CON LA CONSTITUCIÓN DEL 40

Por José Sánchez-Boudy

Cuando el colegio Nacional de Abogados, que ha presidido y preside con tanta brillantez el Dr. Luis Rodríguez Cepero, auspició un ciclo de conferencias sobre la Constitución del 40, en la que hube de participar, hablé de que la Nueva República Cubana, post-castrista, tenía que marchar con la Constitución del 40 como Ley Fundamental, y expliqué que las leyes complementarias que nunca se pusieron en práctica ofrecen un campo enorme a la legislación para poner en marcha la República.

Puse, además, de manifiesto, que en Cuba no se puede ir inmediatamente a una Constituyente, por la sencilla razón que hay tres generaciones que no conocen la de- mocracia, que han sido adoctrinadas por el comunismo y que se podía producir un cuerpo de leyes que lejos de levantar la Nueva República la sofocarán.

La Constitución del 40, por otro lado, no es como se ha dicho por algún opositor de la misma, producto de una etapa histórica. Es todo lo contrario: es un instrumento que no se basa solamente en una etapa determinada de la historia de Cuba, sino que recoge la trayectoria de la democracia en el Mundo Occidental y la sintetiza en ese maravilloso Corpus Legal que es ella. Repito: "La Constitución del 40 es la trayectoria de la democracia en el Mundo Occidental" encapsulada.

Para darnos cuenta de esto, basta leer los debates de la Constitución del 40, muchos de los cuales nos presenta, con sagaz selección, el libro de la Editora Universal en la plu- ma del Dr. Néstor Carbonell Cortina, perteneciente a una familia de constitucionalistas cubanos. El libro se titula: Grandes Debates de la Constitución Cubana de 1940.

Prueba al canto de este encapsulamiento histórico de la Constitución del 40, del proceso democrático del Mundo Occidental es, por ejemplo, el debate del Dr. José Ma- nuel Cortina con Ramón Zaydín, en el que intervino el expresidente de Cuba Dr. Carlos Prío Socarrás. El debate se centraba sobre el coartar legalmente la libertad de información de un periódico en ciertos casos. Hasta Jefferson, el padre de esa nación, sale a relucir con su famosa frase, cuando afirmó que: "si lo pusieran ante el dilema de una prensa libre sin gobierno, o de un gobierno sin prensa libre, él escogería la prensa libre sin gobierno".

Como ahora se está pensando sólo en forma económica y se ataca a la Constitución del 40 por impedir esos despidos que se producen en este país y que tienen siempre a los obreros en vilo, o un capitalismo que saquea, como ha pasado aquí con las cajas de retiro, y no le concede ningún derecho al obrero; y se le pone a la Constitución del 40 como una traba al desarrollo económico del futuro de Cuba, creo conveniente recordar algunas cosas útiles. Recordar, por ejemplo, que el país que tuvo un desarrollo más acelerado en América Hispana hasta llegar a "un capitalismo en despegue", y que construyó una clase media que era la más potente de América y que disfrutaba de todo aquello que disfrutaba la clase rica (en Cuba, por cierto, de muy pequeño tamaño), fue Cuba, bajo el manto de la Constitución del 40.

Recordar, por ejemplo, que los constituyentistas de 1940, en su inmensa mayoría eran humanistas, como se puede ver en los debates del libro de que hablamos. Por ejemplo: Es de sumo interés, el relativo al "impuesto progresivo". En el volumen que apostillamos se ve cómo chocaron los criterios de Joaquín Martínez Sáenz, uno de los grandes economistas cubanos e hispanoamericanos, un coloso en cuestiones económicas, como demuestran los libros, uno de los cuales, sobre el patrón oro, escrito en la cárcel, es una "joyita"; y José Manuel Cortina. Ambos constituyentistas, conocían hasta la saciedad la historia del "impuesto progresivo" en las diferentes naciones, así como su diferencia, tal el confiscatorio fabiano, preconizado por "el Fabianismo de Bernard Shaw" y otros de "Primero rojos que muertos".

Lo cierto es que hay una tendencia del "capitalismo", no en función del hombre, como se logró en Cuba, sino del hombre en función de sí mismo, que pretende que en Cuba no haya Constitución del 40, cuando caiga el comunismo, sino que la Ley Primera de la República, sea una "Ley de Tránsito" en la cual la riqueza nacional queda en manos de las grandes corporaciones mundiales, en detrimento del empresario cubano y del obrero cubano.

Yo soy uno que me he inspirado siempre en Hamilton, el gran demócrta, Padre, igualmente de esta nación; el hombre que peleó arduamente para lograr la aprobación de la Constitución Norteamericana, y creo que la propiedad privada es la base de la democracia; y que mientras menor sea la intervención del Estado en ella, más prosperan las naciones. Pero quitar al obrero sus derechos es antidemocrático, y afecta a uno de los pilares básicos, igualmente, de la democracia: al hombre libre, independiente y traba-jador.

El libro del Dr. Cortina es uno de los aportes fundamentales a la libertad y al constitucionalismo cubano.


FIN


Publicado en DIARIO LAS AMÉRICAS 10/30/2001


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