JUNTO AL PARAÍSO

Por José Sánchez-Boudy

Vamos a hacer una pausa y volver junto al paraíso: a Cuba, hablando de ella a través de un libro de cuentos de uno de los grandes profesores y críticos del Exilio Histórico Cubano., del Dr. Alberto Hernández Chiroldes. De los mejores libros de cuentos publicados en estas riberas.

Pocos pueblos hay como el cubano tan aferrado a su tierra. Y es que la tierra, como nuestra Cecilia Valdés, tal vez la mejor novela escrita en América, es el fundamento de lo que somos.

De tierra somos todos. De tierra fuimos hechos. Volvemos a la tierra para con nuestro polvo unirnos a ella. En el Popol Vuh, el gran libro indígena de América, los hombres también fueron hechos de tierra. Los incas llaman a la tierra "Mamá Pacha", y los chinos "Madre Tierra"; la que nos sustenta. A ella en las antiguas civilizaciones, Mesopotamia, por ejemplo, se le tenía como diosa. El arado -dice el famoso ahtor norteamericano de la historia de la ciudad, Munford- nació como culto religioso a la tierra.

Para nosotros la tierra cubana es todo. Todo nuestro ser está hecho por ella, de ese zinc de hierro que la compone en Pinar del Río, donde se hayan algunas de las tierras coloradas más bellas de Cuba; de ese zinc que no nos deja doblegarnos en la lucha por la libertad de Cuba; de esa campiña verde, color de esperanza; de ese azul de cielo que es una eternidad de gloria como nuestra bandera.

La Patria es tierra, pero tierra que no se desmorona y vive eternamente. Nos vamos a la tierra; soñamos aquí en nuestra tierra y su gente, nuestros compatriotas esclavizados; soñamos con la esquina del barrio por donde pasaba la pepilla que nos hacía frituritas el corazón.

La Patria y su gente están aquí, en los cuentos de Alberto Hernández Chiroldes, profesor por largos años del Davinson Collage, en Carolina del Norte, alma mater de grandes de esta nación; del presidente W. Wilson, entre otros.

La Patria y su gente. Unos cuentos de la tierra y la gente ubicada en la patria chica del Dr. Hernández Chiroldes, en Pinar del Río. En ellos recordamos nuestra infancia en Cuba, jugando al pegado; sentados en el Parque Córdova; en el Parque La Sola; en el parque callado, cansado, lleno de sueños de nuestros pueblos.

La niñez en Pinar del Río, en cualquier sitio de Cuba; la adolescencia con sus primeros escarceos amorosos: "¿Usted qué quiere de mí?" "Amarla -con un murmullo"..

El paisaje ese que pintó de La Habana y Pinar del Río, Cirilo Villaverde en una páginas que son las más evocativas, con la descripción de los palmares de anselmo Suárez y Romero, de la Historia Literaria Cubana. El paisaje, aquí en el libro de cuentos de Alberto Hernández Chiroldes titulado A diez pasos del Paraíso, que publicó la Editora Universal de Juan Manuel Salvat, que ahora acaba de dar a luz un catálogo de Nostalgia, con sus inicios como librero y editor, que es una pieza clásica. Copio del libro:

"Juan Manuel partió para La habana un domingo soleado y lleno de esperanza. Al salir del pueblo, miró al río Guamá con emoción. Nunca antes lo había visitado con los mismos ojos. Era un río humilde, y era honesto reconocerlo, un poco vulgar (…) En estos días de lluvia, el río se trepaba por las márgenes y se introducía desvergonzadamente por las calles sedientas del reparto Carlos Manuel…"

La amistad, los juegos juveniles, las travesías de la pubertad, los episodios cómicos que ellas producían, todo está en el libro. "El mundo -escribe el Dr. Hernández Chiroldes- continuaba su marcha. El empresario que expendía, en holgada canasta mangos y guayabas, continuaba en su meritorio comercio. El vendedor de deshollinadores y plumeros, rígido y locuaz, seguía regalando sus pregones; los chinos seguían planchando; los moros vendiendo y los negros esperando. La vida pasaba, engrasada y resbaladiza, por el pueblo de mis entrañas.

De las entrañas de todos nosotros es el microcosmos fabuloso que de Cuba hace el autor al pintar su vida en Pinar del Río; en la capital de la provincia. En su excursión a la Cordillera de los Órganos; de la existencia de amigos, como los de los barrios cubanos y cómo cambiaron en el exilio muchos, desilusionados y "nostalñosos". En fin, aquella Cuba donde, como bien señalaba el autor de A diez pasos del Paraíso, vivimos blancos y negros y chinos y mulatos, y judíos y moros, todos, sin problema de color, religión o raza.


FIN



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