SOBRE LOS VILLANOS

Por Hugo J. Byrne


Quienes avanzan bancarrota intelectual afirman con desenfado la equivalencia moral de todos los sistemas políticos y de todas las causas. Para la impropiamente llamada prensa liberal o “main stream media”, el luchador por la libertad para unos, es terrorista para otros y vice versa. ¿Es esto cierto? ¿No existe un criterio para juzgar la conducta moral? ¿Nada es real ni positivo y todo está matizado por el color del cristal a través del que miramos lo que ocurre en nuestro derredor? Sólo puedo juzgar a través de la percepción que reflejan mis sentidos y con una conciencia forjada por quienes me educaron.

Aunque no todos los héroes tengan el mismo mérito ni todos los villanos sean igualmente execrables, no tengo la menor duda de que existen héroes y de que existen villanos y que también existe un criterio objetivo para distinguirlos. Los cubanos del exilio siempre hemos sido víctimas del mal disimulado odio de quienes en la prensa liberal simpatizan con nuestros verdugos. Alimentar simpatías por verdugos crueles y odiar a sus víctimas es definición de villanía. Denuncio esa villanía con pruebas y nó con retórica ligera. Con la venia del amable lector, incluyo una pequeña lista de algunos de los enemigos del pueblo cubano y de sus aspiraciones por una Cuba libre, junto a las evidencias de sus maldades.

El primero que viene a mi mente es el ex Gobernador republicano de Illinois, Ryan, a quien el Tirano quería erigir un monumento en Castrolandia y quien el electorado de ese estado retirara en las elecciones del 2002, año en que su partido obtuviera por contraste una victoria parlamentaria considerable. Ryan, como otros tantos politicastros de ambos partidos, era visitante frecuente de La Habana y promotor desvergonzado del Tirano, quien le correspondía con presentes caros y tratamiento de “V. I. P.”. Acusado de corrupción prepotente, Ryan fue hallado culpable de todos los cargos la semana pasada por una corte de su estado. De no tener éxito la apelación, Ryan podría terminar sus miserables días en la cárcel. De ser ese el resultado de la acción legal, los cubanos libres no lloraremos por él.

Entre los no muy disimulados enemigos de Cuba libre están dos importantes rotativos “liberales” norteamericanos. En el este del país, el New York Times y en el oeste, su omónimo, Los Angeles Times. Este último tuvo un “field day” el pasado día 19 de abril con la noticia de que una redada policial en la ciudad de Upland, California, había resultado en la incautación de mil trescientas armas de fuego de procedencia ilegal, junto a parque, explosivos, granadas de mano vivas y silenciadores. La información, en la primera página de la sección “California”, enfatizaba que el poseedor del arsenal, de la residencia palaciega donde fue encontrado el alijo y de los siete automóbiles en su cochera (uno de ellos un Rolls Royce), era un antiguo oficial de las fuerzas especiales en el Ejército norteamericano, nacido en Cuba y quien se declaraba militante de la organización Alpha 66.

Cuando Alpha 66 inmediatamente y por boca de sus líderes, tanto nacionales como locales, negara conocer al acusado y afirmara que el mismo nunca ha sido miembro de dicha organización, Los Angeles Times tuvo a bien publicar esa declaración el día 21 de abril, pero en la página tres de la sección “California” y por supuesto, agregando una curiosa y “reveladora” observación del defensor del acusado: “…no es de extrañar la negativa de Alpha. Ellos actúan de manera clandestina y lo sorprendente habría sido que reconocieran la filiación de mi defendido”.

Los Angeles Times encuentra la penitencia en el pecado: Su circulación, anuncios y subscripciones continúan declinando rápido. Otro tanto ocurre con el New York Times, quien a fines del año pasado se viera en la necesidad de despedir a doscientos empleados.

Sin embargo, no siempre la villanía encuentra su merecido en este mundo. El Cardenal de Boston, a quien pruebas documentales fehacientes demostraron como múltiple protector de sacerdotes pedófilos, al extremo de reasignarlos a parroquias en las que podían continuar su execrable vicio contra inocentes, vive hoy en El Vaticano a salvo de la justicia de los hombres. Ese era otro notorio simpatizante de “Fifo”, antiguo visitante oficial de Castrolandia y promotor de las villanías del Tirano. Su colega y también fariseo, el Cardenal Roger Mahoney, a quien documentos oficiales también revelan como protector de sacerdotes que cometen la infame práctica, continúa en su posición eclesiástica de Los Angeles, como si nada hubiera ocurrido.

Hace varios años, al final de un acto de celebración por la estampilla de correos honrando a Félix Varela al que fui invitado por el Dr. Tirso del Junco, aproveché la circunstancia para entregar a Mahoney una proclama de los cubanos libres del área. Caminando al lado de Mahoney le informé quién yo era y el propósito de la mencionada proclama. Mahoney la tomó sin detener su camino y sin mirarme, entregándosela inmediatamente a un edecán. Como quiera que nunca me fue enviado un recibo, pienso que la proclama probablemente terminara en el depósito de papeles más cercano. Endurecido en estos lances, no me sentí personalmente ofendido por su indiferencia. Sin embargo, esa acción me dio la medida moral de ese imponente personaje, quien con frecuencia se siente capaz de impartir admoniciones morales.

Algo semejante ocurrió con el entonces Gobernador republicano de California, Pete Wilson, quien recibiera varios miles de cartas recabando sus buenos oficios para denunciar la mascarada de los profesores marxistas de humanidades de UCLA, homenajeando en 1997 al notorio asesino antinorteamericano Che Guevara por el 30 aniversario de su justa y feliz ejecución. Wilson no tuvo la elemental cortesía de contestar ni una sola de las cartas. Si la subvención del Estado de California a las actividades pro castristas de ese centro de estudios pudiera justificarse, entonces se habría entendido el olímpico silencio conque Wilson respondiera las peticiones de los ingénuos cubanoamericanos de California. Toda vez que no puede justificarse, su actitud fue simplemente una villanía.

En resumen, no es necesario escarbar mucho para saber quién es quién. Objetivamente podemos fácilmente diferenciar a los malos de los buenos. Sólo es necesario estar bien informado y tener entereza de carácter suficiente para afrontar las consecuencias de nuestros juicios. Sólo haciendo uso de ese carácter podremos disfrutar la libertad a la que tanto profesamos defender.



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