De la destrucción del castrismo Por José Sánchez-Boudy El Dr. Fernando Fernández Escobio publicó uno de los estudios más importantes hechos en Cuba: lo dio a la luz aquí en el exilio, en tres volúmenes; y le puso el título de Raíces de la Nacionalidad Cubana. Es uno de los libros cubanos más importantes -tiene tres volúmenes- sobre nuestro destino. Y refuta, de modo singular aquella opinión de Gustavo Pittaluga, el famoso médico de Alfonso Trece, una super autoridad en conocimiento de la sangre, italiano de origen y avecindado en Cuba, que también hizo uno de los libros más importantes de la formación de la nacionalidad cubana, "Diálogo con el Destino" con aciertos enormes, con errores gigantescos, como cuando afirma que "el signo específico de una nación consiste en tener "conciencia de un destino" -lo toma de la definición de nación del inmenso Renán- y Cuba, continúa, no tiene conciencia de su destino". Esta afirmación, por supuesto es falsa. Cuba sí tuvo conciencia de su destino, que es el de la libertad y en búsqueda de ellas hemos pasado por nuestras grandes tragedias y estamos pasando. Este libro, explica el Castrato, y de él, así como de otro que cito y cito, de Cuba y su evolución Colonial de Francisco Figueres, hablaré en enero, en la inauguración del curso del Instituto Cultural Hispanoamericano porque hay que parar a los diletantes que tanto abundan por ahí hablando pestes de nuestro pueblo y de América Hispana a la que no conocen aunque sean nativos de Cuba o de otra nación de nuestra América; para recordar, con Nuestra América, a José Martí. Fernando Fernández Escobio demostró como la industria azucarera moldeó el destino cubano. En el libro citado de su autoría. Por eso, señalo yo, es que Castro ha destrozado la industria azucarera. Base de nuestro destino y cultura y de nuestro carácter -con el tabaco-. En éste nació la independencia cubana con los vegueros canarios. Porque el comunismo quiere matar el alma nacional. Destruir al cubano sin darse cuenta de que Cuba no es este nombre solamente sino la Cuba Eterna. ¿Cómo está la industria azucarera hoy en día? Mi fraterno amigo, un hermano, el Dr. Osberto Fernández me remite con sus acotaciones, porque Osberto está unido a la tierra del campo matancero donde nació y se crió y sus pinceladas sobre ella dan una nota de cómo se le destruye por el Castrato con el fin acabado de señalar, me remite las pinceladas. Dice Osberto en la carta: "Cuquito era uno de mis primos (…) cuando se casó -hoy tiene ochenta años- vivía a kilómetro y medio del Central Mercedes, tan cerca que el refriadero del central llegaba la neblina del agua azucarada a su patio. ¿Qué ve hoy Cuquito cuando esa agua ya no llega, y la miseria es total? Pues ve desde su casa "las dos torres del Central en ruinas, rodeado de yerbas y totalmente abandonado, el techo de zinc de una de las casas de caldera ya no existe (…) ahora el refriadero no es más que escombros y tubos retorcidos por el tiempo que apenas pueden verse por el alto yerbazal". "De vez en cuando se monta en una "guarandinga" -carro que se monta por detrás y viaja por las fincas vecinas- ya los ríos ni peces tienen. Un día vio una yegua que quedó atascada, no pudiendo salir, y llegaron unos lugareños con machetes y cuchillos procediendo a sacrificar a la pobre yegua y cargar con los muslos y carme para comer… en Cuba jamás se consumió carne de equino". Ahora relata el Dr. Osberto Fernández, que continúa con lo que encuentra en la carta de su primo Cuquito, relata que en otras fincas, las casas habían sido arrasadas, las yerbas y el marabú estaban por todas partes, todo esta desolado, apenas se ven personas, la tristeza -y la desesperanza- invaden los campos… "Cuando Cuquito pasó por la finca del padre del Dr. Osberto Fernández, M.D. "no podía creer lo que veía", todas las casas habían sido arrasadas por buldozas, nuestra casa no existía; no existían las "grandes casonas" donde se guardaban en -tiempo muerto- los equipos de labranza, ej. Tractores, arados, carretas de gomas para el traslado de las cañas; no había cercas ni linderos (…) las líneas de ferrocarril que existían desde el año 1915 habían sido arrancadas, aquello era desolación, sólo la estructura del trasbordador de hierro había quedado en pie rodeado de yerbas y marabú las tierras no cultivadas, esas mismas tierras fueron confiscadas a sus legítimos dueños con el fin de entregarlas a los campesinos cubanos (…) no en balde en Cuba no hay calabaza, ni malanga, ni papa, ni maíz, ni boniatos que antes había en exceso y a precios baratísimos y al alcance de todos. Recuerdo allá finca La Rosita cerca de Guareiras; se podía comprar un saco de cien libras de papa por dos pesos y algunas veces menos… Me cuenta Cuquito que el puente sobre el río Santa Catalina, afluente del Hanabana (…) ha quedado allí pero sin vías de ferrocarrill. Este es el cuadro de la industria azucarera y de los campos cubanos. Por el azúcar fue Cuba grande económicamente. El azúcar, en lo cultural influyó el carácter del cubano y contribuyó a la dulzura que en tiempos normales presenta. Como no lo iba a dulcificar, si yo recuerdo cuando visitaba el Reparto Mulgoba ir con los fiñes a campos de caña cercanos a cortarla y a comerla. Y mi madre decirme -y ya yo era abogado con años de profesión- "Pepito, como esa caña, erecto y dulce como ella tiene que ser el cubano. Con el cuadro de Cuquito y su primo el Dr. Osberto Fernández vemos como se destruye un puntal de nuestro carácter o mejor dicho, se trata, porque somos erectos, educados en el trato, pero amantes del derecho y no dejaremos incólume el crimen del castrismo. Seguro. Y a éste seguro no se lo llevarán preso.
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