¿La Firmaría Usted Hoy?

Por Jorge A. Maspóns

"Bienaventurada la nación cuyo Dios es Jehová, El Pueblo que él escogió como heredad para sí."

Salmo 33:15


Hacen ya más de cuarenta años, y continua siendo la moda en algunos lugares, vino a ser una costumbre literaria degradar, por no decir difamar a ese grupo de hombres que son generalmente designados y conocidos como los "Padres Fundadores" de los Estados Unidos.

Han transcurrido 229 años desde aquel primer 4 de Julio (1776-2005) cuando los delegados de las 13 Colonias originales de los Estados Unidos, miembros del Segundo Congreso Continental cambiaron el curso de la historia al comprometerse juntos para lograr la separación del Imperio Británico y formar una nación única, como hasta ese momento había existido en el mundo. A continuación verán algunas observaciones y relatos históricos de aquel dia tan importante; algunos detalles de lo que sucedió en Filadelfia antes y después del primer 4 de Julio. Pero antes, quiero añadir algunas observaciones de mi parte en el siguiente párrafo:

Algunas personas han tratrado de comparar, erróneamente, la Revolución Americana con la Revolución Francesa. Ambos eventos en la historia están muy distanciados uno del otro, fueron muy diferentes y creo que es importante hacer estas aclaraciones. La Revolución o Guerra Revolucionaria en los Estados Unidos fue comenzada y dirigida por individuos creyentes que deseaban una separación del gobierno inglés, la libertad y sus beneficios personales y colectivos. No había odio, ellos querían una nación con un gobierno muy limitado y el enfasis para el individuo. Ellos, a pesar de ser seres humanos pecadores como nosotros, eran en su mayoría cristianos y los que no eran cristianos por lo menos reconocían un ser supremo sobre sus vidas y gobierno. La Revolución Francesa, por otra parte, fue el desbordamiento de las masas sin pensar en nada sino solamente sus deseos egoístas, sin respeto por Dios y terminando en la ejecución de muchos miles de inocentes. Dirigida por demagogos, la Revolución Francesa fue muy distinta a la Revolución Americana.

A los autores de la Constitución de 1787 le fueron dados su completa y amarga parte de censura y difamación; pero los firmantes de la Declaración de Independencia parecen ser los blancos especiales para la calumnia. Estába a la orden del día arruinar las vidas de estos ilustres forjadores de la nación americana. Ciertos tipos de escritores, políticos y demagogos se deleitaron en proclamar sus trapos sucios y ponerlos al descubierto. (1)

¿John Hancock, el de la grande y audaz firma que, según se nos cuenta, presumía que el Rey Jorge III la podía leer sin espejuelos? ¡Basura! Hancock era nada más y nada menos que un contrabandista que estába enojado con los británicos. (2)

¿Samuel Adams, el del discurso elocuente y provocativas cartas? Un agitador de Boston "quebrado y comiendose un cable" que ni siquiera podía pagarse un viaje a Filadelfia o comprarse un traje nuevo hasta que sus amigos pasaron "el sombrero" para ayudarle.(2)

¿Benjamín Franklin, consejero sabio, comentarista listo? Solamente un aficionado en seudociencia, un afortunado tipógrafo, impresor con una juventud insípida; un viejo perpicaz y publicista preparado para tomar ventaja en cualquier negocio.(2)

¿Thomas Jefferson, estadista, filosofo, arquitecto, músico? Tonterias. Jefferson era un jóven rico y aristocrático con un gusto diligente por la excitación de la vida pública.(2)

¿John Adams, campión intrépido de causas que no gozaban de simpatía pública? No, era un abogado ambicioso de Massachusetts que había recientemente defendido a los soldados británicos complicados en el caso de la Masacre de Boston y que ahora había cambiado sus lealtades para el otro lado.(2)

Y así es que continua uno tras otro. Comenzando allá por el año 1920, y continuando hasta el presente ha sido "tiempo de caza" (open season) con los firmantes de la Declaración de Indpendencia. ¿Cuales fueron sus motivos? ¿Que ventajas personales buscaban? Apenas ninguno de ellos quedó libre de preguntas despectivas, insinuaciones y acusaciones.

Se dijo que algunos de los firmantes vinieron al Congreso después de haber sido aprovada la Declaración; y fue dado a entender que había algo extraño y posiblemente censurable, con respecto a su deseo de añadir sus firmas ex post facto.

Algunos escritores importunados se desplayaron con el hecho de que entre los 56 firmantes habían 22 abogados, 10 comerciantes y 14 granjeros acomodados; y uno de esos tales escritores estába indignado y casi en lágrimas porque el gran documento no tenía la firma de un jornalero campesino. La implicación parecía ser que había algo un poco sospechoso acerca de esos adinerados propietarios, comerciantes y personas profecionales juntandose para formar una revolución.

Esta actitud, por supuesto, ignoraba el hecho que Lexington y Concord ya eran palabras corrientes a traves de las colonias, que Bunker Hill había sido liberado, que Charlestown y Falmouth habían sido quemados, que Boston había sido sitiado -en fín, que la Revolución estába en completo y vigoroso progreso.

Hoy tenemos un poquito menos de esa clase de tiroteos aunque todavía se puede escuchar algún que otro disparo, especialmente entre aquellos que encuentran la Constitución como una cosa arcaica y la Declaración anticuada porque los principios afirmados en esos venerables documentos forman una amenaza a sus planes de colectivización por la fuerza y son una formidable arma para los ciudadanos que todavía creen en los principios enunciados allí.

Bueno, para aquellos -todos los que se mofan, hacen burla y hablan con desprecio de la Declaración de Independencia, tengo una pregunta: ¿La Firmaría Ud. Hoy?

Pensemos un poco acerca de las circunstancias. Casi todos nosotros tenemos una impresión que nos trajo Hollywood del evento, algo así como por ejemplo, ¿Quién era Moisés? Charlton Heston, por supuesto, porque lo vimos en la película "Los Diez Mandamientos." Se centra en un cuadro viejo de cuando firmaron allí en el State House de Filadelfia. Ilustraciones en ciertos libros de historia forman la base de esa impresión: Caballeros con pelucas, el pelo peinado de cierto modo, calzones cortos, medias de seda, hebillas de zapatos, levitas y chaquetas abultadas se sientan en un gran salón en grandes y cómodas sillas. Ellos han estádo muchos dias discutiendo los males que las Colonias Americanas han sufrido a manos de la Corona Inglesa. Ellos también estában discutiendo que hacer acerca de la Revolución, la cual contraria a un concepto erróneo que sostienen muchos en el presente, no comenzó como resultado de su acción sino que ya estába por todas partes.

Años más tarde cuando John Adams ya tenía 80 años de edad, cuando habían transcurrido como cuarenta años él escribió que aun la guerra con Inglaterra no era "parte de la Revolución" y añadió: "La Revolución estába en las mentes y en los corazones de el pueblo, y esto estába vigente desde 1760 hasta 1775, en el curso de quince años, antes de que una gota de sangre fuese derramada en Lexington." (3)

Es posible que Adams, mirando hacia el pasado, juzgó mal las mentes y corazones de el pueblo durante ese periodo de quince años. Lo que ellos en realidad querían, de los ingleses, era simplemente que los dejaran tranquilos y no se entrometiesen en sus vidas. Quizás él les dotó con los sentimientos de su propio obstinado corazón y espíritu flamante. Sea como fuese, está claro que los representantes de aquellos colonos reunidos en el Congreso, eran revolucionarios a regañadientes y en ninguna forma estában en favor de la independencia. Casi todos los delegados creían que era su deber trabajar para la restauración de la unión y harmonía entre la Gran Bretaña y las Colonias, una harmonía que era, por la mayoría de ellos, muy ardientemente deseada.

Así pues hubo una serie de peticiones a la Corona, con protestas de lealtad y deseo por conciliación. Inclusive hubo una alocución al pueblo británico. Los Adamses, John y Sam, y algunos otros, protestaron que todos esos gestos eran en vano y así habían sido demostrados. Las humildes peticiones fueron contestadas con el despacho de mas naves de guerra y tropas; la apelación al pueblo británico nunca fue contestada. (Una buena lección para los cubanos que pretenden cambiar al comunismo en Cuba por medio de peticiones y bonitas palabras.)

Para la primavera de 1776 la esperanza de reconciliación pacífica había disminuido considerablemente. Algunos realistas como John Dickinson todavía creían que el milagro era posible; pero sus filas estában enflaqueciendo y eran menos numerosos. El grito por la independencia estába en el aire.

Al fín, estimulados por los primos Adams y otros, el Congreso se decide a enfrentar la cuestión de independencia oficialmente. Al principio de las deliberaciones había oposición tan solamente por considerarla. Muchos de los delegados todavía se consideraban súbditos británicos, leales a la Corona. Estában profundamente sobresaltados al pensar en la separación de la madre patria. Unos pocos, muy pocos, nunca se resignaron al cambio. Casi todos, sin embargo, reconocieron que esa decisión era inevitable.

El 7 de Junio, Richard Henry Lee presentó una resolución. Contenía 47 palabras solamente, y a pesar de ser corta fue suficiente para crear una nueva nación, cambiar el curso de la historia británica y llevar al Congreso a un prolongado y amargo debate. Al final se decidió posponer la decisión por tres semanas hasta el 1ro. de Julio. Mientras tanto fue acordado por todos que un esquema de la Declaración de Independencia debía prepararse para que, en caso de que la votación fuese a favor, el Congreso no tendría que apresurarse a escribir algo de última hora.

Así pues ellos nombraron un comité: Jefferson, Franklin, Sherman, Livingston y John Adams. El comité, al mismo tiempo, delegó la escritura a un subcomité que consistía en Adams y Jefferson. Debido a que Jefferson ya había demostrado sus abilidades como escritor y posiblemente porque Adams estába ansioso, por razones de seguridad, mostrar deferencia a la delegación de Virginia, Adams insistió en que el jóven virginiano hiciera el borrador. El dijo, en efecto, "Jefferson, hazlo tú." Pero Jefferson no fue el único autor. Adams y Franklin, los dos, hicieron importantes sugerencias y Jefferson alteró su copia para acomodar sus ideas. Pero el trabajo esencial del borrador, el lenguaje y espíritu del documento eran de Jefferson.

Finalmente, el martes 2 de Julio, la resolución de Lee fue aprovada y el próximo paso fue aprovar la Declaración siendo también debatida. Ciertos cambios fueron hechos, algunas cosas fueron eliminadas y algunas fueron añadidas, como había de esperarse. Al fín llegó la votación final el 4 de Julio y la Declaración de Independencia fue adoptada.

Y entonces, -así continua nuestro retrato impresionante de el evento- los delegados marcharon serenamente en fila hasta el frente de la mesa y añadieron sus firmas. Y eso fue todo. Bueno, no sucedió exactamente de esa manera. La copia usada por el presidente de la asamblea y el secretario durante el debate estába tan rasguñada y tan interliniada que no podría servir nunca como un documento público. Tenía que ser impresa en su final forma y firmada mas tarde. Pero nosotros nos aferramos a nuestra retrato de la escena.

Es algo así como el cuadro vivo de un acontecimiento histórico, bien usado pero que tiene poco de realidad. De hecho, para dar algo de su merecido a los destructores de imágenes y venerables tradiciones, era parcialmente un esfuerzo para impartir un sentimiento mas vivo de la realidad de esta escena que comenzaron a "humanizar" a los principales artistas. Era algo característico de los años 1920s y 1930s, sin embargo, que la única manera en que estos realistas podían pensar en como humanizar a los firmantes era someterlos a un proceso de denigración

Un medio mucho mas simple y dramático estába en sus manos, si tan solamente fueran poseídos de la imaginación para verlo. El enmohecido y pequeño cuadro pudo haber sido traído a la vida con sobresalto. Toda su aparente monotonía pudo haber sido aparente y plácidamente iluminada con una luz quebrantadora de dura realidad.

La realidad era esta: Si la Revolución fracasaba, como había razón para creerlo en ese tiempo, todos y cada uno de aquellos hombres estában poniendo sus nombres a algo mucho más que una retórica declaración de principios políticos. Ellos estában arriesgando todo lo que poseían y firmando su propia pena de muerte.

¿Aparece ahora el retrato un poco menos torpe? ¿Aparecen esos hombres ahora con sus caras solemnes en sus cómicos trajes y extraños cortes de pelo un poco más graciosos? El anciano Dr. Franklin quien ya estába bastante calvo y panzudo y quien miraba el mundo a través de unos lentes raros diseñados por él mismo, ¿Parece él un poco diferente en esta cortante luz blanca de peligro? Se cuenta que uno de los firmantes advirtió que desde ese momento en adelante no debía haber discordia; que todos deben ser ahorcado juntos -y que Franklin respondió en broma, "Sí, o seremos ahorcados por separados."

¿En broma? Yo lo dudo. Franklin era un realista. Sencilla y llanamente él estába diciendo lo que le esperaba a cada uno de ellos. En su mundo, la revolución era un negocio arriesgado y todavía lo es en el día de hoy. Había que pensar no solamente dos veces sino varias veces antes de lanzarce a un intento de derrocar por la fuerza el gobierno que ellos tenían. Podían ser héroes si tenían éxito pero en caso de fracazar serían juzgados como traidores y castigados con la pena de muerte.

Los gobernantes británicos de ese tiempo no eran notablemente compasivos hacia las personas que buscaban desgajar su imperio. Desde su punto de vista y del ciudadano inglés común de 1776, ese grupo de hombres en Filadelfia eran el antónimo de patriotas. Ellos eran traidores a la Corona, y si eran apresados serían tratados como tales. Exísten historias de estos individuos que cuentan como ellos perdieron todas sus propiedades, sus familias y hasta sus vidas. La historia detrás de la Declaración de Independencia y de aquellos patriotas americanos me recuerda a los héroes cubanos de la primera guerra por la independencia, también conocida como la Guerra de los 10 Años (1868-1878) quienes lo sacrificaron todo por su patria y murieron destituídos de sus riquezas. Carlos Manuel de Céspedes, Francisco Vicente Aguilera y muchos mas dieron todo lo que tenían, hasta sus propias vidas por la libertad de Cuba.

En la luz de esa situación, ¿Qué diremos del oportunismo político de John Adams? ¿Qué diremos de Jefferson, con solo 33 años de edad, quien sabía bien que no estába haciendo un gesto infundado cuando, con los otros él comprometió su vida, su fortuna, y su honor sagrado? Y ahora, ¿Qué de los que llegaron tarde -los que no estában en el Congreso cuando llegó el momento de votar, quienes no tenían que firmarla, pero querían poner sus nombres al lado de los otros? Expresandolo de otra manera para hacer énfasis: ¿La firmaría Ud. también? De haber estádo alli, ¿La hubiera firmado yo también?

Mientras nosotros reflexionamos estas preguntas, preguntémonos a nosotros mismos algunas otras preguntas.

Cuando había o hay corrupción en nuestro gobierno local -en el ayuntamiento o en el condado (parroquia, si vive en el estado de Louisiana) o en el distrito donde se encuentra su domicilio, ¿Hablamos en contra, Ud. y yo? o decidimos que era una cuestión política, que no era asunto nuestro y por lo tanto no hay que entrometerse con esos asuntos?

Cuando los millones de dólares federales comenzaron a distribuirse entre los estados y comunidades, ¿Protestamos, Ud. y yo por malgastar dinero del tesoro público? o ¿Deducimos que tal acción nos haría impopular con los políticos y otros que se estában aprovechando de esas limosnas? y ¿Sería posible que nosotros también consideramos en beneficiarnos de el largess federal?

Cuando nuestro gobierno de la ciudad decidió que buscaría dinero federal para algún proyecto que era de interés solamente para nuestra comunidad -proyecto que debió haber sido pagado localmente porque era puramente para uso y beneficio local -¿Levantamos nuestras voces en su contra, o nos dejamos llevar por la corriente?

Cuando el Congrecista de su distrito está en campaña con la promesa de trabajar para la drástica reducción en el tamaño y poder de la burocracia federal; cuando él o ella demanda un regreso a la solvencia en nuestras finanzas nacionales; cuando él o ella se muestra a favor de un presupuesto balanceado; cuando él o ella rechazó satisfacer los gustos de uno o más grupos con intereses especiales en su área, pero prometió servir los intereses de la nación, -en todo esto, ¿Lo apoyó usted? O si su Congrecista favoreció los principios opuestos -¿Se opuso usted a él o ella? Y en cualquiera de los casos, ¿Dió usted a conocer su apoyo o su oposición? o ¿Se mantuvo usted discretamente callado porque temía que su acción podía ofender a algún bullicioso político izquierdísta o algún grupo liberal artículado, y ser así "malo para los negocios."?

Cuando individuos sin escrúpulos viajan a Cuba para hacer negocios con los criminales que esclavizan al pueblo y cuando muchos otros viajan a Cuba haciendo el papel de payasos, haciendo ostenctación, ¿Levanta Ud. so voz en protesta?

Si si respuesta o la mía es que no levantamos nuestras voces o dejamos sentir nuestra influencia en tales asuntos porque teníamos temor de posible represalias comerciales, entonces ¿Cual cree Ud. hubiera sido nuestra actitud con respecto a firmar un documento que nos hubiese costado, no solamente algún negocio, no solamente la buena o mala voluntad de un mayor o menor número de personas, -sino nuestras propias vidas?

¿Qué clase de hombres eran los firmantes? ¿Tenían ellos sus peculiaridades, sus flaquezas, sus celos, sus vanidades, sus intereses egoístas? Por supuesto que sí -igual que todos los hombres y mujeres. Pero ese no es punto de importancia. Lo que hay que recordar es que cuando dijeron fuego a la lata, ellos se ¡comportaron como hombres!

El pedazo de papel que ellos habían firmado no era una cosa de la cual un firmante podía escaparse como si fuera salir fácilmente de algún problema o aprieto, no era algo que se podría explicar más tarde en pocas palabras. No era una declaración vaga y general de principios sociales y políticos. No dejaba dudas de su significado. No había insinuación ni daba a entender, eludir, evadir, medir las palabras o andar con rodeos. En frases audaces recitó los pecados económicos y políticos del rey de Inglaterra y declaró que las Colonias eran libres del dominio británico. En los ojos de ese gobierno, tales declaraciones eran traicioneras; y la traición se castigaba con la muerte.

Cuando un hombre ponía su nombre a ese documento, podía significar, y había un gran peligro de que significaría, no tan solamente la pérdida de sus negocios y su propiedad, sino su vida. ¿Firmaría Ud. hoy?


Jorge A. Maspóns
Julio 4, 2005

(1) Para los interesados en el origen de la Constitución original de 1787 les recomiendo que visiten www.amigospais-guaracabuya.org allí tengo un artículo titulado "La Mejor Forma de Gobierno."

(2) Según aparece en la publicación FOUNDATIONS of Liberty, Volumen 1, No.4, Artículo titulado "Would You Have Signed it?"

Páginas 166-167, Año 1989. Traducción del Inglés por Jorge Maspóns

(3) FOUNDATIONS, Página 168, 4to. párrafo

Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org