo lo que “hizbollah” ha aceptado es que el ejército libanés se apodere de las armas “que encuentren en la zona que ocupen”, lo que deja intacta la cohetería que ha sido la causa principal del problema.

Siempre, claro está, puede suceder lo hemos dado en llamar “el imponderable”. Pero es triste que a estas alturas estemos confiando del azar para resolver un problema que es nuestro y de nadie más. El gordinflón líder de “hizbollah” no parece dispuesto a dejarse desarmar y eso significa que no lo hará sino a tiros. Si es ésta y no otra la actitud de los militares del castrismo, ¿cómo se nos a hablar de Gandhi y de Martin Luther King? Yo, por lo menos, podré comulgar con la hostia, pero no con ruedas de carreta.


Fort Lauderdale, 16 de agosto del 2006

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