UN RESENTE DE ENSAYO

por Marcelo Fernández-Zayas


Miami representa en la actualidad un probable avance de lo que sucederá en Cuba en el futuro próximo. En esta ciudad se mezcla el pasado político y social de la isla en forzosa armonía. El miliciano se codea con el batistiano, sus hijos asisten juntos a las escuelas. Y, muchas veces se matrimonian para pesar pasajero de los padres. Los nietos, ajenos al sentir de padres y abuelos, ignoran el remoto pasado partidista y divisionario.

Esta ciudad es alabada y vilipendiada por apologista del régimen de La Habana. Se le atribuye a este enclave virtudes políticas sobrehumanas. A sus dirigentes políticos, sus enemigos, les conceden riquezas, poderes, intelectos y capacidad de trabajo en formas exageradas. Presentan a Washington como si fuera sucursal de esta ciudad floridana. Por otro lado, sus habitantes especulan tratando de predecir el futuro de la isla, desconociendo que pueden visualizarlo mejor aprendiendo de sus alrededores.

Miami es síntesis de lo que es la cubanía, no postulado de lo que será. Es posibilidad de existencia futura y parecida, si se remeda y acata su base política. No será fácil de duplicar, pero servirá de modelo a seguir. Es un caso a imitar, modificar o rechazar, un ensayo a estudiar.

La ciudad ha servido de hostal, hospital, escuela y refugio a los que a sus puertas han llegado. Se ha mostrado tolerante a diversas lenguas y costumbres. Ha abierto prensas y micrófonos a lo que no entendía. Su economía permitió el surgimiento de empresas viables o de inciertas vida. Auspició cambios y modificaciones en lo visible y substancial. Acogió al ignorante e intelectual, a campesinos y urbanos, a lo diverso y homogéneo en razas y creencias. En el presente en Miami hace vida pública todo el pensar político humano.

Esta urbe no ha creado, pero ha sido propicia a la imaginación. Hay tres ciudades en sus perímetros: la latina, la anglosajona y la africana. La cubana, de la que estamos hablando, ha tenido que aprender convivir con sus hermanas. Este aleccionamiento no ha sido rápido, porque aunque contiguas están separadas. Las divide el idioma, costumbres y color. Estas invisibles barreras no son fáciles de franquear. Y, pueden con el paso influir la mente de los transeúntes.

El que critica a sus habitantes pasa juicio, bueno o malo, sobre un pueblo. El que espera unanimidad de criterio político en Miami niega la existencia del pluralismo idelógico. En esta ciudad se pueden encontrar virtudes y pecados conviviendo juntos como en todo albergue humano. Pero, el pecado no pasa inadvertido de los ojos de la ley y las buenas costumbres. Y, la virtud, como siempre pasa, es exagerada en los obituarios o tarde reconocida en la prensa noticiosa. Lo que es notable en este ensayo de cubanía futura es la tolerancia al pensar ajeno en el presente. Es notable porque existe por protección legal, no necesariamente por asentimiento ciudadano. Pero, su existencia legal es principio de un ambiente imitativo de conducta cívica. Antes dinamitaban las oficinas de los supuestos ofensores, hoy los ignoran o toleran.

Hay quienes comentan que en Miami se censura el pensamiento. Hay algo de cierto en la observación. Se trata de callar al que vaya en contra de la corriente, muchas veces, al que se aparta del pensar común. Esto es algo que sucede, lamentablemente, en todos los lugares que buscan la hegemonía. Pero, afortunadamente, nadie es callado si quiere hablar. No existe una conversión en de jure lo que en de facto se intenta suprimir.

La prensa de Miami cree y refleja la diversidad de opiniones. Muchas veces el pueblo se queja de su hipocresía, pero está en sus manos corregir esta práctica. El celo del anticomunismo exagera y hace ver como un peligro, tal vez, un pensamiento o actuación opuestos al sentir convencional. Se juzga, muchas veces, como traición lo que difiere, en forma o fondo, de las prácticas comunes.

En Miami he visto, leído y escuchado a apologistas del régimen cubano. Es sano que esto ocurra. En el ensayo de la realidad futura hay que incluir y tolerar lo diverso, disonante y minoritario aunque hiera su expresión. Peca el que trate de suprimir lo que otros piensan. El hecho de que esto suceda en Miami es buen augurio de lo que pasará en la Cuba del futuro. Y, condena al mismo tiempo, de lo que allí tiene vida en el presente.

Miami no es un paraíso viviente, inmutable y consumado, sino ensayo de lo que puede suceder en un futuro en la otra Cuba. Observar a esta ciudad es adelantarse al tiempo en palco de primera fila.


FIN


Marcelo Fernandez-Zayas
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