La deuda externa: Carta abierta a los economistas cubanos

por John Pérez-Sampedro

Cuando hablemos de la deuda externa de la Cuba de Castro o sobre qué hacer con las propiedades confiscadas por el Dictador, no debemos tomar ejemplos de países ex-comunistas europeos como guías para resolver los problemas propios de América, porque las necesidades, la cultura y los temperamentos son diferentes.

Tomemos mejor como referencia lo que sucedió en Nicaragua, donde después de 14 años desde el fracaso de la Revolución Sandinista, ahora es que Estados Unidos y Europa le han condonado parte de la deuda externa.

Deuda incurrida por la dictadura Sandi-Comunista durante 10 años de derroche, despilfarro, y robo en masa del tesoro nacional.

Por otro lado, la devolución de la gran parte de las propiedades ha estado por años estancada en las cortes nicaragüenses.

En muchos casos los comunistas confiscaron las propiedades para vendérselas a otros o para regalárselas a los miembros de la cúpula gobernante.

Por eso, no es extraño que en Nicaragua existan 3 o más individuos reclamando la misma propiedad, por lo que algunos estiman que podría tomar otra década, para que el problema de las confiscaciones se resuelva satisfactoriamente en esa Hermana República de Centro América.

Esto es debido a que para desgracia de Nicaragua, gran parte del poder judicial, incluyendo los jueces de la Corte Suprema emplazados por los Sandi-comunistas, aun conservan sus puestos.

Además, gran parte del poder económico también quedó en manos de los Sandi-comunistas cuando hicieron "La Piñata", es decir: se repartieron las fincas, las residencias y miles de empresas incluyendo las prensas y las estaciones de televisión.

El poder político que poseen los Sandi-comunistas es indiscutible. Se espera que el ex-dictador Daniel Ortega sea electo presidente por mayoría en las próximas elecciones.

Con todos los poderes en sus manos incluyendo el Cuarto Poder, el único que no tenían era el respaldo de la Iglesia. Pero el pasado 19 de Julio los Sandi-comunistas celebraron por todo lo alto el 25 aniversario de una era de confiscaciones, totalitarismo y asesinatos como describió el actual presidente Enrique Bolaños los 10 años de la dictadura Sandi-comunista .

Es verdaderamente increíble que los Sandi-comunistas celebren el aniversario de una década de verdadero obscurantismo nicaragüense, pero más sorprendente aún es que el Cardenal Miguel Obando le haya dado el espaldarazo de la Iglesia, bendiciendo la celebración y oficiando la misa ante 300,000 simpatizantes.

La realidad es que ese poder judicial, económico y político que quedó en manos de los Sandi-comunistas, a través de desventajosas negociaciones durante la transición del poder, le han servido para obstaculizar el progreso de Nicaragua y especialmente la devolución de las propiedades, muchas de las cuales aún disfrutan Daniel Ortega y sus secuaces.

Todo eso ha contribuido a que la mayoría de los nicaragüenses, 14 años después de su funesta revolución, vivan aún por debajo del nivel de pobreza.

Así podría suceder en Cuba si se mediatiza la democracia y se deja el poder judicial, económico y político, en manos del Castro-comunismo, como lo propone el "Proyecto Varela" apoyado por la Iglesia la cual como es ahora el caso de la Iglesia nicaragüense y su Cardenal Obando buscan a toda costa sus ansiados espacios.

En una Cuba verdaderamente libre, la pesadilla legal de qué hacer con las propiedades confiscadas no será fácil de resolver, especialmente debido al factor humano, porque para que en Cuba se establezca una sociedad de derecho, habrá que devolverle las propiedades a sus legítimos dueños.

Por otro lado, también es cierto que la devolución indiscriminada de todas las propiedades sin excepción, causará sufrimiento a decenas de miles de familias cubanas, la mayoría de las cuales, al igual que nosotros, son las víctimas de medio siglo de holocausto causado por el comunismo internacional.

A esto hay que añadir la piñata cubana, porque de todos es sabido que los secuaces del Dictador se han repartido las mejores tierras y propiedades de la Isla y han hecho jugosos consorcios con empresas extranjeras.

Por supuesto, dichas empresas deben continuar produciendo dividendos y empleos para los cubanos, pero habrá que examinar la legitimidad de esos negocios y traer ante los tribunales a los socios cubanos que se enriquecieron ilícitamente a expensas del sufrimiento de nuestro pueblo.

Ninguno de los problemas expuestos tienen fácil solución y va a tomar un verdadero acto de malabarismo para resolverlos a corto y a mediano plazo y tanto en el problema de las propiedades robadas como en la de las empresas extranjeras, hay que actuar con cautela y tomar las medidas que mejor le convenga a Cuba y a los cubanos.

Pero por difíciles y complicados que parezcan esos problemas, ninguno se puede comparar con la magnitud del problema de la deuda externa.

Cuando Cuba obtenga su libertad plena, sus numerosos recursos naturales, su Níquel, su Tabaco, su Ron, sus Remesas desde el extranjero y su prometedora Industria Turística, no serán suficientes para pagar, siquiera los intereses de la deuda externa, la cual se cierne sobre la Isla como la Espada de Damocles.

Lo peor de todo es que si increpas a cualquier economista cubano sobre, ¿qué hacer sobre la deuda externa cubana después de Castro?, la respuesta es siempre la misma: "Hay que pagarla, sino perdemos el crédito internacional y las inversiones del exterior".

Lo sé, porque personalmente le hice la pregunta a dos ilustres economistas cuando dictaron sendas conferencias sobre economía en "La Peña de Rosell". Y esa fue la respuesta de ambos a mi pregunta de qué hacer con la deuda externa cuando Cuba sea libre.

Con todo respeto a estos ilustres economistas cubanos, los cuales admiro grandemente por sus intachables trayectorias de cubanía, quizá será mejor que cuando Cuba sea libre, los asuntos de la deuda externa se pongan en las manos de economistas, los cuales puedan ver más allá del blanco y negro y de las rígidas reglas que rigen el mercado internacional.

Mi criterio personal es que el futuro gobierno cubano debiera reconocer solamente la deuda con los EEUU porque ellos fueron los únicos que por 45 años, por principios morales y en contra de su propia economía, se negaron a negociar con el Tirano.

A ellos sí hay que devolverles hasta el último metro cuadrado de tierra y hasta el último centavo, pero al resto del mundo, sin excepción, no se le debe reconocer ni un centavo de la deuda. Nosotros tenemos el derecho moral y la obligación patriótica de desestimar la deuda de la banca y las empresas de esos países que descendieron sobre la Isla como buitres sedientos de dólares, sin importarles el sufrimiento de un pueblo esclavizado por el "Comunismo Internacional".

La deuda la tienen ellos con nosotros, porque por más de 4 décadas, esas empresas, con el beneplácito de sus respectivos países, apuntalaron económica y políticamente, la Tiranía que de otra manera pudiese haber sucumbido al embargo norteamericano.

Yo les pido a los economistas que actualmente planifican las estrategias a seguir sobre la deuda externa en la Cuba del futuro, que no se guíen por las normas de economía establecidas. Ellas podrán ser aplicables en muchos casos pero no en el de Cuba.

El caso de Cuba es diferente señores economistas, porque su deuda externa producto del robo y las ambiciones de conquistas de Castro, es principalmente con países europeos los que además de haber contribuido a prolongar la tiranía comunista, se enriquecieron y abusaron de los trabajadores cubanos pagándoles salarios por debajo de la norma.

Por casi medio siglo Castro ha vendido el patrimonio cubano y la Isla misma en parcelas a inescrupulosos inversionistas.

Lo que podríamos hacer, además de no pagarles un solo centavo, es demandar a esas empresas por crímenes corporativos de Lesa Humanidad ante las cortes internacionales pertinentes.

No solo para reclamar una justa indemnización, sino para establecer un precedente jurídico internacional, que evite que este tipo de "Socialismo Totalitario Capitalizado " vuelva a suceder, tanto por el bien de los pueblos como por el del Sistema Capitalista justo y democrático, dentro del cual vivimos y disfrutamos.

La ayuda norteamericana que en definitiva es la que nos interesa, no va a mermar un ápice si una Cuba libre desestima su deuda con el resto del mundo.

Por el contrario, más negocio para ellos y más garantías, porque no podrán menos que respetar la decisión ética y moral de un pueblo que no se atemoriza ante la Banca Internacional, ni actúa con las manos sobre la billetera sino sobre el corazón.

Señores economistas no se trata de aislar a Cuba, los que hicieron negocios con Castro podrán continuar haciéndolo con una Cuba libre y sus propiedades no deberán ser nunca confiscadas, pero sí debieran pagar a los cubanos los salarios y los impuestos que les deben por años de explotación laboral y de indemnizarlos por cualquier daño que puedan haber causado a la ecología de la Isla.

Aunque para lograrlo haya que subastar sus propiedades mal habidas y llevarlos ante las cortes internacionales.


FIN


John Pérez-Sampedro es Poeta y analista político. Autor de "Cuba la Conspiración del Silencio. "De Dios de Amor y De Patria " y "Poems and Drawings for Little People" entre otros. Colaborador de la revista electrónica Guaracabuya. Miembro del Colegio de Periodistas Cubanos en el Exilio. Director de la página electrónica ¿Qué Pasa en América? Email:Perez14824@aol.com Telf. 305-388-9160

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