¿Cómo puedo volver, si no me he ido? Por José Sánchez-Boudy Los cubanos nos llevamos la patria con nosotros. Nos llevamos, para salvarla, a la Cuba Eterna. De ella está hecho el Exilio Histórico. Y sobre ella, de la que he hablado continuamente, en mis libros y discursos, desde que acuñé el término años y años atrás. La Cuba Eterna. Esa que han cantado abogados, arquitectos, gente de mi pueblo en versos sublimes. Profesionales, compatriotas en general que nunca habían toado la poesía, pero que comidos por la soledad de la ausencia, por la agonía de la patria, se sentaron un día e hilvanaron estrofas con el recuerdo de los barrios cubanos, de la heroicidad del mambisado; de los cielos ametrallados de cundiamores, de amarillos, abrazados a un sol que hacía mil coloraciones sobre el añil. Abrazados al paraíso terrenal. De la patria donde los vientos soplan continuamente, de norte a sur, para contemplarla. He dicho Paraíso Terrenal. Claro, objetarán muchos, si es tu tierra y otra cosa no puedes pensar de ella, pero no es que lo afirmo yo, sino Bartolomé de las Casas, el defensor de los indios, y además "Cronista de Indias", y éstos son los que han dejado las más exactas y bellas descripciones de las bellezas del Nuevo Mundo. Bartolomé de las Casas habla de Cuba, cuenta de que se podía recorrer la Isla de cabo a rabo, bajo la sombra de la frondosidad de sus árboles. Cuenta de las frutas, con aquellas pulpas tan suaves como la de la guanábana; del mango biscochuelo; del anón. Las flores, señala un historiador citándolo, hacían filigranas por doquier con más profusión que en la misma Andalucía y por la banda sur de nuestra patria, digo yo, se extendían y sigo con Bartolomé de las Casas: "unas islas tan floridas y hermosas que cuando el almirante Colón las descubrió en su segundo viaje, las bautizó con toda justicia con el nombre de Jardín de la Reina". Concluye su relación Bartolomé de las Casas afirmando que no lejos de allí debió estar el Paraíso Terrenal de que nos habla el Génesis. Este es el espíritu de la Cuba Eterna. De la verdadera Cuba Eterna. No de la falsificada. Por eso, un compañero mío de curso, un jurista, se sacó en el exilio del fondo del alma ensayos, florismos, costumbrismos, poemas, y cuando oyó un día a aquella señorita, a Margaret Patten cuyo padre canadiense había sido fusilado luchando por la paria cubana, aquella señorita que salió de Cuba con sólo tres años, de Camagüey, y al recordar las sabanas y la caída del agua en las tejas milenarias exclamó: ¡Quiero volver a mi patria! Tocado por aquello, mi compañero de curso Emilio Cossío escribió los versos con el título que encabeza este artículo, y dijo así: "¿Cómo puedo volver si no me ido/ si llevo en el alma sembrado mi pasado/ si no he cesado de sufrir lo que he sufrido, ni dejado de amar lo que he amado/". "Sólo pueden volver los que han dejado/ perdido en el polvo del olvido/ los sueños en la patria encadenados por el sueño en tierra extraña prometido". "Sólo pueden volver los que se han ido/ y en suelo del destierro han sepultado/ recuerdos, anhelos y pasado/ ¡Yo no puedo volver! Yo no me he ido". Esta es la tierra que cantó el Poeta Nacional Luis Mario. Este es el sueño hecho poemas de Carmen R. Borges. Este es el Cuento de Sara Martínez Castro. Esta es la patria que han honrado los abogados cubanos escribiendo cientos de páginas y produciendo en sus principios, la literatura cubana del exilio. Sacada del alma, a la que se unieron otros, los que nunca partieron, con la Intransigencia Heroica han levantado, para que se sepa que la Cuba es Eterna, como la Protesta de Baraguá; como la mañana insurrecta de La Demajagua; como el grito de ¡Cuba Libre! De los fusilados por la ignominia castrista. Por los que trataron de ahogar nuestra libertad. Esta es la Cuba Eterna que desde años y años atrás, elaborando y perfeccionando el concepto espiritual he llevado a las páginas de este Rotativo de la Libertad. Para dejarla como legado a los que en el mañana volverán a ver el amarillo de los cundiamores en los cielos cubanos, y a los que desde el corazón de una patria agradecida contemplarán el sacrificio enorme de los que murieron por el mundo peleando por ella. No. No nos hemos ido. Todos estamos en nuestros barrios. En la caída de la tarde. En la tristeza del campo cubano al atardecer. En el grito de los niños libres que esperaban la guagua del colegio que venía a recogerlos. En el maní manicero. En la esperanza que fabricaron los que dieron su vida y lucharon para que nosotros, sus continuadores, el Exilio Histórico, todos los cubanos, ese pueblo cubano que nos espera, la Intransigencia Heroica podamos reunirnos. Emilio Cossío tiene razón: "¿Cómo puedo volver, si no me he ido?". FIN
|