UN RECORDATORIO DE LA REALIDAD Por Hugo J. Byrne Esta semana ocurrieron acontecimientos de significación, que aunque se traten de evadir o ignorar, imponen escrutinio. Y lo hacen como la endiablada estática con que las fibras blancas se adhieren a un traje de paño obscuro. El primero de estos acontecimientos es la muerte de Mario Chanes de Armas, en la ciudad de Miami, a la edad de ochenta años. Chanes no era un exiliado cualquiera entre los más de dos millones que por válidos motivos optáramos por el destierro de Cuba a partir de 1959. El antiguo organizador sindical ostentaba la trágica distinción de haber cumplido la más larga condena impuesta a un prisionero político en los tiempos contemporáneos (distinción deshonestamente ignorada por los grandes medios publicitarios en Estados Unidos). Chanes también había sido miembro del Movimiento 26 de Julio que fundara y dirigiera Castro. Durante su encarcelamiento de treinta años Chanes rehusó con estoicismo múltiples presiones para aceptar el programa de “rehabilitación”, única vía de acortar una sentencia política en Castrolandia. También durante ese cruel confinamiento murieron sus padres y hermano y nació y murió su único hijo. Chanes fue herido durante el asalto al Cuartel Moncada en Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953. Apresado por las fuerzas del ejército y condenado a varios años en el Presidio Modelo de Isla de Pinos, fue beneficiario de una amnistía para delitos políticos extendida por el régimen de Batista en 1955. Existe una famosa foto de grupo en la que aparece Chanes saliendo del penal, a la izquierda y detrás de Castro. En publicaciones de Castrolandia años después y siguiendo una técnica de estafa fotográfica perfeccionada por Stalin en la Unión Soviética muchos años antes, la misma foto apareció de nuevo, pero sin Chanes. Expedicionario del yate Granma, Chanes desembarcó en la costa sur de la Provincia de Oriente en diciembre de 1956, contándose entre los sobrevivientes de esa acción y participando en el movimiento insurreccional hasta la fuga de Batista el 31 de diciembre de 1958. Decepcionado por el giro totalitario del castrismo, Chanes fue arrestado por el régimen y enviado al penal tras una caricatura de juicio en la que no se presentaron evidencias materiales en su contra. ¿Por qué ese ensañamiento castrista contra un antiguo compañero de armas? Precisamente por serlo. Chanes era la personificación teórica del individuo por y para el cuál supuestamente había ocurrido la llamada “revolución”. Pobre, humilde y honesto, activista sindical y proletario por antonomasia, Chanes era el polo opuesto al falso estereotipo contrarrevolucionario del “antiguo terrateniente resentido, explotador de masas oprimidas y al servicio del Imperio”, que tanto pregona la propaganda de La Habana y corean las manadas morónicas de Chávez, Morales y Correa. Por la herejía de ser quien era y al mismo tiempo disentir con indignación, se le condenó. Por ella se le hizo desaparecer de una fotografía. Por ella fue ignorado por los simpatizantes del castrismo, dentro y fuera de Cuba, como si nunca hubiera existido. Porque la suya fue sin la menor duda una existencia incómoda a la tiranía. Otro acontecimiento importante es la reciente movilización de los tradicionales elementos procastristas o protocastristas dentro y fuera del Congreso norteamericano. Creen que les ha llegado la hora de la victoria. Gracias a la nueva mayoría demócrata y a la creciente participación del grupo de legisladores republicanos al mejor postor, el movimiento por otorgarle crédito al régimen castrista, garantizado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, ha cobrado nuevos bríos. El objetivo final de este toque a rebato de los procastristas, quienes fueran desairados por Raúl Castro el año pasado al no recibir a la más grande delegación parlamentaria norteamericana visitando Castrolandia desde 1959, no es solamente eliminar las restricciones al turismo. Ese es solamente el primer paso en el camino del mantenimiento indefinido del régimen castrista. El verdadero objetivo de esta pandilla no es ideológico, sino el enriquecimiento de banqueros, industriales y políticos corruptos a expensas de los contribuyentes. Por eso es que su verdadero interés reside en las transacciones a crédito. De no lograr ese crédito a los Castro, individuos como el congresista republicano Jeff Flake y el demócrata José Serrano insistirían que el “embargo” aún es una realidad nociva. En realidad el “embargo” es un espejismo, una broma de mal gusto. El Régimen compra más alimentos a Estados Unidos que a ninguna otra nación del mundo. Desde hace casi seis años Washington aprobó ventas de alimentos y medicinas a Castrolandia, pero al contado. El Departamento de Comercio nos informa que las ventas de alimentos norteamericanos a Castrolandia han promediado más de $300 millones al año durante los últimos tres años. Sabiamente, en esas ventas de contado, en la mejor tradición “fast food” de “McDonald’s” o “Kentucky Fried Chicken”, se establece que el pago se reciba antes de embarcar las mercancías para La Habana. Esta regulación, que provocara la temporal perreta del tirano cuando se promulgó, se ha mantenido a pesar de los recientes embates políticos. Si se derogara, amigo lector, todos pagaríamos por la continuidad del castrismo. ¿Le agrada esa posibilidad? Los motivos de la reticencia de Washington a extender crédito residen en el pésimo record de los hermanos Castro. El Maruga en Jefe no paga su deuda exterior oficial desde 1986. Esta última se calcula entre un conservador estimado de $10 Billones, hasta quizás casi el doble de esa cifra. Finalmente, las noticias importantes que se filtran entre la frívola morbosidad necrofílica sobre el destino del cadaver de Anna Nicole Smith (y el DNA relativo a si la paternidad de su infeliz bebita se le acredita a Mickey Mouse o a su primo) se refieren a la “flexibilidad” y el “pragmatismo” de “La China” (apodo popular del Heredero del Trono en Castrolandia, Raúl Castro). Este último ha decretado que a tres corresponsales extranjeros acreditados en La Habana no se les extienda esa acreditación como tales. En el terreno práctico, eso significa simple y llanamente expulsión. Las visas de estadía territorial de esos periodistas están directamente relacionadas con su trabajo. Al perder una, pierden automáticamente la otra. Extensiones más o menos, los tres tendrán que abandonar el territorio nacional cubano en breve tiempo. Lo más irónico en esto es la procedencia y corresponsalía de los tres reporteros afectados. Los periodistas representaban órganos de prensa tan “contrarevolucionarios” como la BBC, el Chicago Tribune y El Universal de México. Cualquiera que esté familiarizado con la agenda política de los medios de difusión en Estados Unidos sabe que el Chicago Tribune (la corporación que posee Los Angeles Times) es el periódico más “liberal” (léase izquierdista) en Norteamérica. ¿Es necesario discutir la filiación filosófica de la BBC? En honor a la verdad, el reportero de El Universal, el español César González-Calero, está siendo expulsado por escribir una pieza bastante cercana a la objetividad. De más está decir que el llamado “Centro de Prensa Internacional” del Ministerio de Relaciones Exteriores de Castrolandia tiene una idea muy peculiar de la objetividad. Ese es el organismo del régimen que declinara extender la acreditación de los tres reporteros. Para un servidor, lo más significativo en este decreto es que representa un nuevo incremento en la arbitrariedad castrista. Otro apretón sin precedentes a la tuerca, en la mejor tradición de Fifo. ¿Es esta una demostración del “pragmatismo y la flexibilidad” de “La China”?
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