"Es más lo que nos une que lo que nos separa" por John Pérez-Sampedro 3 millones de cubanos fuera de Cuba, regados por el mundo como los judíos, subsistiendo sin patria pero sin amo. Separados unos de otros por grandes distancias, pero unidos por esa obsesión de regresar a una Patria libre, y por ese deseo de libertad que cada uno de nosotros llevamos dentro; deseo que por sí solo, hace que sea más lo que nos une que lo que nos divide. Aún así, es importante señalar algunas de esas pequeñas líneas que nos separan y que en nuestra pasión de cubano, a veces, no las situamos en la perspectiva correcta, con relación a esa gran causa común que es la libertad de Cuba. Como la sociedad civil es inexistente dentro de la Isla, es natural que la hayamos querido rehacer en el exilio, de ahí que solamente en Los Estados Unidos, existan más de 350 organizaciones de exiliados. La mayoría de ellas refleja la diversidad del pensamiento del cubano libre. Excluyendo, por supuesto, las que ya sea por el virus maligno de la ideología comunista o por la ambición malsana del dinero, intentan perpetuar la dictadura en "La Isla Esclava". En más de una ocasión he escuchado a una que otra personalidad del exilio hacer distinción de los exiliados que vinieron en los 60 con relación a los que vinieron posteriormente. Tales distinciones tienden a crear clases y por ende, división entre los cubanos. Por supuesto que hay diferencias entre los que salieron de Cuba en los años 60 y los que salieron después, pero ellas son el producto natural de crianzas bajo regímenes diferentes, combinado con las brechas generacionales que siempre han existido. La realidad es, que existe más conflicto entre nosotros y nuestro hijos y nietos criados fuera de Cuba, que entre los cubanos que se exiliaron después de los 60 y nosotros. Por ejemplo: ¿Qué diferencia existe entre los que vinimos en los 60 y los "Marielitos"? ¿Acaso no son ellos, un magnífico ejemplo de integridad social y de la perpetuidad de la nacionalidad cubana fuera de Cuba? Salvo algunos modismos y exageradas características lingüísticas, congeladas en el tiempo desde los años 50. ¿Dónde están las diferencias entre el llamado Exilio de los que vinieron en los años 60 y estos hombres y mujeres que actualmente arriban a playas norteamericanas en busca de libertad ?. . . . . y sí; ¿porqué no? , buscando una vida mejor a la cual no podían aspirar bajo el comunismo. ¿Porqué hacer distinciones semánticas entre la libertad que buscábamos los que salimos primero y la libertad que buscan los que salen ahora? ¿Acaso el derecho a comer y vestir no es parte de esa misma libertad que buscábamos los que salimos con anterioridad? Yo insisto en la definición de "Exilio Histórico" parafraseado por el Dr.José Sánchez Boudy donde como él explica en uno de sus artículos: El término Exilio Histórico no tiene fecha de llegada, sino que aplica a todos los cubanos por igual, a todos los que mantienen la verticalidad ante el Tirano y esa verticalidad nos une a todos, sino en estrategia, por lo menos en las ansias de ver una Cuba verdaderamente libre. Nos toca a todos reflexionar sobre esta pequeña pero importante línea que nos separa y les invito a que no hagamos distinción, cuando nos refiramos al Exilio, porque hay uno solo: el Exilio Histórico y somos un solo pueblo, divididos solo por un Tirano y sus esbirros. Los que proponen actualmente la reconciliación nacional, esos que comúnmente llamamos dialogueros, y que invariablemente también abogan por el diálogo con el Tirano y nos llaman la mafia de Miami etc, son agentes de Castro con la misión de hacernos lucir intransigentes ante la opinión pública mundial. Se debe de llamar a la reconciliación, solamente cuando cesa un conflicto o guerra entre dos o más bandos que sufren bajas. Talesl fueron los casos de El Salvador, Guatemala, Nicaragua y muchos otros conflictos donde hubieron bajas en ambos bandos. Pero en el caso de Cuba, hay un solo bando, la Dictadura que mata y tortura. El otro bando, el pueblo indefenso, sufre impotente, el largo calvario, que aún continúa después de casi medio siglo. Proponerle reconciliación a ese pueblo es una burla cruel y un cinismo sin medida. Al igual que la Reconciliación Nacional, otra propuesta risible y que llevamos oyendo por muchos años es la del diálogo. Los dialogueros y ahora los "Payasistas" no cesan de acusarnos que el Exilio no quiere diálogo. Pero lo que no explican es que Castro no quiere dialogar porque Continúa en el reverso . . . . . . . . . para hacerlo, él tendría que ceder algo de su poder y eso no lo va ha hacer mientras viva. Además Castro no puede dialogar con el exilio, porque para nosotros, la intransigencia significa hacer Patria y no vamos a negociar ni un ápice de la completa libertad de Cuba y él lo sabe. Cuando Gorbachov llevó a Cuba el mensaje de la Perestroica, Castro le arrebató el micrófono públicamente en aquel famoso incidente, en el cual, demostró a las claras que no quería diálogo entonces, como no lo quiere ahora. Cuando el ex-presidente Clinton trató de negociar con el Dictador incondicionalmente, la respuesta de Castro fue derribar las avionetas desarmadas de Hermanos al Rescate. Lo que no puede permitir el Exilio, es que otros negocien por ellos. Que otros, fuera o dentro de Cuba, dialoguen con la Tiranía y acepten a nombre de todos los cubanos, los de adentro y los de afuera, una transición con promesas futuras de democracia, que permitan: La impunidad de los asesinos, la legitimación de las propiedades robadas y la perpetuidad del sistema comunista, bajo otro nombre. Tal es el caso del "Proyecto Varela", el cual se cierne amenazante sobre el futuro de la nación cubana como la "Espada de Damocles" entregándolo todo a cambio de vagas promesas a largo plazo. El Exilio debe estar vigilante sobre tales dialogueros y no deben dejarse impresionar porque el "Proyecto Varela" esté apoyado, dentro y fuera de Cuba, por la Iglesia. Porque esa Iglesia tiene una agenda, la cual es, negociar la obtención de sus propios espacios, con o sin Castro. El Exilio por el contrario, solo tiene una agenda, la plena libertad de Cuba. Nosotros no necesitamos dialogar, porque diálogo significa, negociación, y ningún cubano bien nacido puede negociar las condiciones de cambio en Cuba, que no sean: Regresar a los plenos derechos que existían antes de 1959 bajo la constitución de 1940. Devolver o compensar las propiedades robadas a sus legítimos propietarios y llevar a los asesinos ante tribunales, verdaderamente imparciales. No obstante eso, debemos enfrentarnos a la triste realidad de que no existen muchas alternativas y el panorama de una pronta liberación de Cuba, no es muy alentador. Por un lado, los exiliados no tenemos ni la logística, ni los recursos para derrocar al Tirano por la fuerza. Por el otro, el pueblo dentro de Cuba totalmente reprimido, y sin los más mínimos recursos, se encuentra incapacitado de conspirar o lanzarse a la calle, contra uno de los aparatos represivos más efectivo de todos los tiempos. A través del proceso de eliminación, la única alternativa que nos queda además de un golpe de estado dentro de la cúpula militar cubana, con un giro hacia la derecha, es: Persuadir a los Estados Unidos que es en el interés de la seguridad nacional norteamericana y la de los cubanos, que los Norteamericanos invadan a Cuba sin pérdida de tiempo. No existe otra alternativa, porque aunque en Cuba la mayoría del pueblo ansía libertad, la represión es tan completa que no se puede conspirar. No cabe duda que hay patriotas y mártires agonizando en las cárceles Castristas, como los hay fuera de Cuba, que lo han dado todo por la Patria. La historia reconocerá debidamente su sacrificio. Pero si lo analizamos fríamente, no debemos confiar ciegamente en ninguno de ellos, porque todos estamos sujetos a la persuasión de la barbarie manipuladora comunista. Si tenemos en Cuba un hijo, una madre, una esposa, un hermano, en fin, un ser querido, estamos sujetos al poder despiadado y barbárico de la Dictadura Castrista y es inmaterial si estamos fuera o dentro de la Isla. Es una realidad triste y cruel, pero es una realidad. Las reglas del juego no son las mismas que existían durante la "Guerra de Independencia", del "Machadato" o durante la dictadura de Batista. Actualmente estamos enfrentados a lo que queda del "Imperio del Mal" como les llamara el ex-presidente norteamericano Ronald Reagan, a los comunistas, liderados entonces, por la ahora extinta Unión Soviética. Tenemos la bochornosa distinción, de que un cubano mal nacido es ahora el líder de ese "Imperio de Terror Apocalíptico" y conocemos de cerca que sus recursos de manipulación no tienen límite, tanto en lo económico, como en la falta de escrúpulos, para llevar a cabo dentro y fuera de Cuba chantajes, torturas y asesinatos. Recursos que pueden convertir al más valiente de los opositores, en un hábil colaborador del régimen. Sin duda alguna, la sociedad civil que hemos creado fuera de Cuba, podría en un futuro cercano, contribuir a la reconstrucción de nuestra Patria. Pero es importante que practiquemos desde ahora, ser un poco más pragmático y sobre todo, más tolerante, con los que como nosotros, ansían la libertad de Cuba, pero difieren en las estrategias de como lograrlo. Es importante permitir ideas frescas dentro de nuestras organizaciones del exilio. Y sobre todo, es importante llenar nuestras filas de cubanos más jóvenes que puedan hacer la diferencia en la "Cuba Libre" del mañana. En más de una ocasión hemos confundido diversidad con divisionismo. Se acerca la "Hora Cero" y ahora más que nunca, necesitamos tomarnos de las manos y ser uno en propósito y no olvidar, que es más lo que nos une, que lo que nos separa.
John Pérez-Sampedro es Poeta y analista político. Autor de "Cuba la Conspiración del Silencio. "De Dios de Amor y De Patria " y "Poems and Drawings for Little People" entre otros. Miembro del Colegio de Periodistas Cubanos en el Exilio. Director de la página electrónica ¿Qué Pasa en América?
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