Alvaro de Villa y el Meollo de la Cuba Eterna por José Sánchez-Boudy Quiero, en este artículo en que voy a hablar del paisaje cubano y la unión de él con el hombre cubano, lo que es el meollo de la Cuba Eterna, compararlo el de ayer con el de hoy que me describe el Dr. Osberto Fernández. Quiero hablar de lo que él me cuenta; y del central "Amistad", cercano a Güines, cuya destrucción aparece en las páginas de la revista güinera "Mayabeque". Y hablo de Alvaro porque está olvidado en muchos aspectos. Y ha sido, no sólo el humorista del que todos aún hablamos, sino porque fue un enorme novelista; un hombre cultísimo en el terreno filosófico; y porque ha dejado una poesía imperecedera, titulada "Mi Habana", y una descripción del paisaje cubano que será inolvidable. Sus novelas son también parte de la Cuba Eterna. Oiganlo hablar del paisaje en su ensayo "Cuba: el paisaje" Oigan esto: "En nuestro paisaje el cielo no es un sitio remoto y terrible, como esos cielos oscuros donde los hombres alojaron a sus dioses crueles. Nuestro cielo se junta a la tierra y es más que aspiración, un techo hermoso y acogedor donde todo parece al alcance de la mano. El cielo es el techo de nuestro hogar, y eso es la isla, un hogar. Por eso vivíamos en los campos y en las calles". Y dice el Dr. Osberto Fernández, hablando del paisaje hoy: "…es nuestra tierra a la que no olvidamos y allá, en las tierras llanas y coloradas de la gran llanura de Colón, recuerdo cuando un grupo enorme de milicianos con jeeps y armas de grueso calibre llegaron a la finca "La Yaya", municipio de Manguito, provincia de Matanzas (…) "Tenían unas quince mil matas de naranja y cítricos en general, grandes arboledas de mango -más de veinte mil matas-, cocoles,, colmenas y cafés… los milicianos (…) se personaron allí y procedieron a desalojar a la familia, con grandes martillos rompían paredes (…) Transcurridos unos meses se procede (…) a buldozear a toda la arboleda sin dejar una mata de pie" (…) Y vuelvo a Alvaro de Villa: "Todo tiene límite y fin en esta vida, pero en nuestra isla hay una elástica infinidad en la finitud. Nada está lejos. Nadie lo está" (…) En un paisaje así Dios no es un ser alejado y terrible, es un padre sonriente, un amigo afable que convive con el hombre. Habitar la tierra en un paisaje así es también habitar el cielo. Retorno a Osberto y a la Cuba de hoy: "…transcurridos unos meses la turbina la lanzan al pozo de brocal ancho, el bungalow cae también al empuje de los buldózer convirtiéndose aquello en un verdadera desierto, el ferrocarril que pasa frente a l tierra sucumbe y es arrancado, aquello es desolación… A corta distancia había una arboleda de mangos machos, unas doscientas matas que tenían la altura de un edificio de quince pisos y unos troncos que tres hombres no podían abrazarlas; se dice que bajo esta arboleda acampó Máximo Gómez y Antonio Maceo… Lamentablemente nada de esto existe hoy. Todos estos árboles el nefasto gobierno comunista dinamitó". Vuelvo a leer a Alvaro: "Los palmares no son jamás bosques, no hay selvas, no hay pues misterios. Todo es claro y triunfal, como su luz. El paisaje finito pero ilimitado. No hay en el paisaje sombras ni cruces, sino brotes y capullos, la vida es tan restallante que no permite ver las sombras de la muerte. Es un paisaje que embriaga y que como la flor del loto, nos induce a olvidar (…) en un paisaje así el hombre se viste de vida, el paisaje es ya un exorcismo contra la muerte". Y digo yo, como dicen todos los cubanos: Este es el paisaje de la Cuba Eterna. Este es el paisaje de los poetas cubanos exiliados: Carmen Rosa Borges; Sara Martínez Castro; Margarita Robles; Moncho Norniella; este es el paisaje de Suárez y Riomer; el paisaje de Luis Mario; este es el paisaje de Gladis Zaldívar; de Amelia del Casillo y Norman Rodríguez; de Oscar Pérez Moro y Darío Espina… Este es el paisaje que une al hombre a la Cuba Eterna. El es la fuerza telúrica de la patria eterna. Ese es el que llevamos dentro, por eso, porque es la vida de la patria, los comunistas lo han destruido volando las palmas con dinamita, echándole los buldozers a los naranjales como nos cuenta el Dr. Osberto Fernández. Pero este paisaje no puede ser destruido, porque lo veía Heredia en el Niágara; porque lo dejó en todo lo que cantó de Pinar del Río Cirilo Villaverde; porque está en el alma de "Cecilia Valdés", porque está en el valle de los ingenios; porque está en las cacerías de mi padre, José María Sánchez-Priede, dejadas en ese libro "Memorias de un Asturiano… con la escopeta en alto", ese es el paisaje que no se puede extirpar, como dijo Alvaro: "el exiliado es la ausencia de su paisaje, es el que trajo en el alma".
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