Los valores del Exilio Histórico

Por José Sánchez-Boudy

Nazario Sargén bajó a la tumba rodeado de la lealtad de sus fieles, de los que lo acompañaron en los ideales y en la lucha por liberar a Cuba. Llevarla de nuevo al Proyecto Nacional, el de Martí. El que sintetizó el Apóstol como el de una patria libre con todos y para el bien de todos. El que se remontaba a los inicios de la nacionalidad. A aquellos lejanos tiempos de corsarios y piratas, en que un pueblo, donde ya existían diversos matices en la piel pero el alma tenía una sola, la piel cubana, logró amasar la patria y la nación. Para marchar junto al haz de la libertad al martirio y a la heroicidad, para llegar a tener en la tumba un ramo de flores y una bandera. La enseña por la que Nazario murió y mucha de su gente para que la Patria viva.

Nuestra historia es la de un Proyecto matizado por la lucha encarnizada por la dignidad del hombre; de una nación; de una patria, esta ultíma el concepto espiritual con que el Apóstol llevó a Cuba al azul celeste.

El Proyecto que estaba en el corazón de los hombres de la Demajagua. Esos héroes que una fría mañana de octubre se lanzaron a pelear por la libertad, contra el coloso que había sido el dueño del orbe; el que había regado su cultura en todo el globo el que dominaba con mano de hierro a nuestra tierra, como está escrito en los dos Manifiestos del alzamiento libertario del 10 de Octubre de la finca El Rosario primero, y el de la Demajagua, donde Céspedes dejó para la posteridad la conducta a seguir por el pueblo cubano. Siempre. El manifiesto que siguió Nazario humildemente y Vicente Méndez y todos los que lo acompañaron en su lucha por la libertad de nuestra patria cubana. El que seguimos todos. El de todos esos hombres y mujeres que han muerto fuera de la patria, en tierras acogedoras pero extrañas; en el mar; en las selvas; en sus hogares. Cada cubana de la Cuba Eterna, que no es sólo una fecha de llegada sino el luchar por los ideales de la Cuba Eterna, es un héroe de la patria, el Soldado Anónimo que con su lucha por rescatarla murió pensando en su sol y en su barrio. Es parte vital de la tierra que nos hizo y nos dio la sangre que no se rinde.

La Cuba Eterna por la que luchó Nazario Sargén. Los que lo rodean. Los que fueron a infiltrarse en la tierra de todos los cubanos que nos han sojuzgado. Por la que lucha el más humilde de los cubanos. Que como esa palma de la Demajagua está abrazada a la catalina; a la rueda que movía el ingenio, la Catalina repito de la Demajagua. Al hierro del ingenio, que es un símbolo de lo que son nuestros ideales: morir en el entorno de la patria. El sueño de Nazario, de los combatientes del Escambray, de los mártires... El de los cubanos.

Así vivió Nazario y así viven los cubanos, con la angustia de la patria, con la sangre de la heroicidad mambisa corriéndole por las venas. Tratando ante un mundo indiferente de pregonar lo que son las tiranías y como llegan al máximo de la crueldad cuando son tiranías comunistas, hasta la médula. Como la cubana, esa que quiere perpetuarse para mantener el terror y esclavizar los pueblos del mundo desde su foco de Cuba. De regarse por América Latina para asaltar después el orbe, con sus reciclados y con las genuflexiones de los débiles, de los que atacan este Proyecto Nacional. Del que oí en días pasados, un análisis, en las palabras de uno de los más altos representantes de la cultura cubana: el Dr. Alberto Hernández Chiroldes. En una conferencia que dio en la Universidad de Tennessee. En ese Tennessee que también se hizo en la heroicidad del "pionero" y de aquella armada de East Tennessee bajo el mando del general Lee, dejó una huella imborrable en la Guerra Civil americana y en la historia.

Cada cubano que se nos muere, cada cubano que es parte del Exilio Histórico no importa su edad, aunque haya nacido aquí, pero que lleva en sus venas los ideales de libertad de la patria de sus padres, los ideales de éstos; de sus abuelos; que se siente correr por sus venas la sangre de las palmas, es un pedazo de patria que se nos va.

Hoy comprendemos al Exilio Histórico del ayer; a aquella Emigración heroica de tabaqueros de los mambises que fueron asesinados por las guerrillas al servicio de España en los hospitales de sangre; del que somos continuadores, y vemos como su legado de heroicidad, de patria; de ética, no ha muerto. Que ha sido recogido por los hombres del Exilio Histórico de hoy. Que el sacrificio de las cubanas de ayer que cantó Martí es el de las cubanas de hoy. De esas mujeres que no le temieron a los rigores del exilio duro y que con sus fuerzas han sostenido los ideales de nuestra Cuba eterna; de nuestra patria eterna.

Los de ayer nos hicieron un legado: el de la Cuba Eterna y nosotros, los de hoy, lo estamos dejando. Este es el legado que puede salvar a Cuba. El único. El legado del Exilio Histórico que es la Nación Cubana fuera de Cuba.

Que es la continuación de aquella lucha liberadora de la Demajagua a la que dedicó su vida humilde Nazario Sargén. A la que dedicó su vida Plinio Prieto del que hablaré próximamente. A la que ha dedicado su lucha la Cuba Eterna, para llegar a ese Proyecto Nacional de la Demajagua, a nuestras contiendas por la libertad, del mambisado; del Colegio El Salvador, de los vegueros de Jesús del Monte. Ese proyecto de un pueblo. Morirá el cubano, como Nazario luchando por él; como Boitel, como Plinio Prieto; como Yarey... ¡Para que la Patria viva! Nazario sólo estará feliz, todo el cubano, cuando su espíritu vea, allá sus estrellas.


FIN



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