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¡YO TAMBIEN QUIERO IR A CUBA!
Por José Luis Fernández
Con el simple objeto de recaudar dolares para la tiranía castrista (y de paso hacer un
dinerillo, no importa que este manchado con la sangre de nuestro pueblo) hay varios
individuos que en los ultimos años han convencido a algunos compatriotas a visitar a la
Cuba de Castro. Acompañando, la mayor parte de las veces, a los grupos turísticos, muchos
de los cuales formados por los remanentes comunistas y simpatizantes del tirano de nuestro
pueblo. Los que aceptan, se justifican diciendo que "van a ver al pariente enfermo".
¿Por que no traen ese "pariente enfermo", aunque sea de visita para que se cure?,
¿Porque en lugar de darle esos dolares al régimen y a sus cómplices no les envían las medicinas
que necesitan?
Otros utilizan el viaje del Papa. De pronto les surge un fervor religioso nunca antes sentido. No
fueron a ver al Papa durante sus visitas en Estados Unidos y nunca han ido a Roma, pero
"tienen que ir a ver al Papa a Cuba" y de paso llevarle unos cuantos dolares al tirano. Y despues
de la visita del Papa? Cuando les piedes que no viajen a Cuba, que no les lleven dolares al tirano,
con cara agresiva te dicen "Si el Papa fue, porque no debo ir yo?" Pero, para que
engañarnos... ¡YO TAMBIÉN QUIERO IR A CUBA!
Pero yo quiero ir de regreso. Con dignidad. Y, para mi, la hora del regreso aun no ha
llegado. ¿Han cambiado las circunstancias que nos hicieron tomar la dolorosa decisión de
traer a nuestra familias a tierras extranjeras? ¿Han cambiado las condiciones que nos
obligaron a privar a nuestros hijos y nietos el alegrar sus oídos con el cantar de nuestros
pájaros, saborear las deliciosas frutas de nuestro Paraíso tropical, disfrutar en sus cuerpos la
deliciosa caricia de las olas de nuestro mar?
Si las circunstancias no han cambiado y al contrario, han empeorado, ¿ porque estas visitas
ahora? ¿ Estas "ansias" de ver ahora, cuando el tirano necesita nuestros dolares, al familiar
que abandonaron al salir? ¿ Para que estos 20, 30 o mas años de privación de nuestro cielo,
bello hasta cuando es gris y nos quitaba el polvo y el sudor en medio de un juego de pelota,
con una lluvia tibia y limpia. verdadera agua bendita para nuestro cuerpo y nuestra tierra?
Yo también quiero volver. Ya tengo 66 años. Seria CASI capaz de vender mi alma al diablo
por poder recorrer, aunque fuese una sola vez, las calles de mi niñez y de mi juventud. ¡Ah,
que no daría yo para volver a caminar, paso a paso, por las calles en que jugué de niño! Los
parques donde patiné y monté en bicicleta, e hice mis primeros pininos románticos. Volver a
visitar las barriadas, donde a escondidas, hice alguna que otra promesa amorosa que nunca
cumpliría. ¡Darle un último abrazo a los amigos que estén vivos todavía!
¡Cuanto quisiera acariciar, para revivir en mi mente momentos de inconmensurable felicidad,
la baranda del portal a través de la cual di el primer beso a la que ha permanecido a mi lado
durante mas de cuarenta y cuatro años! ¡Como se desgarra mi alma al no poder recorrer,
cogidos ambos de la mano, los lugares donde alimentamos nuestros sueños románticos!
¡Nuestros anhelos truncados, casi al nacer, por el desastre que acabo con nuestra patria y
nuestro pueblo!
Volver a ver, aunque sea por ultima vez, como se pone el sol en nuestras playas;
hundiendose en un mar que se va transformando hasta tener el color del oro y convertirse
al final en un rojo purpura, mientras arriba, unas nubes que no he vuelto a ver en ninguna
parte de la tierra, también van cambiado desde el blanco, hasta el rosado, llegando a tener
unos colores tornasolados que solo se ven en los arco iris, después de una fuerte lluvia
tropical.
Si, ¡yo también quiero volver! Pero.... ¿ volver a sufrir, aunque sea por pocos días, el dolor
multiplicado que ya padecí antes de salir? Multiplicado ese dolor con la visión de niños
mendigos y pedigüeños que no dejé cuando salí. Multiplicado igualmente por la insistencia
de jovencitas, que pudiendo ser mis nietas, tratan de provocarme sexualmente para que me
acueste con ellas por un par de zapatos, un pantalón pitusa o siquiera un plato de comida.
Insoportable seria el sufrimiento que padecería mi alma al comparar la abundancia de
manjares donde comerían "mis compañeros turísticos" con tanta indignidad, tanta miseria,
tanta hambre, tanto dolor físico y espiritual, y que yo, comprendiendolo, no podría aliviar
en los mas mínimo. Al contrario, en muchos casos mi presencia aumentaría ese dolor. Me
gastaría hasta lo que no tengo al comprarles una comida decente. Carne, queso, jamón,
arroz, frijoles, pescado. Tendríamos un festín durante unos días. Y cuando me fuese...
¿Que? Para ellos el contraste seria aun mas cruel que antes de mi visita. La miseria y el
hambre serian sentidos con mayor fuerza, después de haberle recordado al cuerpo la
existencia de esos alimentos. ¿Y el dolor de la despedida....? ¡OTRA VEZ!, seria aun mas
desgarrador que el anterior, años, décadas, atrás. ¡Seria similar al del que se despide, a
través de las rejas de una cárcel, de un familiar querido condenado a muerte o a cadena
perpetua que no sabemos si lo volveremos a ver! ¡Como la primera vez! Pero sin la dignidad
con que nos fuimos la vez anterior.
Y ¿Que de los amos y sus secuaces? Después de las humillaciones y vejaciones sin límites
sufridas durante la larga espera de nuestra salida anterior, ahora tendría que soportar las
sonrisas irónicas y sardónicas de los que, cruel e impunemente, saciaron su frustración
conmigo. Después de salir con el orgullo del hombre libre, del patriota martiano, del
anticomunista, hoy volvería "gracias a la generosidad de la revolución".
Y cuando llegase a la calle donde vive el familiar que has ido a visitar, te sale al encuentro la
gente del CDR, que con sonrisas de ramera exclaman : "¡Pero que bien estas! ¿Que me
trajiste?" Esa misma persona que, desde que solicitaste la salida del país, o mientras estuviste
preso, o en la agricultura, le gritaba en las colas a tu mujer y a tus hijos y a lo mejor hasta tu
madre: "¡Fuera los gusanos de la cola!". "Que vayan a buscar al Norte el pan (o los huevos,
o los chicharos, o los spaghettis)". "La comida debe ser solo para el pueblo revolucionario".
"¡Fuera! ¡Que se vayan de la cola!". Y estas y otras ignominias, día tras día, semana tras
semana y en la mayor parte de los casos, ¡AÑOS TRAS AÑOS!
Y estas, solo eran las humillaciones de los que quedaban en la casa. Si quisiera enumerar
los golpes, los abusos, los insultos, las vejaciones y el millón de cosas que se tuvo que sufrir
en la cárcel o en la granja mientras llegaba la salida legal de aquel infierno, no alcanzarían
estas paginas. ¿Como soportar con una sonrisa el recibimiento de estas alimañas?
Y, ¿Que de los agentes de la Seguridad del Estado y de Inmigración que les hicieron a todos
la vida imposible, durante las gestiones de sálida? Al regresar ahora de visita, no "gracias a
la generosidad" sino a la necesidad de los dolares de la revolución, tienes que devolver la
sonrisa a esos mismos genízaros. Una sonrisa en la cual te están enviando un mensaje que
dice: "Ya ves que volviste. Yo sabia que no tenias dignidad. Que siempre fuiste un misero
gusano que ahora nos vienes a lamer la mano y ademas a darnos los dolares que
necesitamos".
Si, yo también quiero volver. Pero no estoy dispuesto a pagar este precio. Yo quiero volver,
pero cuando llegue el momento. Por mi, por los que han sido masacrados tratando de
combatir por la libertad de su pueblo o simplemente por huir clandestinamente al cerrarsele
todas las puertas. ¿Que falta de moral podría tener yo, al llevarle al tirano unos cuantos
dolares y aguantar todas las ignominias que he mencionado, mientras tantos y tantos pierden
a sus hijos y a sus familias tratando de escapar, como los infelices del remolcador "13 de
Marzo"? Y tampoco puedo olvidar a tantos amigos que han sido enterrados contra su
voluntad en esta tierra, que aunque generosa no es la suya.
Y para terminar. ¿Que de mis hijos y de mis nietos? ¡Que confusión mental les provocaría!
Desde que nacieron han estado oyendo lo inhumano, incivilizado, inescrupuloso y criminal
que es el gobierno que tiraniza a nuestro pueblo! Han oído muchas veces las razones que
tuvimos para dejar a nuestra patria. Según fueron creciendo, en actividades de nuestros
pequeños clubes y sociedades, han visto cuanto queremos a nuestra patria y cuanto odiamos
al tirano y la esclavitud en que ha sumido a nuestro pueblo. En los actos patrióticos han ido
conociendo, paso a paso, año tras año, de la crueldad del régimen castrista. Si después de
este convencimiento, ven que voy alegre y feliz a visitarlo "para llevarle unas cosas a la
familia", significaría que les he estado mintiendo durante todos estos años. Mis propios
hijos y nietos me despreciarían. Por mentiroso o por traidor a los principios patrios que trate
de inculcarles. Por engañarlos o por complicidad con el régimen tiránico.
Si, yo quiero, e iré a mi tierra. Pero cuando llegue el momento. ¡¡ CON DIGNIDAD!!!
FIN
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