DIFERENCIA ENTRE RESPONSABILIDAD Y CULPABILIDAD

Por Hugo J. Byrne

"Solamente quienes creen en la utopía se consideran capaces de alcanzar la perfección".

Jean-Françoise Revel ("Democracy Against Itself")


Si un abogado norteamericano tratara de definir la diferencia fundamental entre responsabilidad y culpabilidad, seguramente aludiría a la separación procesal entre un caso criminal y otro civil. Como saben algunos y sospechan muchos, la diferencia ética es muchísimo más borrosa y difícil de establecer que la legal.

Hace largos años conocí un cubano desterrado en Miami quien afirmaba rotundamente su total inocencia en la tragedia nacional: "Nadie puede acusarme de responsabilidad en lo que ha pasado, porque yo nunca voté en elecciones, nunca manifesté un criterio partidista y nunca contribuí en forma alguna en el proceso político". Aunque el individuo era definitivamente ignorante, los amables lectores cometerían un error si lo consideraran estúpido.

Jamás lo vi perder un juego de damas (Checkers), o un partido de dominó de doble nueve, aunque los contrincantes fueran entonces futuros hombres de negocios, médicos, abogados, ingenieros, periodistas, científicos y profesores universitarios. Entre los cotidianamente derrotados estaban incluídos quienes más tarde se convertirían en verdaderos personajes del destierro cubano. ¿Era el individuo de marras parcialmente responsable por dejación de deberes cívicos en nuestra tragedia? Probablemente, pero sostener un criterio absurdo no equivale a cometer un crimen. Por otra parte, ¿era su responsabilidad ética igual, por ejemplo, a la de los miembros de la llamada "Asamblea del Poder Popular"? ¿Era igual que la del Ministro del Interior, General Abelardo Colomé Ibarra? ¿Era equivalente a la Raúl Castro? ¿Era acaso ese señor tan responsable de crímenes como el mismísimo "Fifo"? Con ese tema es necesario tener mucho cuidado.

En la Rusia medieval existía un concepto de participación en responsabilidad criminal que había sido institucionalizado por la peremne tiranía de esa época. Se llamaba en ruso "Krugovaia poruka" (Responsabilidad mutua). De acuerdo a esa infamia legal, los hijos, padres, esposas y esposos y hasta los vecinos de aquellos que eran considerados criminales participaban de su presunta culpabilidad. Quienes tratando de reinventar la historia afirman hoy que los crímenes soviéticos fueron cometidos sólo por Stalin, se empecinan en ignorar que fueron Lenin y su protegido y fundador de la "original Gestapo", Félix Dzierzynski, quienes reintrodujeron la "Krugovaia peruka" en el "Paraíso soviético" con el objeto de asegurar la hasta entonces dudosa lealtad de los antiguos oficiales del ejército zarista.

Por supuesto, el "Tío Bigotes" usó ampliamente sus poderes omnímodos aplicando ese mecanismo criminal de terror ilimitado: Cuando alguien era acusado de contrarrevolución durante la tiranía de Stalin, para su cónyuge era mejor que demandara divorcio inmediato si no quería correr idéntico y fatal destino que el de su pareja. Al conocer que estaba siendo investigado por desviaciones a la pureza socialista, el Vicecomisario soviético para la industria pesada en 1936 concibió una manera extraña y cobarde de salvar su miserable existencia. Esta rata que respondía al nombre de Giorgi Piatakov, rogó al entonces director de la NKVD Nikolai Ezhov que le permitiera ser el ejecutor de su propia esposa, quien ya había sido convicta de traición a la "patria socialista".

En 1948 la ciudad de Matanzas sufrió los embates de un violento huracán, el que provocara "crecida" de ríos y consecuentes inundaciones. El líder de un grupo voluntario de salvamento me contaba que logró reunir a todos los vecinos de una modesta "cuartería" en la única estructura sólida del lugar. Protegidos por cuatro firmes paredes y cubiertos por un sólido techo, los refugiados sólo tenían que preocuparse por la puerta de la fachada, que estaba en muy malas condiciones. Impidieron que el ciclón la derribara mediante presión colectiva sobre ella cada vez que el sonido silbante anunciaba la formidable ráfaga de viento. El más grande temor del jefe de los voluntarios era que al disminuir la presión exterior, el empujón de los desesperados vecinos desencajara la puerta en la dirección contraria: "¡AGUANTEN YA!", rugía cada vez que el viento amainaba. "Nos salvamos…" me contó, "pero estuve afónico por una semana".

Después de muchos años de tiranía totalitaria en Cuba, sería contraproducente actuar como si la sociedad entera fuera responsable de una situación en la que realmente fue sólo la víctima. Intentar un ciego castigo colectivo sería tan suicida como continuar empujando la puerta en el caso de los damnificados del ciclón del 48 en Matanzas, cuando el ventarrón ya había cesado. Es necesario aplicar de manera reflexiva e inteligente la experiencia adquirida en Alemania y Japón en 1945 o en Irak en el 2003.

Al mismo tiempo aquellos que son realmente responsables directos en la comisión de crímenes y desmanes deben ser procesados en cortes constituídas por un legítimo y libre gobierno civil. Es importantísimo recordar que casi medio siglo de imposición violenta y corrupta ha creado en Cuba tantas víctimas como victimarios. Seguramente decenas de miles. Quizás centenares de miles. Todos los culpables deben pagar su deuda a una sociedad cuyos intereses traicionaron en la medida de sus respectivas faltas. A nadie puede condenarse ni perdonarse a priori. Carecemos de capacidad legal para ello. No se trata de revancha, sino de justicia elemental. Justicia necesaria para alcanzar una vida social civilizada y libre..

Esa es la gran diferencia entre responsabilidad civil y culpabilidad criminal.


FIN



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