INTRANSIGENTE

por José Prieto


Hoy, Diciembre 24, es mi cumpleaños y, como la inmensa mayoría de los exiliados Cubanos, Yo soy intransigente…Con cierta madurez, y tan terco como un cubano de 77 años puede ser (aunque me sienta de 27... con solo medio siglo de diferencia). Por estas “fechas festivas”, quiero compartir estos recuerdos con usted y su familia, algo así como un mensaje navideño de varias páginas. “Por favor, escuche, y espero no le moleste que casi le tire de la oreja”: Hay dos días, “Nochebuena” y “Navidad”, que van juntos en la tradición de la cultura Cubana, similar en todas las culturas Hispanas. Y, dice así una tonada: ”...Esta noche es Nochebueena y mañana es Navidaad...” Y, nos reunimos en familia, en relajante y cariñosa atmósfera, con los aromas de las comidas cocinadas por las manos más expertas, el festín, la alegría y la espiritualidad que nos rodea y todo gracias a Dios; tan sencillo como eso.

En gran número, familias, primos y amigos se reúnen; en nuestro caso al menos cuarenta –desde niños a patriarcas- pasando un sano buen rato. Cada cual es rodeado por las sonrisas especiales de todos –salpicadas ocasionalmente de lágrimas- mientras compartimos las experiencias del año pasado con gusto... Hay fotos: “Júntense más! Listos! Digan: ¡Síiii! ¡Ya!... Los niños juegan y corretean sin parar mientras los mayores observan y hasta participan, aunque no por mucho rato.

Toda clase de juegos se organizan. Un evento importante es un juego de pelota puesto que hay para dos bandos, jueces y hasta público. Todo el mundo en Cuba sabe, o tiene idea de cómo se juega la pelota, pero por cierto, los menos hábiles o expertos parecen divertirse de lo lindo y divertir aún más a los demás...

La cocina se convierte en el centro estratégico de la celebración, donde “Mamaita” (la abuela) es toque-perfecto-maestra-cocinera-recia-sargenta-en-control quien dispara órdenes precisas a sus “pinches”: mi madre y mis tías, cada una de ellas maestras de cocina por su propio mérito. Puerco asado es el plato fuerte (como el pavo lo es en el Día de Dar Gracias, en Estados Unidos).

Queda poco quehacer para los hombres, quienes atraídos por los aromas de la cocina son pronto espantados a menos que se les llame para mover algún mueble pesado o arreglar algo o abrir frascos atascados. O que salgan a buscar algún ingrediente, refrescos, vino, ron, champaña, o coñac (¿Sería acaso una forma de sacarnos del camino?) con tiempo sobrado para unos cuantos tragos por cualquier motivo –en nuestro caso, mi cumpleaños: Diciembre 24, 1928.

En estos días de fiesta, no parece afectarnos los efectos de algún que otro trago de más. O, no hay exceso, o ¿serán las expectativas, las emociones, las comidas, las sonrisas cariñosas que nos rodean a todos y cada uno lo que producen este efecto saludable? Hay una euforia en el aire al percibir el aroma de puerco asado que inunda las calles. Todo el mundo está cocinando lo mismo, y más o menos haciendo lo mismo...

De pronto, hay ganas contagiosas de cantar y lo hacemos, y cualquiera se siente con deseos de acompañarnos y lo hace puesto que no importa poder cantar, o no. Aquí también quienes tienen menos talento o escuela son los que más se divierten y divierten más a los demás.

Aquí las bodegas de barrio son abiertas a las calles –una vez son levantadas como cortinas las grandes puertas de zinc- con una barra a un extremo. Cantamos a coro aquellas hermosas canciones tan fáciles que cualquiera se anima a cantar, como aquélla que dice: “... Cuando se quiere de veras, como te quiero yo a ti...” (La canción de cantina más popular en Cuba a través de los tiempos). Quién acierta a pasar o estar allí es invitado al trago y al coro; que siempre se acepta de buen grado.

Claramente recuerdo una de aquéllas salidas. Mi hermano Plinio estaba allí, y mi tío “Lalo” (Dr. Eduardo Ruiz), Juan Félix Alemán y Osvaldo Somarriba, esposos de mis tías Juana Maria y Alicia. Plinio, con una voz atronadora a todo dar, encuadraba el espontáneo y muy alegre coro al que yo me unía, lleno de coraje, con otros tan desentonados como yo. Siempre recordaré aquél coro ruidoso y divertido.

Y después, “Nochebuena”, La Gran Cena... Más de cuarenta voces se unen en oración ante esta cena increíble que nos envuelve en su aroma y sin duda sabrá misteriosamente perfecta... ¡Ummm! El vino, afinando el gusto cumple su función, y entre la ya locuaz muchedumbre, uno o dos que se asignan la función de Maestros de Ceremonia (casi siempre, Juan Felix y/o Somarriba) Se levanta, batiendo una copa con una cucharita y narra como tal perfección fué lograda, con detalles, incidentes, y momentos gloriosos de inspiración. Aplausos y brindis siguen. Después: discursos, canciones, más coros, chistes, poemas, anécdotas, imitaciones... Cualquier contribución es permitida y estimulada. Y... ¿Adivine quienes son los que más se divierten y divierten más a los demás?

... Durante los poemas, a través de la bruma de mi memoria –Plinio o yo mismo, burdamente trataríamos de imitar a un niño judío, gracioso vecino en El Vedado, La Habana, “Freddy”, menudo, pelirrojo y pecoso, que nos recitaba con amplios gestos dramáticos esta décima (medida de un poema popular Cubano) aprendida de memoria en su colegio y así -por sus repetidas actuaciones- aprendió toda mi familia, y que dice así:


“Pinta a Matanzas confusa...

Las Cuevas de Bellamar,

Más no has podido pintar

El nido de la lechuza

Píntame por donde pasa

Un bello ferrocarril,

Un machete y un fusil,

Una lancha cañonera.

Y, píntame la bandera...

Por la que he de morir”...


Después de acostar a los bebitos, seríamos parte de la “Misa del Gallo” a media noche. La vieja iglesia de la calle “Buen Viaje”al cruzar la calle, se colma siempre, por lo que nosotros colmamos los asientos cerca del altar con tiempo. Ya de “Navidad”, rezándole a Dios, dándole las gracias y celebrando la llegada de su Hijo, rodeados de amoroso cariño y alegría; comenzamos otro día perfecto.

Terminada la misa no todos pueden permanecer largo rato... Los que viven lejos o en otras ciudades tienen que preparar el viaje de vuelta. Pero, en la plaza de la Iglesia nadie se despide con prisa. Se encuentran nuevos amigos y aún más familiares...

Una y otra vez se conversa y se comparte como reviviendo un buen espectáculo. Poco a poco las repetidas despedidas se hacen más reales, ya cargadas de emoción: abrazos, besos, lágrimas y sonrisas que se prodigan. Nadie quiere irse del todo. Poco a poco nuestros grupos y los otros van menguando hasta quedar desierta y triste la plaza ¡Hasta el año que viene!

Este año de 2005 fuí parte de dos celebraciones de “Dar Gracias” en Estados Unidos. Primero, cené, junto con mi compadre “Bob”, abuelo igual que yo de “Verónica Jade”, nuestra nieta de cinco años, invitados por ”Stacey” y su esposo “Johnny” (Stacey me recuerda a mi hija Cecilia) a su hogar típico Norteamericano y después de “Dar Gracias” disfrutamos una espléndida cena típica Norteamericana. Y, más tarde, me invité yo mismo con la descendencia de Plinio, Cubano-americanos típicos (con el pavo adobado a la Cubana, que lamenté declinar porque no me cabía un alpiste) donde sin embargo, pude compartir los postres, vino y Café Cubano, con “Amparo”, su viuda, bisabuela y recia madre mambisa de “Fernando” y su esposa “Olga” –hogar donde fue la fiesta- sus hijos varones “Daniel” y “David” Prieto, y su hermana “Georgina”, ya abuela de una bella familia que puede contar una veintena. En ambos hogares me sentí acogido con tanto cariño como en nuestras Nochebuenas...

Y, ¡Hasta el año que viene! ¡Tan simple como eso!...

Algún día volveré donde nací –Calle Gloria #17, Santa Clara, Cuba- a unos pasos de la vieja iglesia a visitar los mismos lugares. La vieja iglesia seguirá en pié, y algunas otras cosas. La casa donde nací puede que siga en pié y otras habrán desaparecido. Mi mente llenará los vacíos: “La Nochebuena” y “La Misa del Gallo”, los familiares, la alegría, los aromas, los juegos, las lágrimas... “La Navidad”. Algún día.

... Entonces, algunos vecinos notarán a un anciano excitado, como de otra época, sonreír con alegría, con un brillo en los ojos... hablar y abrazar... ¿el aire? ¿Nadie? ¿Por qué? Yo sé ¿por qué? Pienso que usted también se da cuenta. Estaré alegre de volver algún día a la Cuba que amo –hoy, cruelmente desolada- casi extinta, a menos que los cubanos –los más; que sí queremos la paz que nos robaron... con premeditación, engaño y alevosía- alzándonos como uno y con fé, y como nos dice Martí a través del tiempo: “... de un revés, echar por tierra al tirano” y, cuando impere la justicia, darnos ya a la hermosa tarea de amor y de paz que tanto clama “la Cuba que todos llevamos dentro, La Cuba Eterna, que así la llama José Sánchez Boudy, mi buen amigo de la niñez..

Como Varela y Martí y tantos patriotas que hacen legiones; nunca volveré bajo esta tiranía –este ciclón contínuo de terror de cerca de medio siglo- suspenso, inmóvil sobre toda Cuba despedazando la nación sin piedad, un día tras otro, y otro más, por cerca de medio siglo; un alucinante “progreso comunista” en marcha atrás y sin freno.

Como hemos sido sometidos por el engaño, una conspiración global, el terror y la explotación del odio –armas muy letales de esta guerra mundial- tenemos el derecho y el deber patriótico de exponer esta sutil estrategia, y –por todos los medios posibles- restaurar la justicia y la paz, los derechos humanos, el sentido común y el respeto a todos en Cuba tal como existe todavía en estos Estados Unidos y la mayoría de los países del mundo libre, amenazados por este proyecto de terror -un claro reflejo condicionado “Pavlov”- planeado, financiado y ejecutado por los mismos enemigos, tiranos-buitres que hincando sus poderosas garras” se alzan sobre los hombros de los pueblos”.

Soy intransigente con esos terroristas, sociópatas, genocidas, y, por lógica sencilla y clara, rehúso reaccionar como el “Perro Pavlov”, y repito lo dicho antes: Soy intransigente como nuestros patriotas.

“... Y, píntame la bandera por la que he de morir”. Puedo ver al pequeño “Freddy” con su amplio gesto dramático, cerrar la décima; y también oigo con frecuencia a “mi hermano Plinio” repetir sus últimas palabras: ...“muero con una fé a plenitud en Dios y en los hombres”.


José Prieto



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