HORA DE DEFINICIONES Por Hugo J. Byrne “Es en el carácter del hombre donde se forja su destino” Tengo un gran amigo quien me ha confesado con la absoluta honestidad que lo caracteriza, que los temas que escribo no son de su interés, pues nunca le ha gustado la política. Se sorprendería mucho saber que a mí tampoco. Sin embargo, a diario todos le dedicamos tiempo a infinidad de actividades desagradables que hacemos cotidianamente para sobrevivir, como quien toma medicamentos para controlar una dolencia grave. “¿Por qué no dedicas más tiempo a escribir ensayos costumbristas como La Barbería de Candela?” Si mi interés fuera simplemente entretener a los lectores, nada me placería más. Pero la obsesión política de los cubanos libres no es realmente una afición ni un capricho colectivo. Como hace más de cuarenta años dijera el primer jefe de la llamada “Fuerza Aérea Revolucionaria” de Cuba, Pedro Luis Díaz Lanz; “Los cubanos libres sabemos de política como sabe del fuego quien se ha quemado las manos”. Pedro Luis dijo eso contestando las preguntas capciosas del desparecido izquierdista Louis Lomax en un “talk show” de la televisión del siglo pasado. Hoy el mundo encara una situación de crisis y los efectos negativos que se deriven de ella nos afectarán a todos, gústenos o nó. “¿Cuán poco podría hacer yo para librarme de todos esos efectos nocivos? ¿Es acaso posible para un individuo, o incluso una sociedad entera impedir un holocausto de proporciones universales?” Esas preguntas demuestran una actitud de rechazo hacia el menor interés por los acontecimientos políticos mundiales. No cabe duda que tal proposición entraña ciertos elementos de lógica: La vida es corta y nó podemos abarcarlo todo. Sin embargo, quien sufre de dolores u otros síntomas de enfermedad, procura siempre saber qué mal lo afecta para obtener la curación adecuada. Por regla general lo que no sabemos nos daña mucho más que un problema conocido. Quien crea que los asuntos críticos de este mundo son tratados y resueltos con gran sentido de responsabilidad y teniendo en cuenta los intereses humanos más legítimos, sueña: Casi podría apostar que las dos naciones más respetadas por la mayoría de los cubanos libres son Estados Unidos e Israel. El consenso nuestro es que Washington y Tel Aviv representan un paradigma de sentido común y virtud en medio de un mundo caótico y corrupto, que es víctima casi voluntaria de las fuerzas de la demagogia, la tiranía y el crimen. Esta proposición es tan simple como ingenua. El viejo tirano de Cuba, quien mantiene una alianza de conveniencia e ideología, tanto con el régimen cliente de Chávez en Venezuela, como con el Irán de los “mulas”, Siria y Corea del norte, es de todos los enemigos de la humanidad el más cercano a las costas de Norteamérica. Si fuera necesario recordar su peligrosidad latente, sólo tendría que remontarme a 1962, cuando hasta algunos de los más acérrimos enemigos domésticos de nuestras libertades conceden hoy que la suerte del mundo parpadeó por su capricho. Quien imagine que por avanzada edad y la cercanía de su muerte ha disminuído su peligrosidad, no conoce de su intrínseca vileza. ¿Quién no sabe de las amenazas de genocidio por parte del régimen de Teherán contra Israel? Amenazas que han hecho fruición en los cohetes con que sus clientes terroristas asesinan a inocentes en Haifa y otras localidades israelitas mientras escribo estas cuartillas. ¿Quién no sabe que Castro ha roto lanzas desde hace mucho tiempo en favor de ese régimen de terror y tiranía medieval, némesis del estado Israelita? Infortunadamente, lo que quizás algunos no sepan mucho, es de los grandes negocios que inversionistas israelitas han estado realizando en Castrolandia desde hace muchos años. Negocios de agro especialmente en la producción cítrica. Negocios de cientos de millones de dólares, en los que negociantes piratas de Tel Aviv han provisto al tirano con invaluable asesoría técnica a cambio de ganacias extraordinarias a expensas del interés de la libertad pueblo cubano. Prominente entre esos bribones mercenarios es el viejo Rafi Eitan, antiguo y legendario director de la merecidamente famosísima “Mossad”, organización de contrainteligencia israelita, considerada quizás la mejor del mundo. Este carcamal mantiene residencia en Cuba y frecuenta social y oficialmente a “Fifo” con la mayor desvergüenza. ¿Hay quien crea que este cara dura hijo de…Israel no sabe de la actuación criminal del fascineroso General castrista Arnaldo Ochoa en las Alturas de Golan en 1973? Ochoa, objeto de las añoranzas equívocas del adiposo “Norber” Fuentes, más tarde cayó en desgracia con Castro y fue ejecutado en 1989. ¿Existe alguien quien honestamente crea que el mundo oficial de Tel Aviv es ajeno a estos manejos de “treinta dineros” de Eitan y compañía? Amigo lector, Washington no es diferente. En la superficie la presente administración se opone al Tirano, para consumo de los ingnorantes que puedan creer semejante estafa. En la realidad no sólo extiende la llamada “Sección de Intereses” en La Habana (aborto de Carter, el místico y adocenado primer presidente antinorteamericano en la historia de esta nación), sino que mantiene en vigor y aplica sin piedad los decretos de Clinton y sus infames acuerdos de inmigración con el Tirano de “pies secos o mojados”, los que costaran recientemente la vida a una mujer. Abundan en nuestro derredor quienes identifican a la presente administración con el destierro cubano. Ese criterio quizás se origine en las recepciones celebradas por la Casa Blanca el 20 de mayo, o en las Secretarías ocupadas por nativos de Cuba y los escaños de la Cámara de Representantes y senadurías alcanzadas por cubanos (no todos exiliados), prominentemente del Partido Republicano. Quizás posean un argumento de mayor peso quienes apunten a los recientes decretos para reforzar el llamado “embargo económico”. Sin embargo para aquellos que realmente se mantienen informados, la actitud de Washington tras la fachada es diametralmente distinta. La estrategia consiste (por supuesto) sólo en mantener una “situación de estabilidad” en el área del Caribe. Castro reforzó esta política obtusa con el torrente balsero de 1994. La política real de Bush hacia Cuba ha sido definida por la Secretaría de Justicia. El primer Procurador General de su gobierno John Ashcroft, cuando era senador siempre trató de avanzar la causa del Tirano, promoviendo el fin del embargo y las relaciones comerciales con Castrolandia en beneficio de sus promotores en el gigantesco negocio de la agricultura. Aunque suene irracional, más de un cubano exiliado cree que denunciar estas realidades equivale a respaldar la agenda del Partido Demócrata. Es hora de rechazar esas tonterías y definir lealtades. Al ser confirmado en su posición (tras su estrecha derrota electoral del 2000), Ashcroft aplicó con saña desde el primer instante el decreto de “pies mojados y secos”, arbitrariamente diseñado en favor de la tiranía castrista por la previa administración. Su sucesor González es el responsable directo (con el absoluto respaldo del Ejecutivo) nó sólo de la prisión arbitraria de Luis Posada Carriles, Santiago Alvarez y Osvaldo Mitant, sino del reciente injusto arresto de Ernesto Abreu y otros muchos abusos, confiscaciones y amenazas cometidos contra cubanos libres del exilio histórico, quienes estos señores creen que podrían quizás afectar la “estabilidad del Caribe” y de los que por muchas razones imperiosas no puedo comentar por el momento. En resumen amable lector, la política no me gusta. Empero, me interesa saber todo cuanto pueda afectar negativamente la vida y la libertad.
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