La Crisis en Estados Unidos Por José Sánchez-Boudy Esto no es fantasía. Y hablo así, porque cuando se analiza historia o política, cuando algo se analiza, no se puede fantasear. El presidente Bush ha declarado lo que el Exilio Histórico ha venido denunciando día a día: que en Yalta, el presidente Roosevelt, entregó el Mundo de Occidente a Rusia. No lo ha dicho tan crudo pero ha afirmado que Yalta fue un enorme error. Pero no es sólo esto: el plan Morgenthau proponía desmembrar a Alemania en pequeños estados agrícolas. Fue idea norteamericana. De aprobación norteamericana. Como fue la ONU Churchill se opuso terminantemente al mismo. Alemania es lo que se llama en la estrategia militar zona de contención; es decir un área que permite parar un golpe de invasión fuera de la nación atacada. Al convertirla en zona agrícola, una invasión rusa era imparable. Los rusos se bañaban, como dice el Dr. René Landa, en Cascais, la playa portuguesa. Otro, llamémosle error de la política estadounidense, exterior. Pasemos a otro punto. En Postdam, donde se reunieron los aliados para repartirse los despojos de Alemania, Churchill, Roosevelt, Stalin, los rusos salieron con el botín de armamentos de más valor estratégico. Se les reforzaba su valor ofensivo. En la ONU se le entregó a Rusia el organismo con el derecho del veto, con la aceptación de Bielorusia, si no recuerdo mal y otra nación ocupada por Rusia como estados independientes y con derecho al voto. Se remachó la entrega del organismo, que funcionara muy bien en muchas dependencias como la sanitaria, por ejemplo, pero que en política ha sido un instrumento de las izquierdas y del odio hacia Estados Unidos como ha sucedido en la OEA. En cuanto al odio. Se dejó que China derrotara a los nacionalistas chinos de Chiang Kai Sheik, el que había acabado, a sangre y fuego, con los comunistas en Shangai. El que era, después de haber conocido bien a los camaradas, un anticomunista raigal. La entrega de China es uno de los golpes más grandes que se dio contra este país y nuestra civilización. Y no se olviden que se mandó hasta a una comisión militar estadounidense, y hay retratos de la misma, a tallar con Mao en su campamento. Ahí están las fotografías. Carter entregó al Shak de Persia. Se entregó a Corea del Norte, a Vietnam. Hoy Persia es una amenaza atómica. Una bomba que ella dispare acaba con Israel. Lo mismo sucede con los norcoreanos que provocan las hambrunas y que los Estados Unidos les mandan alimentos para pararlas sin denunciar el crimen. Si sigo, es lo de nunca acabar. A mi no me cabe en la cabeza ni a nadie que un gangster, porque no es otra cosa, como Castro, pueda estar cuarenta y pico de años en Cuba. Ni que esté al borde de engullir a América Latina: que haya mandado tropas al Africa a las alturas de Golan en Siria contra Israel sin que los Estados Unidos hayan hecho nada. De que esté en una maniobra junto a Chávez, con el visto bueno del argentino, del brasilero, hermanos en el ataque esta tierra de que Estados Unidos no haga nada. Ni de que haya disturbios enormes en Panamá, en Bolivia –ya, prácticamente tomada por el comunismo de Evo Morales, y Estados Unidos no haga nada. De todo lo anterior y mucho más, porque el orbe es una caldera a punto de reventar y los Estados Unidos no hacen nada. A nadie le cabe en la cabeza. Y es que el Imperio del mal de que habló Reagan no murió. Está vivito y coleando. Y en ataque. Porque no es un pensamiento político solamente sino una horda criminal sedienta de poder y de venganza. Que quiere esclavizar al mundo. Convertirlo a los hombres en androides, de igual manera que han tratado de hacer otros dictadores europeos, y lo han dejado así en sus meditaciones y conversaciones de las que existen copias. Todo esto sucede porque todo está minado por la izquierda. Un recién llegado me decía que se asustó en su arribo a este país de libertad porque creyó que estaba en Cuba. “Todos los que yo vi en televisión, los artistas, --y leí en las publicaciones—comunistas pegaditos con el régimen, me los he encontrado por ahí. Aquí, viejo, hay más comunistas que en Cuba decía, en forma tal que pudiera mitigar el impacto que le causó ello y llegar a un restaurante perteneciente a alguien que allá salía todos lo días por televisión y era un comunista de arriba a abajo. Esta es infiltración que falsea la historia: que infiltra los medios de comunicación. Fuertemente unida en su solapado ataque a la sociedad libre es la que ha permitido todo lo que ha pasado en los últimos cuarenta y seis años aquí. La que desde la infiltración en la Prensa y en el Ministerio de Estado, en las universidades y en los púlpitos, en las iglesias, a todo nivel logró apoderarse de Cuba y que se entregara medio mundo a lo Rojo. Ahi están los libros de Chambers, las actas que le costaron el puesto a Nixon cuando investigó las actividades antiamericanas: éstas son las fuerzas tantas veces denunciadas aquí, y que denuncia Revel en su gran libro La gran mascarada. Donde nos deja saber todo lo que está pasando en el mundo y porque sólo se habla, por ejemplo de los crímenes de los antirojos, pero no de los de Castro; se achacan crímenes a todo el que los derrotó, como Franco y como Pinochet, pero no se habla de los miles y miles de polacos asesinados en Katyn por los Rojos. En el libro negro del Comunismo sobre los horribles crímenes del marxismo, Castro tiene cuatro líneas. Esto lo explica todo: los fracasos de esta nación; de la Democracia.
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