El legado del Exilio Histórico: "Resistir"

Por José Sánchez-Boudy


Manuel Prieres, John Pérez Sampedro, yo, todo el Exilio Histórico, cada miembro del mismo –y recuerdo que no es sólo una fecha de llegada sino mantenerse luchando en la Intransigencia Heroica enarbolando el legado de nuestros próceres y mambises, el legado de los Mangos de Baraguá; el legado de Martí; de Varela; de Máximo Gómez. El legado de nuestros héroes y mártires; el legado de la Cuba Eterna. Unidos al entorno; a la heroicidad de los hombres que nos dieron patria- cada cubano histórico en la tertulia del Pub; en la del Versailles: en las reuniones en las esquinas, sin desfallecer un minuto: en libros: en poesía: en discursos, ha construido el legado del Exilio Histórico: el de la Intransigencia Heroica; el de resistir, el de no dialogar, el del No a la Transición Pacífica.

Contra las armas de los comunistas luchamos con la nuestra: el legado de la Cuba Eterna. Combatimos con este legado sin desfallecer, seguros del triunfo. Muriéndose nuestros compatriotas han dicho la misma palabra: ¡Resistir!

Sí Resistir, como quería Varona. No Dialogar jamás con el enemigo como quería Maceo. Alimentarnos de las palmas como nos enseñó Heredia. Morir al grito de ¡Viva Cuba Libre! ¡Viva Cristo Rey!

Contra los tanques, contra los misiles, contra la conjura internacional, contra el enemigo: ¡Resistir! Con la Intransigencia Heroica. No dialogar jamás. Luchando con el legado de Martí: “La muerte no es verdad cuando se ha cumplido fielmente la obra de la vida. “!Resistir! Resistir a marcha forzada como las fuerzas de la invasión, a las que no pudieron vencer la trocha, ni los elementos, ni las fatigas; a esa infantería heroica mandada por Quintín Banderas. La que resistió la fatiga y el frío; la soledad y la desesperanza que pudo invadirla en los tristes atardeceres de nuestros campos cubanos, cuando estas ardían ante la tea redentora. ¡Resistir!

Resistiendo hemos vencido. Estamos en pie, en la misma línea de combate. Jamás un pueblo desterrado, jamás un pueblo en el Exilio ha resistido tantas traiciones; tanta infamia; tanta ignominia. Pero hemos ganado.

Porque no nos pondrán borrar de la historia. No podrán borrar de la Historia esta nueva Invasión, como la marcha forzada bajo la lluvia, bajo el granizo, sin cartuchos, con las escopetas amarradas con hilos pero con la consigna heroica mambisa ¡Resistir!. Dejar el legado que recogerán otras generaciones, señalaban los mambises. ¡Resistir! y avanzar, gritaban. Y ese legado lo hemos recogido nosotros mambises heroicos del ayer. Aquí estamos. Resistiendo. Y como ustedes haremos la patria libre. Esta vez no nos podrán vender en un Tratado como sucedió en París. Esta vez no nos podrán dejar atados a la miseria como se hizo con ustedes: al sufrimiento, en la tierra que ustedes libertaron para entregársela a los que querían seguir bajo la bota de los verdugos y pasaron un telegrama felicitando al gobierno colonial cuando mató a Maceo. Al que le pidieron, al opresor, que no sacara a Wayler de Cuba: el hombre que había hecho morir a miles de cubanos en campos de concentración; hambreados y humillados. Esta vez los que se unieron a la opresión, como entonces a la colonial, no nos lanzarán a la miseria, porque nuestro legado, el de la Cuba Eterna, está hecho por la vida, y la muerte en vida en el exilio, y es eterno, como la patria. Como la catalina, como la rueda, de la Demajagua. Venceros a los infiltrados.

Hemos ganado. Y no son meras palabras. Estamos de pie y luchando contra los infiltrados de adentro: contra los verdugos de allá; contra los asociados a la ignominia castrista. Porque no nos han podido aniquilar. Vencer.

Se dice que no hemos pasado la antorcha. Ya verán si la hemos pasado o no. Así pensaba el yugo colonial cuando veía los horrores de la Cantera de San Lázaro, y Martí, casi ciego, con los ojos llagados, con la bola de hierro, con el grillete comía la sal, con otros cubanos, de aquella máquina de matar, colonial. “No resistirán”, decían los verdugos. Ese, señalando a Martí, afirmaban años más tarde, es un iluso; esos un Exilio Lunático, como nos califican los que sin coraje para la lucha como nosotros los del Exilio Histórico creen que pueden dialogar, por migajas, con el enemigo. Porque el enemigo comunista sólo da sangre y fuego. “No, no podrán resistir, “gritaba el capitán-general: la tropa colonialista.

Pero en el campo insurrecto los que morían en los hospitales de sangre, con la de sus propias heridas mortales, escribían sus últimas palabras: ¡Resistir! ¡Resistir es ganar! El gobierno que agrilletaba a un pueblo noble y bueno, el que nos legó su espíritu de honra y trabajo y libertad individual gritaba los mismos: “son unos cubanos histéricos”. ¡Ese Martí, ese Maceo, ese Máximo Gómez! ¡Son unos ilusos! ¡Jamás ganarán! ¡Si en este imperio no se pone el sol! ¡Y que consigna idiota gritan! ¡Resistir!

No sabían que los mambises habían pasado una nueva generación, la de Martí, la antorcha. Que como hoy aquí y allá, en el aire, está el mismo afán de doce millones de almas abandonadas del mundo que engorda, por otros lados a sus verdugos. ¡Resistir hasta liberar a Cuba! ¡La patria!

¡Resistir! Hemos pasado la antorcha. Hasta hoy hemos vendido con una firme voluntad. Dialogar Jamás ¡Resistir! ¡Resistir compatriotas! Como hoy y siempre ¡Resistir! Y a la Patria. A la Cuba Eterna.



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