EL NOSTRADAMUS CASTRISTA

Por Hugo J. Byrne


¨No hay para un hombre peor injuria que la virtud que él no posee”

José Martí (Diario de Montecristi a Cabo Haitiano - 1895).


El ex plumífero del régimen, Norberto Fuentes, antiguo cantor de los “dulcísimos guerreros de Fifo” (junto a los atributos viriles del finado delincuente Arnaldo Ochoa), vuelve a la palestra. Esta vez, convertido en una variedad tropical de Nostradamus, lo hace para describir el futuro de Cuba y de pasada fustigar al exilio de Miami (al que todavía no llama “mafia”, pero paciencia amable lector, que todo llega), del que afirma que “ha perdido mucho tiempo y ha sido muy torpe, por no mencionar la falta de independencia y escasez de imaginación”.

El abotargado castrista “desterrado”, sostiene que los “líderes presentes del exilio”, entre los que curiosamente menciona a Díaz Balart, Saladrigas y Montaner, carecen de posibilidades, de capacidad, de personalidad, o de lo que sea, para asumir el poder en Cuba. El inefable ex gacetillero comunista también dice que quienes tomaron el camino del destierro fueron derrotados para siempre en la acción fracasada de Washington en Bahía de Cochinos. Este pitoniso robolucionario aconseja que los cubanos se resignen a sufrir la segunda parte del show bajo el dicto de su viejo y alcohólico “íntimo”, el “Hermanísimo” Raulito. “Norber” indica que ese hermano menor del Tirano, de hecho hace ya rato “controla” a Cuba, como el clásico mayoral a cargo de los intereses del propietario de la finca. Aunque nadie debe olvidar que “Fifo” (el “propietario”), como también nos recuerda “Norber”, todavía vive y colea. ¿Alguien detecta alguna contradicción en esto?

Fuentes declara que “el exilio desde hace mucho tiempo ha perdido el contacto con la realidad cubana” y define esa realidad como la perfecta estabilidad del régimen castrista, la que según él, debe medirse por la actitud cínica e impertérrita de Washigton. Haciéndose eco (reflejo condicionado) de la propaganda de quien continúa siendo su mentor, Fuentes deposita a todo el destierro en una misma cesta, en el papel de peremne testaferro del único “verdadero oponente” a la tiranía. Ese oponente real, de acuerdo a esa fábula, es Nortemérica, a la que dice “Norber”, “Fifo” ha pateado consistentemente.

Fuentes dice que perdemos tiempo “tratando de descifrar los propósitos de la CIA.” y de paso ignora adrede ciertas realidades universalmente conocidas, como la muy evidente persecución de exiliados militantes por el Departamento de “Homeland Security” y otras agencias federales norteamericanas, incluyendo allanamientos, arrestos arbitrarios, régimen carcelario cruel y confiscaciones. “Norber” sigue al pie de la letra todas las consignas de su amo, quien desde sus tribunas en la vieja Plaza Cívica (rebautizada como “de la Robolución”), afirmara el día primero de mayo que el “criminal Luis Posada Carriles continúa trabajando para Washington”.

Para comprender a Fuentes, detrito suelto y deletéreo, producto de una indisposición del Tirano en los años sesenta, es necesario aceptar que en su discurso no existen nociones de decencia humana guiando el debate civil de una sociedad libre. Para el equívoco “peeping Tom” de “guerreros dulces”, devenido en improvisado Nostradamus, al poder político no debe aspirarse por las buenas.

Obtenerlo a la fuerza o por fraude y mantenerlo en su totalidad, es todo lo que cuenta para individuos con la “ética” de Fuentes. Con el poder detentado de esta suerte, una rata como él puede alcanzar todo lo demás usando siempre el mismo expediente. ¿Es robar la propiedad ajena un acto inmoral y cobarde, especialmente cuando se hace desde una posición de poder? No para “Norber”. Aquello de “…con todos y para el bien de todos”, es para su filosofía negrera una entelequia ridícula digna de algún revolucionario trasnochado del siglo XIX. Para Fuentes la propiedad (que no fuera previamente confiscada por el estado abusador para su disfrute personal) es lo único que realmente constituye robo.

Este robolucionario, no concibe que alguien se apreste a la lidia desde una posición desesperada, o que no necesariamente aspire al poder en una lucha ingrata y sin cuartel por la dignidad nacional de Cuba. La insurrección, expontánea (solitaria, mortal y sin líderes ni posibilidades de alcanzar el poder político), de los humildes y bravos campesinos del Escambray en los años sesenta, a quienes Fuentes llamara “bandidos”, fue para esta sabandija, obviamente un sacrificio estéril. Para su mentalidad amoral, Francisco Vicente Aguilera, por ejemplo, debió probablemente haber sido un total fracasado, pues murió indigente y en el destierro. Nunca llegó al poder, única divisa del éxito para Fuentes.

No es casualidad que Aguilera, como todos los próceres que sobrevivieran el 78, perdiera sus legítimas propiedades a manos de los rateros de la colonia, dignos predecesores de Fuentes y su amo. ¿Cómo podría ser de otra manera con “Norber” y sus acólitos? Sus “clásicos”, desde Lenín a Sartre, le enseñaron que no existe nada más “flexible” y capaz de “avanzar y retoceder” que una revolución. Especialmente si ella detenta el poder absoluto.

Aguilera murió en la miseria material, sin haber visto la independencia de Cuba. Martí tampoco la vio, pereciendo en combate al iniciarse la guerra que al fin la lograra. ¿Debemos concluír por ello que fracasaron? Ciertamente nó. Eran revolucionarios de otra clase: INFLEXIBLES. Nunca prostituyeron sus principios, como los “clásicos” de “Norber”. Es verdad que no alcanzaron su ideal en vida. Sin embargo, sus nobles, sublimes anhelos, permanecen como inagotable fuente moral en la que beben las más avanzadas y felices sociedades humanas. ¿Cómo es que viven los desdichados pueblos donde impusieran su voluntad de poder absoluto los “clásicos” de “Norber”? Uno de ellos es aún Cuba. Pero que nadie desespere: Lo único permanente es el cambio.



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