BOLTON EN LA MIRA DE CASTRO Por Hugo J. Byrne El enfrentamiento armado de “El Uvero”, la mayor y única acción de guerra de la Sierra Maestra entre el Ejército de Batista y los alzados de Castro que pudo catalogarse como “combate” hasta ese momento (el resto fueron contadísimas escaramuzas), también se caracterizó por ser la única en la que el futuro Tirano de Cuba participara directamente. Esa participación se limitó a disparar el primer tiro. Castro hizo esto bien atrincherado y protegido por una distancia considerable, usando un rifle “sniper” accionado por cerrojo, de alto calibre y con un poderoso telescopio. Esa anécdota es una alegoría a su bien definida (e históricamente eficiente) estrategia contra quienes considera realmente peligrosos a su poder totalitario. Castro prefiere usar los largos hilos de marioneta al estilo de “El Padrino”, siempre que ello sea posible. ¿Quién puede poner en tela de juicio el éxito de esa estrategia? Recordemos que es solamente después del ataque contra las avionetas de “Hermanos al Rescate” que sus “topos” y espías son descubiertos y arrestados en números cada día más impresionantes. La contrainteligencia norteamericana entreabrió un ojo al descubrir la osadía de la “Dirección de Inteligencia” castrista de hurtar el plan de vuelo de “ Hermanos al Rescate” para el 24 de febrero de 1996, con el objetivo de interceptar y derribar a sus avionetas. Después de ese incidente asesino, por lo menos tres docenas de espías y “topos” de Castro han sido identificados dentro y fuera de distintos departamentos oficiales del gobierno norteamericano. Esa labor de contrainteligencia ha resultando en deportaciones de “ diplomáticos” de la tiranía y arrestos y largas sentencias exentas de libertad bajo palabra para los espías y saboteadores carentes de inmunidad diplomática. Esas sentencias han incluído prisión perpetua. Sin embargo, recordemos que hasta mediados de la década de los noventa fue el régimen castrista quien contínuamente burlaba a la inteligencia norteamericana. El cénit de esa burla terminó a fines de la década anterior, cuando el Jefe de la “Dirección de Inteligencia” en Praga; Florentino Aspillaga Lombard, cruzara la frontera de Austria y pidiera asilo político en la Embajada Norteamericana en Viena. Aspillaga informó a Washington en esa ocasión que quien realmente dirigía los esfuerzos de la Agencia Central de Inteligencia en Cuba no era Washington sino… ¡Fidel Castro! Pocos días después, perdida su cobertura, todos los agentes de la Agencia Central de Inteligencia en Cuba (más de cien), a través de su director, informaron a las oficinas de la CIA en Langley, Virginia, que lo comunicado por Aspillaga Lombard era absolutamente cierto. La carta del “agente doble” terminaba incluso con el notorio lema; “ ¡Patria o Muerte!” Sin embargo, los zapadores más eficientes y poderosos de la tiranía castrista en Estados Unidos siempre han operado abiertamente y usado métodos perfectamente legales. Para su insidia subversiva utilizan con eficiencia probada las instituciones norteamericanas que establece y protege la constitución y que reflejan libertades fundamentales. Una de esas instituciones es la prensa. Otra el Congreso. Cuando algún presunto opositor del castrismo y su agenda es designado por el Ejecutivo norteamericano para ocupar una posición de poder, La Habana inmediatamente moviliza sus partidarios en el Congreso y hace todo lo posible por bloquear su ratificación. Recordemos que el Embajador Otto Reich fue víctima de la oposición senatorial que encabezara el notorio izquierdista Senador Christopher Dodd de Conneticut. Como Subsecretario de Estado para asuntos Latinoamericanos fue entonces escogido el tímido e incoloro Roger Noriega, cuyas declaraciones recientes sobre el arresto de Posada Carriles dejaron bastante que desear. El agresivo y procastrista Dodd, a pesar de representar un estado de pequeña población y territorio, es capaz de contraer considerable músculo político como el más importante representativo de la oposición en el Subcomité de Relaciones Exteriores del Senado Norteamericano. Por contraste, su más moderado colega por Conneticut Joseph Liberman, quien fuera candidato a la vicepresidencia norteamericana en el 2000, carece de su influencia. Ante la nominación de un aparente opositor a su régimen para representar a Estados Unidos en Naciones Unidas como lo es el Embajador John Bolton, “Fifo” se atrinchera una vez más y pone al irritante Bolton, en sentido figurado, en la “cruz” del telescopio de su rifle. ¿Quién puede asombrarse que sean nuevamente los Senadores Dodd (Conneticut), Kennedy (Massachussetts), Boxer (California) y Shummer (New York) quienes encabecen la oposición a que el nombramiento de Bolton sea ratificado? El denominador común de estos cuatro notorios tránsfugas es haberse opuesto con uñas y dientes a cuanta legislación norteamericana perjudique en lo más mínimo los interses del régimen de La Habana. Estamos refiriéndonos al mismo régimen que demandara en octubre de 1962 la destrucción nuclear de los Estados Unidos. Sin embargo, la eventual libertad de Cuba nunca dependerá de conciliábulos de Washington, de piruetas diplomáticas de politiqueros corruptos y ramplones en Europa, o de las maravillosas entelequias publicitarias de quienes contra toda razón objetiva esperan que el régimen castrista se desmorone a consecuencia de una reunión de ciento cincuenta “disidentes” el pasado 20 de mayo en La Habana. Cónclave este muy publicitado fuera de Cuba, pero totalmente ignorado por un pueblo cuyo régimen hace cuarenta y seis años controla todos los medios de comunicación. El pueblo cubano no tiene acceso a información adecuada, pero cuando fuera de Cuba hacemos gala de ignorancia (o mala fe), no podemos aducir esa excusa. Esa mala fe (o ignorancia) se hace totalmente manifiesta, por ejemplo, cuando pretendemos ignorar contra toda evidencia, la conspiración de Castro en el atentado terrorista de 1976 en Barbados. Quienes mantienen el poder del régimen castrista no son los extranjeros, ni sus diplomacias o intereses económicos sino la crápula en uniforme, personificada el 24 de febrero de 1996 por quienes tuvieron a singular honor asesinar a mansalva cuatro cubanos libres sobre las aguas internacionales del Estrecho de la Forida: “¡Pagaron con su pellejo,” dijeron, “están en el fondo del mar!”
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