Relación entre la Economía de Mercado y Democracia
Juan J. Buttari
Mayo 2000
En algún momento el pueblo cubano podrá decidir tanto el sistema político como el sistema económico que quiera darse. Básicamente, de un lado el pueblo tendrá la historia de los últimos cuarenta y tanto años y los sistemas que le han servido de marco: el control de las decisiones económicas fundamentales por parte del estado según el modelo de producción socialista y la organización política dentro de un marco totalitario. Del otro, la opción será la organización económica de acuerdo a los cánones del sistema de mercado (que usaremos como sinónimo de sistema capitalista) y la organización democrática de su sistema político.
Alcance y contenido
Estas notas explican lo que es un sistema de mercado y el substrato común que lo une al sistema de organización política que conocemos como democracía. Como durante la era marxista el cubano ha sido sometido a un constante bombardeo ideológico cuyo intento ha sido, y es, la distorsión de las alternativas democráticas y capitalistas, el propósito de las notas es ayudar a rectificar tal distorsión. Con ello se persigue contribuir a facilitar el cambio de sistemas que en el futuro será posible.
Una tesis central que proponemos es que la economía de mercado y la democracia tienen una base filosófica común que las hace naturalmente complementarias. Y por ello, sostenemos, ambas se refuerzan mutuamente. En otras palabras, la existencia de la democracia refuerza las ventajas del sistema capitalista y vice-versa.
Es importante aclarar que este documento no es un curso de política ni de economía. El documento más bien constituye una serie de reflexiones en torno al tema tratado evitando los tecnicismos que uno encontraría en un material dirigido a especialistas. La intención es hacer accesibles a los cubanos en general las ideas que aquí se esbozan.
Dado el propósito puramente didáctico y general de estas notas, las mismas no pretenden reflejar pensamientos originales. Las mismas toman prestado de diferentes fuentes en la medida en que ello convenga al propósito perseguido, es decir, están basadas en la literatura general sobre la materia. Aunque se evita el abordaje académico, en ocasiones se hace mención de aquellas fuentes que conscientemente se utilizaron en la preparación de las notas.
Primero se discutirán las funciones esenciales que un sistema ecónomico tiene que satisfacer y las diferencias fundamentales entre un sistema capitalista y uno socialista. Tras ello se explicará como el sistema de mercado asigna recursos y la filosofía que le sirve de base. Ello sentará las bases para una discusión de los fundamentos institucionales de la economía de mercado y para una mayor elaboración sobre las diferencias entre el sistema capitalista y el socialismo. Se hará también hincapié en el rol que juega el gobierno en una economía de mercado. Finalmente, uniendo los puntos hechos anteriormente, se elaborará sobre la comunidad de principios filosóficos que existe entre la democracia y el sistema de mercado.
Funciones y Esencia de Un Sistema Económico
El desafio económico que siempre ha encarado a la humanidad es la contraposición de "necesidades" generalmente crecientes frente a un número limitado de recursos con qué satisfacerlas. Simplificando, y teniendo en cuenta que la satisfacción de tales necesidades implica la creación de utilidad, el desafío puede ser visto en términos de la utilización de los recursos disponibles de forma en que se cree la mayor utilidad posible.
Si pensamos en un sistema económico como la forma en que una sociedad aplica sus recursos a fin de crear utilidad, unos minutos de reflexión nos hacen ver que cualquier sistema ecónomico tiene que contestar o resolver ciertas cuestiones fundamentales. A saber:
Tras estas interrogantes hay dos preocupaciones subyacentes. La primera puede ser resumida bajo el acápite de "eficiencia" y, para nuestros propósitos, podemos entender que trata, como se dijo, sobre cómo obtener el máximo de utilidad para la sociedad de los recursos disponibles (o su equivalente, cómo obtener un nivel dado de utilidad social al menor costo posible). La óptica de eficiencia tiende a ver la utilidad social como la resultante de la cantidad de bienes y servicios producidos para la generalidad de la sociedad, sin adentrarse en el tema de cómo se distribuyen tales bienes y servicios. En otras palabras, no se centra en problemas de cuánta utilidad ganan grupos poblacionales determinados en relación a otros.
La segunda gran preocupación, "justicia social" o "equidad", como algunas veces es ambiguamente llamada, precisamente versa sobre esto último. ¿Quién gana en terminos absolutos o relativos? Nótese que en realidad el tema de "justicia social" toca a la cuestión fundamental de para quién producir.
En síntesis, como se adelantara y desprende de lo anterior, cada sistema económico tiene su forma particular de cómo contestar a las cuestiones y preocupaciones fundamentales. La forma de responder a las mismas conjuga determinados roles para el sector público y el privado, así cómo las instituciones que definen la naturaleza del estado.
Capitalismo y Socialismo: Sistemas Económicos Contrapuestos
Los dos sistemas económicos que han predominado durante la mayor parte del siglo XX en buena parte del mundo han sido el capitalismo (sistema de mercado), y el socialismo. Las dos características principales que distinguen al socialismo del capitalismo son:
Con esto en mente señalaremos inicialmente lo siguiente (comentarios adicionales vienen después) :
En el socialismo la mayoría de los bienes de capital físico son propiedad del estado. Los individuos o entidades privadas no pueden ser propietarios de muchas clases de capital físico; tampoco pueden operar muchos tipos de negocios. La mayor parte de las personas son empleadas por el gobierno y el gobierno decide, en lo fundamental, como se han de utilizar los recursos productivos. Para esto último generalmente existe un plan elaborado por una entidad central del gobierno que establece prioridades y metas productivas.
Por el contrario, en el sistema de mercado (capitalismo), en su mayoría, los activos fisicos son propiedad privada, y las fuerzas del mercado son las que coordinan las acciones de compradores y vendedores determinando con ello cómo se asignan y utilizan los recursos productivos. Nótese que ello no quiere decir que el gobierno no sea propietario de bienes de capital físico ni, tampoco, que no incurra en actividades productivas. Ciertamente en muchos casos el gobierno controla la producción de bienes públicos o servicios básicos como electricidad y transporte y algunas empresas de producción. Sin embargo, lo que predomina es el control y la propiedad por individuos y empresas, es decir por lo que se conoce como el sector privado. Aún más importante, el sistema legal establece y respeta el derecho de propiedad por parte del sector privado.
El cuadro 1 resume las principales características de ambos sistemas.
Cuadro 1
Características Distintivas entre el Capitalismo y el Socialismo
Capitalismo |
Socialismo |
|
Propiedad privada
|
Capital físico (es decir no humano) pertenece a individuos o empresas privadas |
El gobierno es el proprietarios del capital físico |
Asignación de bienes y recursos de producción
|
Determinada por fuerzas del mercado (oferta y demanda) |
Determinada por planificación centralizada |
Empleo
|
Los trabajadores trabajan mayormente para empresas privadas o por cuenta propia |
Los trabajadores son empleados por el gobierno o por entidades controladas por el gobierno, cooperativas por ejemplo |
Inversión |
Fundamentalmente llevada a cabo por las empresas o individuos en el sector privado en procura de ganancias o mayores ingresos |
Llevada a cabo por el gobierno de acuerdo a lo establecido en el plan |
Fuente: Adaptado de James D. Gwartney and Richard L. Stroup, Economics Private and Public Choice, seventh edition, The Dryden Press (1995).
Economía de mercado: Mecanismo Principal y Fundamentos Filosóficos
Recuérdese que un sistema económico tiene que resolver el problema de la relativa escasez de bienes y servicios (o recursos para producirlos) dadas las necesidades (o deseos) que los mismos satisfacen. Debido a la relativa escasez no hay otro remedio que "racionar" los bienes y servicios (o recursos); es decir, utilizar un mecanismo a través del cual se asignan los bienes y servicios entre las entidades o personas que los desean. Repasemos primero lo tocante a cómo funciona el sistema de mercado. Después se hará alusión a la importante cuestión del fundamento filosófico.
Cómo funciona
Como se vio en una sección anterior, una forma de racionar es a través de un organo central (el gobierno, por ejemplo) que decida el qué, el cómo, el cuánto, y el para quién. Otra forma es a través de precios determinados por "las fuerzas del mercado".
También se mencionó que la economía de mercado, en general, asigna bienes y recursos de producción en función de la demanda y la oferta. ¿Qué quiere esto decir?
Ello significa que, fundamentalmente, una economía de mercado va a descansar en precios "libremente determinados" para contestar los interrogantes y desafíos que todo sistema ecónomico tiene que resolver. Tales precios van a actuar a manera de un sistema de señales que el comprador va a utilizar al decidir si le conviene comprar y el vendedor si le conviene vender. Cuando el racionamiento es determinado por los precios, los bienes y servicios son asignados a las personas dispuestas a (y capaces de) pagar el mayor costo por obtener el bien y servicio en cuestión.
El término "libremente determinados" no quiere decir otra cosa que precios resultantes de la interacción de:
Es de subrayar que la calificación "libremente" indica que los precios no son predeterminados por agentes externos -- por ejemplo, el gobierno. Por el contrario, los individuos, grupos, o entidades hacen sus decisiones de compra y venta tomando en cuenta la utilidad que unidades adicionales del bien o servicio en cuestión les reportaría y, dado el precio, lo que sacrifican en términos de otros bienes o servicios que dejan de percibir.
Sin adentrarnos en mayores detalles técnicos precisemos tan sólo que tras "la demanda" subyace, como se ha visto, el factor de utilidad adicional y que tal utilidad depende de factores tales como niveles de ingresos, gustos, precios de otros productos, y expectativas. Es más, puede decirse que, todo lo demás igual, el precio y la cantidad demandada por la generalidad de los bienes y servicios se mueven en direcciones contrarias. (Esta proposición es conocida como "la ley de la demanda".) Por otro lado, dados los precios de un producto, cambios en ingresos, gustos, expectativas, o en precios de otros productos ocasionan un cambio en la demanda.
De manera análoga, tras la oferta de bienes o servicios subyace el factor de costo adicional que a su vez depende de factores tales como precios de los insumos necesarios para producir, tecnología y expectativas. Puede añadirse que, todo lo demás igual, el precio y la contidad ofrecida se mueven en la misma dirección. (Esta proposición es conocida como la ley de la oferta.) Y también: dados los precios de un producto, cambios en los costos de producción se traducen en cambios en la cantidad ofrecida.
Ahora, nótese que también se hizo alusión al término "interacción". ¿Qué se quiere decir por ello? Ello significa que, dejados por si solos, las acciones de los compradores y vendedores van a determinar los precios que predominan por determinados productos. Por ejemplo, si a un peso los compradores están dispuestos a comprar 10 unidades de chocolate, pero los vendedores están dispuestos a ofrecer sólo 8 unidades, todo lo demás igual, la competencia entre compradores va a hacer que el precio tienda a subir a más de un peso hasta el nivel donde la cantidad que los compradores están dispuestos a comprar sea igual a la cantidad que los vendedores estén dispuestos a vender. Análogamente, si a un peso los vendedores están dispuestos a ofrecer a la venta más que los compradores están dispuestos a comprar, la competencia entre los vendedores tendería a hacer que el precio del chocolate cayese por debajo de un peso.
¿Qué pasa cuándo tanto los vendedores como los compradores están satisfechos con el precio y la cantidad transada? Pues se estará en una situación donde tanto el precio como la cantidad tenderán a no variar mientras no se alteren algunos de los otros determinantes tanto por el lado de la demanda como de la oferta. A tal situación donde ambas partes están satisfechos se le conoce como "una situación de equilibrio"en el mercado. En general, todo lo demás igual, en un sistema de mercado el precio de un producto seguirá cambiando tendiendo a una situación de equilibrio.
Terminemos esta subsección sobre cómo funciona el sistema de mercado indicando que no siempre el racionamiento de bienes y servicios a través del mecanismo de precios conducirá a situaciones óptimas, es decir a situaciones donde el bienestar alcanzado por la sociedad es el mayor posible. No obstante, está comprobado que el racionamiento a través del sistema de precios funciona bien en el mayor número de casos y constituye la mejor forma de, en general, asignar recursos.
Filosofía
Un aspecto sumamente importante a destacar es que el funcionamiento del mecanismo de precios deja que los individuos determinen según su libre albedrío cómo asignar los recursos de que disponen. A su vez ello supone que las personas tienen la capacidad de juzgar y autodeterminar sus actos en función de lo que les conviene. En otras palabras, existe la presunción de que los individuos pueden, y buena parte del tiempo lo hacen, sopesar costos y beneficios y escoger la línea de mayores beneficios personales netos haciendo uso de su raciocinio.
Nótese que lo anterior no implica que los individuos sólo actúan movidos por la lógica o por egoismo. Lo que sí implica es que, en general, los individuos responden a incentivos y que cambios en incentivos (i.e., en la percepción de costos y beneficios personales) probablemente acarreen cambios en comportamiento.
También es de destacar que al utilizar el mecanismo de precios libremente determinados por las interacciones de los individuos para decidir cómo se han de utilizar los recursos, y al descansar fundamentalmente en el reconocimiento de la autodeterminación individual, el sistema capitalista también establece el principio de la autoresponsabilidad. Ello quiere decir que uno de los fundamentos del sistema es que los individuos son básicamente responsables por sus decisiones.
Como se verá posteriormente, el principio de autoresponsabilidad individual no implica que la sociedad no tenga responsabilidades para con los individuos que la componen. No implica, por ejemplo, que se niege la necesidad de proteger a los desafortunados o desvalidos. Por el contrario, tal es una función clave que el gobierno desempeña en todas las economías de mercado.
En síntesis, al utilizar el sistema de precios libremente determinados como el mecanismo básico (aunque, como se verá, no exclusivo) para dar respuesta a las interrogantes fundamentales del qué, cómo, cuánto, y para quién producir, el sistema de mercado se basa implícitamente en los principios de autodeterminación y autoresponsabilidad individual. Ello es congruente con los principios sobre los que se basa el sistema democrático de organización política.
Fundamentos Institucionales de la Economía de Mercado
La sección precedente abundó sobre la autodeterminación y la autoresponsabilidad individual como dos principios filosóficos sobre los que se erige el sistema de mercados. También se vio en forma esquemática como el mecanismo de precios asigna los recursos económicos.
Ahora bien, ¿es eso todo? ¿Cuándo se mira a las economías más prósperas del mundo y se alude a ellas como básicamente "economías de mercado", puede uno inferir que tan sólo porque en ellas se permite el libre intercambio de bienes y servicios a ello se debe su prosperidad? ¿Si un mercado libre es sencillamente el contexto donde individuos o instituciones intercambian voluntariamente bienes y servicios, puede uno concluir que la prosperidad es el resultado probable de la existencia de mercados? ¿Acaso no ha hecho la historia evidente que las economías basadas en el sistema socialista han tenido en el largo plazo un desempeño muy inferior a las economías de mercado libre?
La respuesta a la última pregunta es un sí, y sobre el fracaso del sistema económico socialista se hará alusión posteriormente. No obstante, como se ha señalado en la literatura profesional reciente, los requerimientos son relativamente complejos. Unos minutos de reflexión ayudan a ver el porqué.
Como ha hecho notar Olson, en prácticamente todos los países subdesarrollados es evidente que existen muchos mercados donde la gente intercambia bienes. Sin embargo, por definición (por eso se les llama subdesarrollados) son países muy pobres. También es de tener en cuenta que el comercio, no sólo entre personas de una misma sociedad, sino también entre sociedades distintas, ha existido desde la antiguedad. Y es sólo en los dos últimos siglos, y especialmente en siglo XX, que la humanidad ha visto una multiplicación sin par de sus riquezas. ¿Cómo explicarlo?
La respuesta está en dos elementos: política económica e instituciones.
Recuérdese que hemos dicho que las personas responden a incentivos. Pues bien, la clave de las políticas ecónomicas y las instituciones que contribuyen al fomento de riquezas es precisamente que crean los incentivos adecuados.
En materia de políticas es generalmente aceptado que es necesario mantener la inflación bajo control, eliminar las barreras que dificultan el comercio (por ejemplo aranceles), dejar que los precios sean el producto del rejuego de la oferta y demanda (es decir, que no sean fijados artificialmente), y evitar sistemas impositivos que penalicen la iniciativa empresarial. La historia económica de los últimos decenios indica que donde éstas, y otras condiciones de política económica que favorecen la asignacion de recursos por el mercado ocurren, se crea una base para el crecimiento ecónomico autosostenido.
Pero ello no es suficiente. Las instituciones son también de importancia fundamental.
La primera institución es un orden que garantice la vida y la estabilidad ciudadana. En otras palabras, la anarquía es el peor enemigo del bienestar económico.
La segunda institución, a la que ya se hizo alusión, es el reconocimiento y protección efectiva a la propiedad privada. Por esta última se entiende el derecho al uso, control, y disfrute de bienes, así como el derecho a transferirlos a otros. Del derecho a la propiedad privada se desprenden fuertes incentivos al crecimiento económico.
Uno de tales incentivos es el de utilizar la propiedad de manera que la misma sea útil a otros. De no hacerlo así el proprietario paga un costo que consiste en beneficios que deja de percibir. Piénsese, por ejemplo, en el proprietario de una casa vacía que se podría alquilar a buen precio ya que hay muchas personas interesadas en alquilarla. El mantenerla desocupada implica la pérdida de ingresos provenientes de alquiler.
Otro incentivo consiste en la inclinación a mantener en buenas condiciones la propiedad en cuestión. Por ejemplo, el proprietario de una casa tiene un interés en mantenerla en buenas condiciones. De no hacerlo, y dejar que la casa se deteriore, el alquiler que se puede devengar del alquiler de la casa probablemente tenderá a caer. Asimismo, todo lo demás igual, el valor de la casa, el precio al que el proprietario de la casa podría venderla en el futuro, también tenderá a caer.
El reconocimiento del derecho a la propiedad privada es tan fundamental para el funcionamiento de una economía capitalista que, de hecho, todas las transacciones económicas pueden ser vistas como un intercambio de tales derechos. El alquiler de una casa, téngase por caso, no es otra cosa que un contrato por medio del cual, al satisfacerse determinadas condiciones, el proprietario transfiere a la persona que alquila algunos de los derechos (uso y disfrute) asociados al derecho a la propiedad.
Otra institución fundamental es la que toca a la aplicación de contratos. ¿Quién firmaría contratos que envuelven obligaciones futuras si la sociedad no cuenta con mecanismos que hagan que los contratos sean respetados? Al igual que un intercambio de derechos de propiedad, las transacciones económicas pueden ser vistas como contratos. En realidad, la sofisticación y el alto nivel de vida de las economías desarrolladas en gran medida reflejan la confianza en el respeto a los contratos. De no haber confianza en la aplicación de contratos las transacciones económicas se limitarían a acciones rudimentarias donde cada parte en una transacción exigiría el cumplimiento immediato de las obligaciones por la otra parte. Transacciones como préstamos financieros, inversiones en valores futuros, etc., serían prácticamente imposibles.
Igualmente, y vinculado a los puntos anteriores, se necesita un poder judicial que sea efectivo y que sea percibido como objetivo e independiente. La inexistencia de un poder judicial tal anularía las ventajas de la propiedad privada y haría irrisoria la noción del respeto a los contratos. Tan importante es la existencia de un poder judicial efectivo, y que aplique la ley neutralmente, que en buena medida el lento desarrollo de las economías de países pobres se debe a la falta de confianza en la imparcialidad y efectividad del poder judicial.
Naturalmente, asociada a las instituciones anteriores, es de resaltar la importancia de un sistema legal que sea percibido como justo y adecuado, a más de un sistema de regulaciones que no haga onerosas las transacciones económicas. Nótese que un sistema legal que sea percibido por la mayoría de la sociedad como injusto, o que no se adapte a la realidad de las transacciones requeridas por una economía moderna, desestimularía el quehacer económico. Sería considerado como sesgado a favor de intereses minoritarios y/o no relevante para transacciones complejas. En tales condiciones es muy difícil que los individuos estén dispuestos a arriesgar su propiedad, inviertiendo, por ejemplo.
Finalmente, es muy importante que las personas sepan que el contexto de política económica e institucional no sólo sea adecuado, sino que tengan confianza en que tal contexto sea estable. Unida a las otras condiciones que se han mencionado la estabilidad del contexto es lo que permite a las personas e instituciones, es decir a los agentes económicos, pensar o planificar en el largo plazo. ¿ Aun si la tasa de retorno esperada de la inversión es alta quién, por ejemplo, va a invertir en un negocio que la experiencia indica necesita varios años para ser rentable en un contexto de inestabilidad social? No muchas personas.
Ante gran inseguridad con respecto a la estabilidad de la políticas e instituciones económicas las personas van a incurrir en transacciones que les permita recuperar el principal invertido, más beneficios, en el muy corto plazo - - acaso no más de dos o tres años o menos. Otro problema que surge ante la inestabilidad es la tendencia a buscar "rentas", es decir a dedicar tiempo a cultivar contactos e influencias que puedan inclinar la balanza de decisiones claves a favor de uno, en vez de dedicarse a actividades productivas.
Capitalismo y Socialismo: Recapitulación y Contraste
En nuestro rápido repaso de cómo funciona el sistema de mercado se vio como los precios indican tanto:
Tambien se mencionó que, bajo determinadas condiciones, cuando el mercado está en equilibrio, los precios imperantes son indicadores, tanto de la utilidad adicional, como del costo adicional para la sociedad relacionados con el uso y la producción de una unidad extra del bien en cuestión. Igualmente, se hizo alusión a que, en una economía de mercado, los precios son, en general, buenos indicadores de tales costos y beneficios hasta el punto que, todo lo demás igual, desviarse de tales precios de equilibrio conlleva una pérdida de bienestar.
Se vio como, en el sistema de mercado, guiadas por tales precios las personas y empresas que participan deciden lo que comprar y vender (y por lo tanto producir). Es por ello que, en una economía de mercado, son las decisiones independientes de miles o millones de personas o entidades que deciden lo que se ha de producir, vender, y comprar. Y nótese que ello ocurre sin que tales personas o entidades conscientemente relacionen precios con costos y beneficios sociales.
Más aun, si se piensa en que, mediante este mecanismo de decisiones decentralizadas o independientes, las sociedades que lo han utilizado consistentemente han tenido gran éxito en mejorar su situación de riqueza y bienestar, se está ante un hecho impresionante: el que miles y miles de decisiones independientes conlleven a este resultado.
Es por ello que en la literatura económica se ha hecho alusión a que, en una economía de mercado, los miles o millones de agentes económicos (personas y entidades) actúan como si "una mano invisible" guiara sus acciones o decisiones de forma tal que las mismas redundan en beneficio colectivo. ¡A primera vista parece inverosímil!
¿Acaso no sería mejor asignar los recursos económicos, es decir contestar el qué, el cuánto, el cómo, y el para quién, en forma controlada siguiendo un plan preconcebido? ¿No es esto más racional?
En efecto esta línea de pensamiento ha inclinado a algunas sociedades a experimentar con formas alternativas de organización económica. Como ya se vio, bajo el socialismo, las decisiones sobre el qué, cuánto, cómo, y para quién son hechas a través del gobierno quien, además, es el proprietario de los bienes de producción. El gran supuesto es que la complejidad envuelta en responder a los desafíos económicos básicos referentes a eficiencia y justicia social solamente pueden ser resueltos si un grupo de "planificadores", actuando en nombre de la colectividad, y utilizando métodos de menor o mayor sofisticación, deciden sobre la asignación de recursos.
Hay formas de socialismo (aunque no se identifiquen como tal) en que se reconoce el derecho de los individuos a alguna forma de "propiedad privada". Sin embargo, de hecho, se limita el poder de las personas o entidades al ejercicio del derecho a la propiedad privada.
Ello se hace a través de vehículos tales como: regulaciones que limitan lo que se puede comprar o vender, uso intensivo de impuestos que alteran los precios prevalecientes en una dirección u otra, fijación directa de precios por el gobierno, control de intereses, propiedad por el gobierno de un número de empresas, dirección por el gobierno de quién puede o no recibir préstamos, etc. Ello llega hasta el punto en que las decisiones sobre el qué, el cómo, el cuánto, y el para quién son indirectamente hechas por el gobierno.
Nótese que en esta forma diluida de socialismo lo importante no es que existan regulaciones o leyes que normen las transacciones económicas, tal ocurre en cualquier sistema. El punto es que el control por el gobierno llega a un grado tan alto que las decisiones de asignación de recursos esencialmente no son hechas por las fuerzas de libre demanda y oferta a la manera que se describiera en la sección anterior.
¿Cuál ha sido el resultado de las alternativas socialistas de organización económica? Hace algunas décadas ésta era todavía una pregunta abierta en torno a la cual habían muchísimos debates, tanto de tipo teórico, como en relación al record histórico. Ya, en realidad, buena parte de la relevancia de este debate ha sido superada por la experiencia.
Por un lado, la división artificial tras la segunda guerra mundial de países en zonas donde regía el sistema socialista, y otras donde predominaba la economía de mercado (piensese en las dos Coreas, las dos Alemanias, China y Formosa, o Hong Kong), constituyó lo que puede equipararse a un experimento de laboratorio hecho por la historia. Como se ha elaborado en la literatura, la comparación era clara: donde predominaba la economía de mercado las sociedades prosperaban, en cambio, después de cierto tiempo, donde predominaba la economia dirigida o centralizada (es decir, socialista), la economía no avanzaba y hasta se deterioraba.
Algo similar ha ocurrido en términos generales con los países en vías de desarrollo. En los países que se embarcaban en la adopción de sistemas de planificación centralizada, como en gran parte de África, India, o buena parte de Latinoamérica por un buen tiempo, por ejemplo, el resultado ha sido muy desalentador.
El veredicto definitivo, sin embargo, sobrevino con el colapso económico de la Unión Soviética y de sus países satélites en Europa central y oriental. Y es así que durante el ultimo decenio la mayor parte del mundo se esfuerza por establecer las bases para moverse hacia la economía de mercado. Una de las tristes excepciones es Cuba.
Economía de Mercado y Gobierno
Hasta aquí hemos explicado el mecanismo fundamental del sistema del mercado, las instituciones básicas que tal mercado conlleva y contrastado los sistemas capitalistas y socialistas de organización económica. No se ha dicho mucho, sin embargo, con respecto al rol del gobierno en una economía capitalista. ¿Es que acaso el rol del gobierno no es importante en el sistema capitalista? ¿Cuál es su rol?
El rol del gobierno en una economía de mercado es limitado pero sumamente importante. Por limitado se alude a que, en contraste con los sistemas de corte socialista, excepto en relativamente pocas circunstancias, el gobierno no juega el rol de asignador de recursos productivos. Es decir, no interviene directamente en las decisiones del qué, el cómo, y el cuánto producir. En cambio su rol principal es el de:
Abundemos algo sobre cada una de estas funciones.
Facilitar el funcionamiento de mercados eficientes
Argumentablemente, desde el punto de vista ecónomico, éste es el rol más importante del gobierno. El rol es desempeñado mediante la creación y protección de la instituciones y políticas necesarias para el buen funcionamiento de mercados y el desarrollo de los mismos. Por esto último se entiende mercados que permitan mayores niveles de productividad en el uso de recursos productivos. Son tales niveles más altos de productividad lo que yace tras la creación de riqueza o, su equivalente, ingresos en aumento.
¿Cuáles son las instituciones y políticas fundamentales? Precisamente aquellas vistas en una sección anterior: protección a la vida e integridad personal, estabilidad ciudadana, propiedad privada, aplicación de contratos y otras mencionadas más arriba.
Complementar a los mercados cuando éstos no conducen a una solución eficiente
De la literatura económica no se desprende que el mercado conducirá necesariamente a la solución eficiente idónea. Por el contrario, tal solución no será alcanzada buena parte de las veces. Ello significa que no siempre los precios de mercado reflejan toda la gama de costos y beneficios que acompañan a una transacción. Cuando ello ocurre decimos que uno está ante una falla de mercado.
Los factores que causan "fallas de mercado" se pueden agrupar en las siguientes categorías:
Otra forma de ver la misma situación es decir que no existen mercados para el bien en cuestión. Por ejemplo, una empresa que en el curso de sus negocios normales genera contaminación ambiental (perjudicando a terceros) frecuentemente no tiene que pagar un precio equivalente al daño que causa. Asimismo, un vecino que, al mantener un jardín bellísimo, aumenta el valor de las casas circundantes, no recibe un ingreso por ello.
Estas situaciones en muchos casos reflejan la falta de definición de derechos de propiedad o la incapacidad para hacerlos efectivos. En cualquier caso un resultado frecuente de la existencia de externalidades es que, dejado a sí solo, el mercado tenderá a subproducir bienes (o servicios) que generan externalidades positivas y a sobreproducir bienes asociados a externalidades negativas.
Estas dos características conllevan que los individuos, por sí solos, no se inclinen a contribuir a costear la producción del bien público. ¿Si no me pueden excluir aunque no pague, por qué pagar? ¿Si mi disfrute del bien no aumenta el costo para nadie más, es decir no disminuye el beneficio que otros pueden obtener, por qué no dejar que sea el resto de la sociedad la que pague?
Un tercer factor que puede dar lugar a la falta de competencia en un mercado son fallas importantes de información. La falla puede ocurrir, por ejemplo, cuando no es fácil aquilatar la calidad del bien o servicio que se está tranzando y, a la par, la transacción con la misma contraparte no se repetirá. Por otra parte, aunque la transacción pueda en principio realizarse entre los mismos agentes en más de una ocasión, la ausencia de información sobre la calidad o consecuencia de un servicio (una nueva droga medicinal, por ejemplo) puede ser tan grave en determinadas condiciones (por ejemplo cuando la droga tiene serios efectos colaterales) que levante la conveniencia de la intervención de un tercer agente (el gobierno) con la capacidad de evaluar los efectos en cuestión.
¿Conllevan las condiciones que pueden causar fallas en los mercados la necesidad de intervenciones del gobierno ? No necesariamente. Con excepción de la última causa, inestabilidad en el contexto político, donde el problema, por ser político, requiere de una intervención a nivel general de la sociedad o del gobierno, en los otros casos la intervención del gobierno puede no ser aconsejable.
La razón es que la intervención del gobierno puede redundar en situaciones aun menos eficientes que la que el mercado brinda por sí sólo. Dos razones son:
En resumidas cuentas, repetimos, generalmente el mercado conducirá a la merjor situación posible. Cuando se sospecha que el nivel de ineficiencia que se genera por algunas de las tres primeras razones mencionadas en este acápite es excesivo, la intervención del gobierno para alterar la asignación de recusos debe hacerse sólo después de un analísis cuidadoso de costos y beneficios que también tome en cuenta la probabilidad de fallas del gobierno.
Alterar la distribución de bienes y servicios
Esta situación se refiere a la protección de desvalidos y personas que por mala suerte, o razones parecidas, no logran por sí mismas un estándar de vida que la sociedad considera como mínimo indispensable. Por ejemplo, todos los países capitalistas tienen sistemas de seguridad o beneficiencia social para propiciar ayuda a los pobres, ancianos, huérfanos, desempleados, etc.
Naturalmente, no hay una definición universal de lo que es una distribución de riqueza o ingresos "justa" o, ni tan siquiera, deseable. Esto es algo que compete a cada sociedad decidir y es evidente que un sistema político donde la sociedad misma pueda determinar lo que conviene a través de mecanismos establecidos, aceptados generalmente, y que no envuelvan violencia, es superior a un sistema donde la distribución de riquezas es establecida o alterada arbitrariamente. Es por ello que en los países democráticos temas que envuelven a aspectos de distribución del ingresos son objeto de frecuente discusión en las campañas políticas y en las plataformas de los partidos políticos.
Economía de Mercado y Democracia
Hemos visto como el sistema de mercado descansa en el interjuego de decisiones voluntarias entre las partes que entran en una relación económica y que, en última instancia, son las personas actuando individual o colectivamente (es decir a través de asociaciones que reflejan una comunidad de intereses) las que deciden cómo asignar los recursos. Hicimos alusión a que ello implícitamente se basaba en los principios de autodeterminación y autoresponsabilidad individual.
También mencionamos como estos principios son congruentes con los que sirven de fundamento a la democracia. De hecho, podemos ser más categóricos. La libertad individual es la base tanto del sistema democrático de organización política como del sistema de mercado de organización económica.
Ello es evidente si se recuerda que en una democracia el poder fundamental reside en el pueblo, es decir, en el conjunto de personas que componen una sociedad. Son estas personas las que, a través de representantes elegidos por ellas, votan las leyes por las que han de regirse. También es importantísimo destacar que en una democracia existen una serie de derechos considerados inalienables y naturales a la condición de ser humano. Tales derechos se expresan como derechos del individuo e incluyen los de libertad de expresión, asociación, no encarcelamiento arbitrario y culto. (Nótese que en Cuba, aunque los voceros del gobierno proclaman que tales derechos existen, los mismos son negados por: (1) normas legales que prohiben menoscabar la ideología marxista y el socialismo, y por (2) una fuerte represión de facto.)
Los derechos en cuestión, usualmente reconocidos en la ley fundamental de la nación, imponen un valladar a la acción del gobierno contra los miembros de la sociedad y, a la vez, protegen a las minorías de abusos por parte de las mayorías. Tanto el gobierno como las mayorías tienen que respetar tales derechos. Las acciones del gobierno contra el individuo tienen que regirse por las leyes que los individuos mismos se han dado. Si bien las decisiones de política se toman según la opinión de las mayorías, los derechos individuales básicos no pueden ser violentados.
Vale la pena repetirlo. Al igual que en el sistema de mercado, la democracia descansa en el principio que el individuo tiene la capacidad de escoger lo que le conviene, puede autodeterminar sus acciones y, por lo tanto, es responsable de sus decisiones.
Basados en la libertad de asociación los individuos pueden organizarse para promover sus puntos de vista e intereses. Asimismo, dadas las libertades de expresión y organización, y la imposibilidad según la ley, de violar los derechos individuales, el gobierno y los grupos que quieren llegar a serlo tienen que persuadir a la mayoría de la sociedad de que las políticas económicas que se proponen son las convenientes a la sociedad.
Nótese también la complementariedad que existe entre la libertad de asociación y expresión, los principios de autodeterminación y responsabilidad individual, y la libertad de llevar a cabo transacciones económicas mediante las cuales se intercambian derechos de propiedad. Sin tales libertades, y el reconocimiento del derecho a la propiedad individual, tales transacciones serían meramente abstracciones ilusorias o no serían voluntarias.
Recordemos que se hizo mención de lo importante que era para el bienestar económico la estabilidad de las reglas por las que se rige una economía. Al tenerse confianza en que, dentro del orden democrático existen murallas que la acción estatal no puede sobrepasar (violación de leyes sobre propiedad privada, libertad de contratación, aplicación de contratos, por ejemplo), y el que el énfasis de las políticas del gobierno de turno puede ser cambiado por acción colectiva -- por presión de la opinión pública o cambiando el gobierno a la hora de votar -- el contexto democrático contribuye a la estabilidad política y económica de largo plazo.
En otras palabras, como un sistema legal respetuoso de los derechos individuales es previsible, así como también lo es la interpretación y aplicación de tal sistema por un poder judicial independiente, al sumársele a estos factores la condición democrática de que las decisiones de política son determinadas por acción colectiva mayoritaria, se crea un contexto donde el individuo puede planificar para el largo plazo y tomar decisiones consecuentes con tal planificación. Ello es una de las claves para explicar el porqué la gran mayoría de los países hoy conocidos como desarrollados son países democráticos y de economía de mercado.
Nótese que todo lo anterior sugiere no sólo que el sistema democrático es afín al sistema capitalista, sino que el sistema democrático es el que mejor propicia el crecimiento económico autosostenido. Y es tal crecimiento el que hace posible el mejoramiento de los estándares de vida, es decir, el desarrollo económico.
Paralelamente, en una democracia el gobierno tiene un incentivo especial para gobernar en forma tal que se propicie el aumento del bienestar económico. Como las políticas gubernamentales deben reflejar los puntos de vista (e intereses) de las mayorías, las mayorías tienen un interés en que tales políticas efectivamente promuevan el bienestar colectivo. Y es que de dicho bienestar colectivo la mayoría se beneficia. Ello desestimula las acciones gubernamentales de tipo predatorio o espoliativas porque ello atentaría contra el interés de la propia mayoría.
En síntesis, las complejas instituciones económicas que hacen posible que una economía de mercado se traduzca en una dinámica y estable fuente de riqueza sólo pueden darse en un contexto democrático. Es decir, en un contexto donde, con sentido de permanencia, se respeten los derechos individuales, la propiedad privada y los contratos.