APPOMATOX

Por Jorge Maspóns


INCERTIDUMBRE (Cuarta de 5 Partes)

El alma de Lee sufría. La cabeza de Grant era una palpitante miseria. En nuestros tiempos le llamaríamos a eso "migraña" -uno de esos rompedores de nervios, amedrenturas, torturas que dominan a todo el cuerpo. Toda la tarde, según caminaba en el sol, Grant se sacudía en agonía sobre su caballo. Al anochecer, él y su familia militar entraron en una casa de campo para guarecerse. Grant se sentó en un sofa y colocó sus manos contra su cabeza que se partía de dolor.

"General, usted debe buscar algún tratamiento para eso."

"No se preocupe, todo saldrá bien."

Estába acostado con una toalla mojada sobre su cabeza, en la medianoche, cuando llegó la segunda respuesta de Lee.

General:

Usted debe estar equivocado -Yo no estába proponiendo rendir el Ejército Norte de Virginia. Yo simplemente quería saber cuales condiciones usted ofrece. Yo no creo que es necesario todavía para mi rendir este ejército. Más aun así, me gustaría reunirme con usted. ¿Qué le parece las 10 de la mañana siguente, en el viejo camino de las diligencias cerca de aquí, entre las líneas de nuestros dos ejércitos?

R. E. Lee, General

Como a las 4 A.M. el Coronel Horace Porter entró para chequear como estába el General. Grant no estába allí asi es que Porter fue a buscarlo por el jardín. Allí estába Grant paceandose de un lado para otro bajo la luz de la luna, incapaz de poder siquiera descansar un poco. Al amanecer, Grant se sentió mejor y envió su respuesta a Lee, aceptando la invitación para hablar.

Lee estába acampado en los bosques solamente a dos millas de distancia de Apomattox Court House (lo que llamaríamos el Juzgado de la Ciudad) Al igual que el comandante federal, él y su personal estában sin carros, pero por una razón muy diferente. La caballería yanki había ejercido tanta presión furiosamente sobre la columna unos dias antes que el grupo de Lee se vió forzado a destruir o abandonar la mayor parte de su equipaje.

Naturalmente cada uno de ellos guardó su mejor uniforme. Así pues estában vestidos en elegancia -casi todos ellos en uniformes nuevos de gala- que habían guardado para importantes ceremonias militares. ¿Guardados para que? Quizás para un desfile victorioso cuando las multitudes norteñas fuesen al fín hechadas del suelo sureño.

Se sentaron alrededor de una hoguera, tenían pocas mantas y durante la noche Lee dió instrucciones a partes de sus tropas para cortar su camino a traves de las fuerzas federales en el occidente. Pero este desesperado intento fracasó antes del amanecer. Ahora una masa sólida de federales bloqueaba el camino para el otro lado de Appomattox. Lee estába arrinconado. El general y su personal desayunaron -agua y harina de maiz. Calentaron este "mejunje" sobre el carbón y lo consumieron

Puede ser que Lee, al contemplar esta dura y penosa realidad, sintió algo mas poderoso que la persuasión de sus consejeros. Lee los miró a todos ellos. "El único curso digno para mí sería ir al General Grant y rendirme." ¡Rendición al fín! Ahora ya se daba cuenta que no había esperanza.

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