CASTRO’S "MONKEY" BUSINESS Por Hugo J. Byrne ("Monkey business", frase que en jerga inglesa quiere decir engaño, trastada o fraude) En su edición del 15 de julio de 1991 el diario floridano “El Nuevo Herald” informó a sus lectores que un alto oficial de la inteligencia militar de Venezuela llamado Osmeiro Carneiro acusaba a dos venezolanos de planear el atentado terrorista contra el avión de pasajeros de “Cubana de Aviación” que en octubre 6 de 1976 se estrellara en las cercanías de Barbados y en cuyo siniestro perecieran todos sus 73 pasajeros y tripulantes. De acuerdo al reportaje del Herald, Carneiro señalaba a Orlando García y a Lázaro Rogelio Ugarte como parte de un complot criminal desarrollado por la “Dirección General de Inteligencia” (hoy “Dirección de Inteligencia”) de Castro. En esta versión del acto terrorista se indicaba que tanto García, quien había sido jefe de seguridad presidencial venezolana, como el policía Ugarte planearon el atentado por órdenes de La Habana con el objetivo de achacárselo al grupo de militantes anticastristas que encabezaba el Dr. Orlando Bosh. Por ese entonces la organización de Bosch tenía su base operativa en Venezuela y el éxito de sus acciones había puesto a Castrolandia a la defensiva. El atentado de Barbados cambió radicalmente todo eso. Un análisis objetivo de las consecuencias de ese desastre indican que la propaganda de La Habana fue la única beneficiaria del mismo. Para ese miserable propósito la tiranía castrista ha contado y sigue contando con la deleznable cooperación de poderosos medios de comunicación norteamericanos como el “New York Times” y esa otra sentina del oeste; “Los Angeles Times”. Este trabajo tiene el propósito de analizar no las consecuencias desastrosas en términos de pérdidas de vidas humanas inocentes y evidentes ventajas propagandísticas para Castrolandia, sino las extensas evidencias, testimonios y documentos, olímpicamente silenciados por la prensa diaria y que señalan a La Habana como la responsable directa del atentado. Análisis de esta clase se hacen imperiosos, cuando un combatiente cubano tan simbólico como Luis Posada Carriles languidece (sin haber sido formalmente acusado de nada mientras escribimos esto) en una prisión federal en El Paso, Texas. Sabemos de las responsabilidades legales y de otra índole que se incurren al transitar este campo minado, pero las aceptamos en la convicción de que el triunfo de la verdad amerita cualquier riesgo. La figura central en el complot castrista para destruir a la molesta oposición del Dr. Bosch y Luis Posada era un tenebroso sujeto que respondía al nombre de Ricardo Morales Navarrete. Apodado “el Mono”, Morales Navarrete era un hombre violento y sin escrúpulos, además de poseer arrojo y valor personal. “ Monkey” Morales fue entrenado por la CIA en operaciones de comando y se destacó entre quienes a las órdenes de “Mad” Michael Hoare y su 5th Comando derrotaran la intentona del “Che” Guevara en el Congo en 1964. Se ha dicho con mucha razón que fueron los “cubanos de la CIA” quienes forzaran a Guevara y sus guerrilleros a una retirada humillante. Aunque “Monkey” Morales fue ejemplo vivo de que no todos los malos son cobardes, su diferencia ética con el resto de los cubanos libres en el combate del Congo se pudo evidenciar mucho después de concluída esa operación. Lo significativo de “Monkey” Morales en relación al atentado terrorista de Barbados es que él es el único individuo que ha reconocido en declaración jurada su participación en el mismo. Morales era un “soldado de fortuna” cuyas habilidades bélicas estaban al mejor postor. Eso lo llevó a convertirse en delator y “agente doble” de la CIA y la DGI de Castro. Es Morales quien en 1968 acusa al Dr. Bosch de disparar un cañón sin retroceso a un barco polaco en ruta hacia Cuba, lo que resultara en cuatro años de prisión federal para el pediatra villareño. “Monkey” Morales era informante de la Policía en virtud de ciertos “arreglos” originados por su notoria relación con el narcotráfico. Algún tiempo después del suceso de Barbados, “Monkey” Morales es arrestado en Miami durante una incursión antidrogas. Convertido en testigo de la fiscalía, el informante declara bajo juramento a una corte de Miami su participación en el atentado de Barbados. De acuerdo a sus declaraciones “Monkey” recibió con ese propósito en México $18,000.00 de la “Dirección General de Inteligencia” castrista. El objetivo del crimen era culpar del mismo a los cubanos de Bosch y en especial a Luis Posada. Los tribunales venezolanos que juzgan a Posada (y que lo absuelven dos veces del “affaire” Barbados), increíblemente no admiten el uso de “transcripts” de las declaraciones juradas del “ Mono” en Miami. Las organizaciones de inteligencia norteamericanas (y otras muchas) corroboran la presencia de Morales en México poco tiempo antes del atentado de Barbados y también en Jamaica, escasamente una semana antes del mismo. Sorpresivamente y coincidiendo con el siniestro de Barbados, “Monkey” Morales se aparece por Caracas, nada menos que como alto oficial de la DISIP (Inteligencia Militar de Venezuela). Para esta posición, de acuerdo a la ley, “ Monkey” necesitaba ciudadanía venezolana, la que obtiene en tres meses en lugar de los dos años que prescribe la ley. Como agente de la DISIP, “Monkey” entrevista en prisión a los detenidos Posada y Bosch (este último se ve forzado a la entrevista, como es fácil de comprender). En esa entrevista privada “ Monkey” admite por la primera vez su participación en el complot castrista para culpar a Bosch y Luis Posada de un crimen de terror. Años más tarde “Monkey” Morales muere a balazos en un bar de Key Byscaine en circunstancias muy peculiares, aunque ciertamente “adecuadas” para un individuo fácilmente dado a la violencia. De acuerdo a numerosos testigos el “ Mono”, recién llegado al lugar en compañía femenina se enreda en una discusión acalorada con otro hombre al que amenaza verbalmente. Al inclinarse “Monkey” para extraer un arma de fuego de una funda en el tobillo, el otro individuo logra disparar primero. Admitiendo legítima defensa, las autoridades locales no presentan cargos de homicidio contra el otro. “Monkey” Morales Navarrete termina así su vida sombría en medio de las mismas brumas intrigantes que rodearan la desaparición de Camilo Cienfuegos o la captura y muerte de Ernesto Guevara en su fracaso de Bolivia. ¿Ha llegado quizás la hora de esclarecer esas brumas? ¿Es que no sabemos del doblez y la perfidia castrista, ejemplarizados por quinta columnistas tenebrosos como la espía Ana Belén Montes? Los llamados “moderados del exilio” están en salmuera, desde el arresto en febrero y admisión de culpabilidad de un funcionario de origen cubano en el Departamento de Defensa. Alberto R. Coll admitió ante un tribunal federal haber mentido en relación a sus propósitos de visitar Castrolandia, tanto al Departamento de Defensa como al de Estado. El encartado a quien se le ha retirado el pasporte, será sentenciado en Junio en una Corte de Rhode Island. Al igual que Montes, Coll era uno de los que proponía relaciones normales con el Tirano y aconsejaba despreciar sus capacidades ofensivas. Es fácil identificar a todos sus cófrades en la quinta columna “ intelectual” de Miami. Dime con quien andas y te diré quien eres. Aunque en el caso de Barbados las evidencias incriminatorias hacia Castro y su régimen son tan múltiples que resultan abrumadoras, nunca han merecido adecuada cobertura de la gran prensa. La pertinaz y sospechosa negativa de la Habana ha impedido hasta hoy la recuperación de los restos del avión de Barbados. Ellos se encuentran a un nivel bien accesible. ¿Por qué Castro ha obstaculizado el examen forénsico del avión durante todos estos años? ¿Por qué ese hecho sospechoso nunca ha recibido adecuada atención de la prensa? En este crimen hay más de una pista apuntando directamente hacia La Habana, pero para seguirlas es necesario profesionalismo periodístico, honestidad y principios. Entre los pocos periodistas y autores en posesión de esas raras cualidades se cuenta nuestro amigo Enrique Encinosa, cuyo excepcional libro “Unvanquished” acaba de recibir Mención Honorífica del “National Independent Book Publishers Award”. Castro es un sujeto vengativo y cruel, quien actúa como si se creyera omnisciente, todopoderoso e inmortal. Resiente inmensamente que lo critiquen y lo enfurece que lo combatan. Oponérsele con efectividad puede tener consecuencias desagradables. Por lo tanto, esa actividad requiere determinación y densidad testicular. Virtudes escasísimas en nuestros tiempos. FIN
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