Los que tumbaron la República por José Sánchez-Boudy Los que tumbaron la República fueron los intelectuales que no entendieron a los comunistas y confraternizaron con ellos. Los que tumbaron la República fueron aquellos que hicieron creer al pueblo cubano que estaba a la zaga del mundo, cuando es uno de los más inteligentes, laboriosos y luchadores de la libertad que ha existido y que existe; la malversación y por supuesto la labor de los que hicieron creer a nuestro pueblo que vivía en una República solamente de ladrones y de gente que no servía. El poeta español A. Bartra decía: “Si ves a alguien hablando mal de un español es otro español”. ¡Y cómo hay que aplicar esto a tanto compatriota! Desgraciadamente. Fidel pudo comunizar a Cuba porque el Partido Comunista había llevado a cabo una labor de zapa que minó a muchas cabezas pensantes de la República que lo aceptaban como una doctrina política más, y dándosela de intelectuales no conocían ni los horrores ni los “gulags” descritos por Alexander Soltzenitshin, ni los horrores llevado a cabo por los bolcheviques a su llegada al poder. Y por seculare seculorun. Castro triunfó porque hubo cubanos que desde los micrófonos se dedicaron a desprestigiar a nuestro pueblo; a desprestigiar a todo el mundo; a hacer demagogia mentirosa a todo tren. Lo mismo de los micrófonos lo vimos en el periodismo y en muchas otras áreas. Por eso, por ese afán de hablar mal del cubano para sobresalir y obtener popularidad y poder; por tanto analfabeto a los que llamaban “intelectuales”, que se llenaban la boca para hacerse dirigentes de un pueblo al que despreciaban; por tanto intelectual, como Francisco Figueres, que escribió a principios de la República un libro titulado “Cuba y su Evolución Colonial” donde esgrimió la tesis de que el cubano estaba por la geografía y el clima condenado al eterno fracaso, y que no dejó de mancillar con su pluma la honestidad de la mujer cubana, a la que puso víctima del mismo ambiente climático, por libros como éste estamos aquí. ¡Hablar mal de la mujer cubana! La mujer cubana que en la Emigración Heroica, en todos los exilios que hemos sufrido los cubanos desde los tiempos de Narciso López; en todas las guerras demostró que era hacedora de hombres, y lo dio todo, con abnegación suprema, por la patria cubana. Por algo una mujer cubana fue la primera en ver tremolar la bandera de Narciso López. A la esposa de Maceo, el Titán de Bronce se les murieron hijos en la manigua; las damas más encopetadas fueron a la misma a preparar el rancho mambí y a curar a los enfermos en los hospitales de sangre. Están entre las grandes heroínas de la historia. Como lo está el pueblo cubano. Que se rebeló contra el comunismo; que peleó contra los tanques soviéticos en el Escambray; y con escopeticas contra la aviación soviética; sólo, con las manos; que murió al grito de: “!Viva Cristo Rey!” Este es el pueblo de los que algunos hablan mal. El pueblo que hará una Cuba libre de nuevo. Esto de hablar mal del pueblo cubano fue un método que utilizó la Metrópoli colonialista española con aquel libro de un tal Paco, Cuba y sus gentes al que le salió al paso Raimundo Cabrera con “Cuba y sus Jueces”. En todo hemos dado de lo más granado del mundo. En el Siglo XIX hubo en La Habana la polémica filosófica que habló de la altura de nuestros hombres: Varela; Romay; Finlay, todos nuestros profesionales han demostrado, ayer y hoy, nuestra valía. Mienten pues os que quieran reducirnos, como hizo la Metrópoli, a lo que pintaba el gigantesco José Antonio Saco en sus Memorias sobre el juego y la vagancia en Cuba. Sí, la República tuvo muchos fallos. Hubo malversación asquerosa; hubo corrupción a muchos niveles, pero un pueblo que quemó en las guerras sus riquezas las volvió a levantar en cincuenta años. Esta hazaña y la de nuestros exilios; la del Exilio Histórico, están entre las grandes gestas constructivas de los pueblos. Por algo en Centroamérica nos llaman “los alemanes de América”; y en Egipto “los libaneses de América”. Los que hablan mal de Cuba, no los que critican honestamente, siguen la política de la Metrópoli española; los que se ponen por encima de su pueblo y se endilgan cualidades que no tienen, siguen la política de la Metrópoli. española; los que se ponen por encima de su pueblo y se endilgan cualidades que no tienen, siguen la pode la Metrópoli. En estos momentos en que el pueblo cubano y el exilio, a todos los niveles y con todos los nombres que se les quieran dar, son víctimas de la tiranía más acuciosa, sangrienta y perversa que ha conocido el globo, lo que hay es que derribar a Castro contando con el pueblo de aquí y de allá; recordándonos que somos hijos de la Cuba Eterna y que con ella va el legado de todos nuestros mártires; de cada cubano bueno, porque los que no sojuzgan no son cubanos; va la lucha por la libertad de un pueblo que derrotó a la España civilizadora mal dirigida por Weyler y Canovistas y que evitó en la Guerra del 95 cuando el desembarco americano que esté fuera un desastre, como atestiguan en lo del desastre aquellas palabras del jefe militar de las Fuerzas Expedicionarias de América del Norte que pidió al presidente que lo sacara de tierra cubana, y la labor firme e éste de “manténgase ahí”, vitó también una catástrofe. Lo dije ayer y lo repito hoy: No podrán quebrarnos; no podrán separarnos a los de aquí de los de allá. El triunfo será el de la Cuba Eterna. Andar por las nubes creyéndose un político de altura; creyendo en el diálogo con el comunismo, que se muere de risa cuando se lo proponen, y rebajar la imagen del pueblo de Cuba, en nada ayuda a nuestra liberación. Pensémoslo juntos, queridos compatriotas.
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