"LA IGLESIA, LA CORRUPCIÓN Y LOS MESÍAS CONSTITUCIONALES" por John Pérez-Sampedro El referendo revocatorio de Venezuela debe servirnos a todos como una señal de advertencia de que las cosas en Latinoamérica, ni son iguales, ni siguen el mismo patrón de antes. Aún asumiendo que Chávez cometió fraude en las elecciones, hay que reconocer que sus seguidores se acercan al 50% de la población, lo cual es una cifra considerable en términos electorales. La Coalición Opositora no fue la única derrotada en el referendo venezolano, la Iglesia, la cual desde un principio ofreció toda su influencia y apoyo a la "Oposición," fue la gran sorpresa en la derrota electoral. El resultado de las elecciones demostró que la Iglesia ha perdido parte de la influencia que poseía en el pasado, lo cual ha venido sucediendo durante muchos años. En parte, porque Chávez convertido en el predicador y en muchos casos, proveedor de los pobres, ha adquirido parte del protagonismo que otrora era exclusivo de la Iglesia. Pero la principal razón de la pérdida del prestigio eclesiástico ha sido la corrupción dentro de la Iglesia en todas partes del Mundo. Corrupción que siempre existió, pero que antes no se conocía, principalmente porque la Iglesia lograba mantenerlo fuera de la prensa, pero más aún, porque los tabús y el miedo al estigma social, evitaban que las víctimas de las aberraciones de algunos miembros del Clero, denunciaran públicamente sus terribles experiencias. Afortunadamente, la práctica que tenía la Iglesia de ocultar estos incidentes, simplemente transfiriendo a los curas transgresores a otra parroquia, ha sido remplazada por una de "mía culpa" y rectificación. Por otro lado, la crisis de pérdida de ética y valores en que se encuentra esta pequeña villa en que se ha convertido nuestro planeta, ha separado a los terráqueos en dos grupos: los que han seguido la doctrina del comunismo Anticristo y se han hundido en el lodazal humano y los que forman parte de un renacimiento espiritual, el cual ha transcendido los excesos del Clero, las drogas y la demencia de los nuevos tiempos. Ambos grupos representan los extremos que luchan entre sí, en esta batalla quizá decisiva del "final de los tiempos." No hay duda que la corrupción y los escándalos dentro de la Iglesia tradicional, la ha debilitado, erosionando su influencia y prestigio, lo cual ha creado un vacío político en las áreas de influencia de la Iglesia. Lamentablemente, en América el vacío ha sido llenado con éxito, por el fanatismo populista de los admiradores de los Castros, los Chávez y los Evo Morales. Tampoco hay duda que los discípulos de estos populistas irán en aumento, porque el éxito de estos hombres no estriba solamente en los cacareos demagógicos de sus supuestos logros de justicia social; su éxito estriba en poder perpetuarse en el poder, no ya como simples dictadores, sino como verdaderos "mesías constitucionales" Esto ha sido posible porque desde atrás de la cortina, viejos ideólogos reciclados como en el caso de Castro y otros, convertidos ahora en ventrílocuos, hablan a través de títeres como Chávez, utilizando una retórica; mezcla de payaso, vendedor de autos y pastor, con la cual, han logrado venderle a los pobres de América, la misma idea fracasada del comunismo, pero lo han logrado simplemente cambiando el viejo pregón por un nuevo canto de sirenas. Uno que entonan convincentes, revestidos con un barniz constitucional, desde tribunas populistas, amparados precisamente por los mismos derechos democráticos que ellos quieren desechar. Pero quizá la mayor culpa de esta crisis social Latinoamericana, debe caer sobre la corrupción y los gobernantes que han sucumbido a ella. En ocasiones tentados por el poder ilimitado de los carteles de la droga y en otras, producto del robo de los limitados recursos nacionales. Robo que en la mayoría de los casos a significado la bancarrota para esos países y la pobreza extrema para sus ciudadanos. La corrupción en todos los niveles de gobierno ha creado durante décadas, un desgaste social y político, el cual, ha generado una total desconfianza y rechazo de los pueblos de América hacia los políticos tradicionales. Desconfianza que ha resultado en el cuestionamiento por parte del electorado de la eficacia misma de nuestro sistema de gobierno y en un alto nivel de abstención en el proceso electoral democrático, producto de la apatía y de la pérdida de la fe de parte de ese electorado, el cual se ha convencido que ni el corrupto proceso electoral, ni las igualmente corruptas áreas de poderes gubernamentales, les traerán mejora alguna. Este desencanto popular del sistema democrático ha contribuído al renacimiento del populismo en América. Los pobres del hemisferio, en su mayoría analfabetos e incultos, los que además, representan la mayoría de los electores, están eligiendo "hombres fuertes" como gobernantes, esperanzados en que ellos acabarán con la corrupción y los sacarán de la pobreza. Lamentablemente, estos gobernantes son, como en el caso de Chávez, hombres ambiciosos desprovistos de ética y moral. Hombres que profesan con orgullo ser discípulos de Castro, la encarnación de Satanás sobre la Tierra. Y esta masa de pueblo sumergida no solo en la pobreza, sino también en la total ignorancia, desconoce que el voto que le ha dado a un gobierno comunista es el último que hará democráticamente. Por tal motivo, antes de poder aspirar a corregir nuestros errores y a mejorar nuestras sociedades, debemos primero acabar de raíz con la corrupción. Lo cual no es fácil como hemos visto en Nicaragua, país que tuvo la suerte de tener un patriota como el presidente Enrique Bolanos, el cual ha entablado una lucha quijotesca contra los corruptos. Lucha que el mundo entero contempla con expectativa. De igual manera, debemos también mejorar nuestro proceso electoral y educar a nuestros ciudadanos, para que ellos a su vez, puedan elegir gobernantes realmente calificados que sepan guiar los destinos de nuestros pueblos. Fue por eso que los hombres que crearon la nación Norteamericana, establecieron un sistema electoral, no a través del voto directo, sino por medio de votos electorales. De esa manera, la elección final del presidente, les toca a los mejor informados delegados electorales elegidos por el voto popular, evitando que la generalmente masa ignorante pueda tomar decisiones equivocadas. No obstante eso, con todos los recursos que existen en los Estados Unidos, para conocer a los candidatos, tales como convenciones, anuncios de prensa, radio, televisión, etc., aún quedan decenas de millones de norteamericanos, los llamados indecisos, que entrando en las urnas de votar, todavía no saben por quién hacerlo. Si eso sucede en el país de la informática, ¿qué esperar entonces del resto de América? Por este motivo, hay que hacer cambios en el sistema electoral que incluyan bancos de datos de computación no partidistas, que sean fáciles de accesar y entender. Datos verificados por una agencia imparcial, que incluya: la educación, la experiencia y la trayectoria del servicio público de cada candidato. Quizá sería conveniente si por un lado los candidatos tuvieran que someterse a un detector de mentiras para verificar la sinceridad de sus promesas electorales y por el otro, los electores tuvieran que pasar un examen informático básico de los candidatos, para poder tener el derecho a votar. Por otro lado hay que acabar con la pobreza y la injusticia social que tiene sumida en la desesperanza a 3/4 partes del Planeta, la cual es la causante de las pestilencias y las guerras. Además, la pobreza es el caldo de cultivo donde se fomentan las aberraciones sociales, tales como el comunismo y el terrorismo, ninguno de los cuales ofrece soluciones para resolver la crisis social mundial, sino por el contrario las empeora, porque ambas destruyen los recursos que se podrían emplear para resolverlas. La justicia social mundial se podrá alcanzar solamente a través del sistema democrático capitalista, el cual es el único que produce riquezas, y el unico que pudiera proveer una ayuda masiva a nivel mundial. Dicha ayuda se podría lograr a través de una organización de voluntarios filántropos a nivel mundial financiada por medio de un impuesto personal de .50 centavos semanales de cada uno de los trabajadores de los países desarrollados. La alternativa de continuar con la auto destrucción de nuestro modelo democrático de libre empresa es impensable, porque como un cáncer terminal, los "mesías constitucionales" continuarán poblando nuestro continente con el beneplácito de nuestros pobres ignorantes. Pero lejos de obtener la ansiada justicia social, los pobres de América se convertirán en mendigos que no tendrán a quién mendigar, porque por virtud de la ideología igualitaria comunista que tanto lucharon por obtener, todos serán igualmente miserables. FIN
John Pérez-Sampedro es Poeta y analista político. Autor de "Cuba la Conspiración del Silencio. "De Dios de Amor y De Patria " y "Poems and Drawings for Little People" entre otros. Colaborador de la revista electrónica Guaracabuya. Miembro del Colegio de Periodistas Cubanos en el Exilio. Director de la página electrónica ¿Qué Pasa en América?
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