El Cawboy que cambió el Mundo: RONALD REAGAN (1911-2004)

Por Manuel Prieres

Dedicado a John Wayne y a George W. Bush.

Un día comencé a simpatizar con Ronald Reagan. Lo he seguido tanto en sus momentos estelares (su toma de posesión como Presidente de los EE.UU.), los dramáticos (su atentado), los sobrios (sus sanciones económicas a la Unión Soviética con motivo del caso polaco), como uno absurdo -en el caso cubano- (la deportación a Cuba de Andrés Rodríguez en menos de 24 horas en tiempos de su administración en la Casa Blanca).

Pero no fue hasta cuando al hojear la revista Life (especial de 1981), que me di cuenta del por qué de mis simpatías hacia el mandatario No. 40 de los Estados Unidos. ¿La razón? Aquella foto a color en la portada de la mencionada revista del presidente de pie en un claro y, como fondo, un campo plagado de arbustos y malezas. Sus manos en la cintura protegidas por unos guantes de cuero muy usados, vestido con descoloridos jeans, calzado de sus predilectas viejas botas, tocado con un estrujado sombrero de pajilla, y una sierra mecánica a sus pies. Hasta ahí la constancia gráfica recogida por Life.

A criterio mío una simbólica foto donde el entonces inquilino de la Casa Blanca como que hace de labriego empuñando una cegadora mecánica y avanzando resuelto hacia las "malas hierbas" que obstruccionan el paso. Ardua y dura labor para cualquier hombre de campo adentro.

Nunca mi identifiación con Ronald Reagan fue motivada por ser republicano, o ex actor de Hollowood, o por su predilección a los jelly beans, sino por esa actitud suya tomada ante los tiempos que se vivían en lo doméstico como en lo exterior. Lo ví como un señor consciente que no podía rehuir a la responsabilidad de lider y, en consecuencia, la asumía; que se inclinaba por las cosas de fondo más que por las de formas; que cada oportunidad que tenía se escapaba hasta su "Rancho El Cielo" para tener la cita más antigua concertada por el hombre: con la naturaleza.

La Casa Blanca nunca tuvo un inquilino como éste que cada vez que podía se ponía las ropas de trabajo de campo para chapear montes, montar a caballo y arreglar cercados. Seguridad y Confianza inspiraba siempre. Cambió al Mundo. Uno de mis héroes. Descanse en paz.

FIN


Manuel Prieres
Miami junio 5 del 2004
villagranadillo@aol.com


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