MARCELO

por Heidi Abella

Dedicado a mi buen amigo Marcelo Fernández Zayas. A quien Dios lo tenga en su Gloria.

Si no hubiera sido por su cuento El domador *, no le hubiera conocido. Me impacto su forma de escribir y la relación del caballo y quien lo domaba. Como su dirección electrónica estaba al final de la historia, le escribí diciéndoselo. Esto ocurrió en el año 2001, así que nuestra amistad fue corta, pero dejo una huella imborrable en mi corazón.

Quien era ese hombre?

Continuamos escribiéndonos y después comenzamos a hablar por teléfono y entonces supe que Marcelo vivía solo en un pequeño apartamento en Washington. Después de haber sufrido un stroke y haberse quedado paralizado, con la voluntad y el coraje que tenia para enfrentar las cosas había logrado aprender a hacer todo de nuevo. Había ocupado cargos muy importantes entre ellos fue quien comenzó con la educación bilingüe en la capital del país. Era profesor, investigador, escritor y periodista. Luego, al pasar el tiempo, supe que también sabía ser amigo de sus amigos. Había ayudado a mucha gente. Los que sabían agradecer, se mantenían en contacto con el.

Yo estaba pasando un momento emocional muy duro en mi vida. Tenia miedo de afrontar lo que me venia encima. Me sentía incapaz de lograrlo. Se tomo el tiempo y la paciencia de quitarme mis inseguridades y fortalecer mi espíritu. Analizábamos mis temores y practicamos como eliminarlos. Su tesón dio frutos. Ya no soy la misma de antes. Aprendí de el a analizar las cosas, a darle importancia a lo que verdaderamente lo tiene y a afrontar lo que suceda. . Logramos una gran conexión entre nosotros que duro hasta el último día de su vida.

Después de mejorarme emocionalmente empezamos a hablar de temas muy variados y manteníamos una conversación muy amena. Era una persona culta, de gran conocimiento. Nunca afirmaba nada sin tener pruebas. Antes de escribir algo, lo investigaba bien. Era fascinante su conversación, se aprendía mucho con el, y si yo le hablaba de algo que había leído y el desconocía, tenia la humildad de reconocerlo. Tenia además un tremendo sentido del humor que me hizo reír muchísimas veces con sus ocurrencias.

Un día me dijo que había ido al medico y que le habían descubierto un cáncer. No se amilano. Comenzó un tratamiento y cuando pensó que lo había vencido, al volver a visitarlo se entero de una terrible verdad: el medico le daba solo unos meses de vida. Para mi eso me causo un terrible impacto. Me eche a llorar y el me dijo: “No quiero que llores. Cuando a uno le llega el momento de partir, hay que dejarlo ir. Saber que te pones así no me ayuda” Entonces me di cuenta de que él tenia razón. A quien se le tiene cariño no se le trata de retener sabiendo lo mucho que estaba sufriendo y un día le deje saber lo mucho que le agradecía lo que había hecho por mi y que ya me había resignado a dejarlo ir.

El 14 de Noviembre bajo a buscarlo su abuela Mamita para llevarlo ante el Creador. Juntos atravezaron el umbral del cielo y se internaron en la luz eterna…


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