LAS DOS CARAS DE LA MONEDA Por Hugo J. Byrne El señor Víctor Llano, columnista de "La Libertad Digital", publicación electrónica de España y también columnista de "La Nueva Cuba", en un artículo publicado en esta última, el 20 de enero pasado, hace diez preguntas interesantes sobre un tema muy sensible. La relación histórica entre cubanos y españoles nunca ha sido fácil. Aunque la historia es objetivamente una sola, sabemos que las versiones varían tan dramáticamente como la noche es diferente del día. La diferencia entre esas versiones no depende necesariamente de su origen geográfico, sino más bien de la seriedad y objetividad del historiador y de la curiosidad intelectual de quien lo lea. Ejemplo: Hace algún tiempo, otro colaborador de La Nueva Cuba, en su afán de presentar a la sociedad cubana precastrista como una factoría Yankee, hizo referencia a la Enmienda Platt sin mencionar su abrogación por acuerdo mutuo en 1934. ¿Existe algún cubano que desconozca eso? Un poeta cubano nacido en el siglo XIX, escribió este melodioso soneto:
"Hallo más dulce el habla castellana
Quiérela el corazón como a una hermana
De la música tiene la armonía,
La firme consistencia del granito, Pocos años después, desde su exilio, el mismo poeta que cantara con tal inspiración a "Nuestro Idioma", compuso otros versos muy distintos, como el soneto "Hatuey", del que reproduzco (con énfasis mío) sólo las últimas estrofas:
"¡Su fin horrible el corazón lacera!
Su trágico suplicio fue su gloria, A diferencia del león que era mi abuelo, su primo Bonifacio Byrne era un tranquilo hombre de letras, militante del autonomismo y hasta pocos días después del fusilamiento de Domingo Mujica, un súbdito fiel de La Corona española. Ambos se vieron forzados al exilio. Bonifacio huyó a Florida, por que alguien escribió su poema a Mujica en una de las columnas del Ayuntamiento de Matanzas y mi abuelo fue a dar a México, cuando perseguido por las autoridades coloniales al descubrir sus actividades independentistas, lograra esconderse en el último navío que zarpara del Puerto de La Habana, horas antes del bloqueo norteamericano. ¿Qué sucedió para que cambiara tan radicalmente el objeto de la inspiración del poeta? Sucedió una guerra sin cuartel. Sucedió un genocidio. Sucedió la contienda emancipadora más larga, dura y sangrienta en la historia de América. Sucedieron opresión y abuso basados en discriminación, nó por raza, sino por lugar de origen. Sucedió la fatídica "Reconcentración", el inicio de los campamentos de internamiento en los tiempos modernos. De acuerdo a estudios realizados por historiadores españoles muy serios, "La Siempre Fiel Isla de Cuba" perdió casi 400,000 habitantes por hambre, visicitudes y epidemias, consecuencias directas de la cruel estrategia militar dictada por el Presidente Cánovas, e implemetada por el General Valeriano Weyler. Casi nada señor Llano, solamente la cuarta parte de la población de la Cuba de entonces. Una herida tan profunda toma siglos en cicatrizar y no es lógico pretender que no arda en algunas de las opiniones de los hijos y nietos de quienes la sufrieron. No es razonable esperar objetividad cuando se es subjetivo: Curiosamente, en la mayoría de los casos, los más resentidos son los descendientes de los victimarios. Sólo recuerdan la humillación de la derrota, nó las miserias humanas que la provocaron. La presencia en la Cuba de hoy, a veces arrogante y prepotente, de algunos españoles inversionistas aprovechados de la postración de nuestras instituciones nacionales, o como turistas del sexo, tiende a exhacerbar esas pasiones y a provocar un sentimiento irracional de generalización en algunos cubanos, tanto en la Cuba esclava como en el destierro. No comparto ni justifico esa actitud, pero la entiendo perfectamente. Este preámbulo refleja sólo mi deseo de darle un contexto histórico a mis respuestas a las preguntas del señor Llano. Una advertencia: Quien desee debate o polémica, tendrá que buscarse un contrincante por otro lado. Sin ánimo de menospreciar a nadie, tengo un inalienable compromiso previo sin terminar, que es la libertad y dignidad de Cuba y por lo tanto, no tengo derecho a perder tiempo ni energías en polémicas. Mi contribución a esa causa ha sido y seguirá siendo humilde, pero en la búsqueda de la libertad no hay esfuerzo insignificante. Aquí van pues mis respuestas a las interrogantes del señor Llano. En ese proceso me veo obligado a repetir las preguntas. P ¿La valoración (de los españoles por los cubanos) es la misma independientemente de cubanos viviendo en Cuba, en EEUU o en España? R Depende de cuáles cubanos valoren a cuáles españoles, sin parar mientes en donde se encuentren. Objetivamente hablando, debía ser la misma valoración. En realidad, probablemente los que habitan la Isla esclava, por tener las humillaciones más cercanas y personales, sean los más resentidos y por lo tanto más críticos al apreciar a los españoles. Imagino que los cubanos que viven en España, dado el predicamento de la izquierda y la notoria fuerza popular del castrismo de la Penísula, ocupen un cercano segundo lugar. Pero, admito que esta respuesta es generalizadora, tal como la pregunta. P ¿A quiénes, en caso de parecerse a alguien, se parecen más los cubanos, a los norteamericanos o a los españoles? R El hijo siempre se parece más al padre que al vecino y más al padre que a ningún otro hombre (a menos que tenga cierta similitud con el lechero). P Si sería injusto identificar a todos los cubanos con Castro y a Cuba con la barbarie, ¿no sería también injusto identificar a todos los españoles con sus gobiernos, que uno tras otro han traicionado a los cubanos? R Ciertamente, pero no acepto que esos gobiernos hayan "traicionado" a los cubanos. Como cubanos no podemos ser "traicionados" por gobiernos extranjeros, cuyos intereses sean diferentes a los de Cuba. Cuba es independiente de España. Los únicos traidores a la Patria son Castro y su miserable caterva de criminales. Comprender esto no nos impide actuar en nuestras relaciones internacionales futuras, protegiendo nuestros intereses y reivindicando nuestra dignidad nacional, una vez que Cuba recupere su merecido sitio como nación civilizada. P ¿Es justo identificar a todos los españoles con los que sin escrúpulos negocian con el verdugo, o con los canallas que viajan a Cuba para acostarse con muchachas que se les ofrecen desde su miseria y su sufrimiento? R Por supuesto que no. Aunque suene fantástico a quienes no saben como funciona la "inteligencia", algunos en el destierro cubano saben a un grado considerable quien es quien, tanto en Castrolandia como en su entorno. La respuesta anterior sirve parcialmente también para responder a esta. Aunque no es posible identificar a cada "canalla" individualmente, o a cada peninsular sin escrúpulos (o de cualquier otra nacionalidad), sí es posible identificar a los organismos económicos que lucran, o han lucrado con el sufrimiento de Cuba y en buena medida ya se ha hecho. Nadie olvide que vivimos en la era de la cibernética. P Ya en el siglo XXI, ¿No es cuando menos injusto imputar a la herencia española todos los males, golpismos incluídos que puedan vivirse en Iberoamérica? R Buena pregunta. Yo tengo otras. ¿Cuál es la raíz etimológica de la palabra caudillo? ¿Tiene por casualidad alguna relación con la palabra Califa? No lo sé, aunque lo sospecho. El Califa (y había dos de ellos en la España islámica) era la autoridad civil, militar y divina en una sola persona. ¿Tienen algún elemento políticamente hereditario para España (o Iberoamérica) los más de siete siglos de dominio musulmán? Es muy cierto que desde ese entonces ya han trancurrido otros cuatro siglos y que la España de hoy se parece mucho más al resto de Europa que nunca antes, aunque parecerse a la Europa de hoy no es necesariamente una gran suerte. Para terminar con rodeos históricos y contestar la pregunta de una vez, la respuesta es sí. Es injusto. No todos nuestros problemas son heredados, ni lo son todos nuestros males, incluyendo los golpes de estado. Pero en Iberoamérica como en todas partes, los hijos se parecen a los padres, semejanza que en términos históricos se llama determinismo. P ¿Con qué podemos identificar hoy a Cuba? ¿Exagero cuando, aún a riesgo de resultar demagógico o pueril, la identifico con la celda de Oscar Elías Biscet? R No sólo el señor Llano no exagera, sino que "se queda corto". Cuando reconocemos la realidad, no importa lo triste o dramática que sea, nunca incurrimos en demagogia. P ¿Se puede establecer desde la justicia diferencias entre las víctimas? ¿Puede seguir considerándose víctima del castrismo una persona que lleva 35 años lejos de la Robolución? ¿Puede seguir sintiéndose un poco cubano, sólo por haber nacido en La Habana y a pesar de que no le queda nada allí y que toda su famila es española? R Aquí tenemos realmente tres preguntas. En una obra de Víctor Hugo una pieza de artillería de un barco de guerra se desprende de su emplazamiento por negligencia del oficial a su cargo. El cañón, no sólo aplasta en su movimiento libre a varios marinos de su dotación, sino que amenaza hundir el navío, perforando su casco de madera. Enfrentando peligro inminente a su vida, el oficial negligente, tras una lucha titánica en la que resulta seriamente herido, logra inmobilizar el cañón, salvando el barco. El capitán condecora al oficial en premio a su heroicidad ante la tripulación formada en cubierta. Acto seguido, ordena que lo ahorquen por su negligencia. Como víctima, ¿es igual el oficial negligente a los marinos aplastados por el cañón? El General del ejército castrista Arnaldo Ochoa Sánchez, a no dudarlo fue víctima de un régimen al que sirviera abyectamente en la comisión de múltiples crímenes. ¿Es acaso su condición de víctima comparable al fusilamiento de Tony Chao Flores? La respuesta a la primera pregunta es bien fácil: Existen diferencias entre las víctimas de la tiranía. La segunda pregunta es aún más fácil de contestar: Cuando leemos la biografía de Martí, quien de acuerdo al parecer de más de un historiador serio "inventó" nuestra república, nos encontramos que desde los diecisiete años hasta unos pocos días antes de su muerte, vivió casi permanentemente en el exilio. Fue Martí quien aclaró este punto más allá de toda duda: "De la Patria puede tal vez desertarse, pero nunca de su desventura" (el énfasis es mío). La respuesta a la tercera pregunta varía con cada individuo. Hace cuarenta y tres años marché al exilio. Salvo mi esposa, mi hermano y mi hija mayor, todos mis familiares son nativos de los Estados Unidos. No es ningún secreto que quiero a este país, que opté por la ciudadanía norteamericana y que voto en sus elecciones. Otro tanto hizo Gonzalo de Quesada, e incluso Antonio Maceo, quien obtuvo ciudadanía costarricense. Empero, soy exiliado de Cuba. My cubanía me fue inculcada en la cuna y permanecerá intacta hasta mi último suspiro. P ¿Quiénes son o somos hoy los cubanos? R Esta es la pregunta más difícil de responder. Haré lo posible. Hace varios años escribí un ensayo precisamente titulado "¿Quiénes somos los cubanos de hoy?", pero concedo que me me refería en él más a nuestras raíces nacionales que a las influencias devastadoras que la nación ha sufrido durante los últimos cuarenta y seis años y las que aún sufre. Las nuevas generaciones cubanas en la Isla carecen de nuestra formación ética. Los cubanos exiliados (no aquellos que admiten ser inmigrantes económicos) son en general distintos a quienes en la Cuba esclava se han visto en la necesidad de adoptar hábitos dudosos para "resolver" (subsistir). El llamado "hombre nuevo" que ha tratado de formar el socialismo castrista, es básicamente cobarde, deshonesto, holgazán, carece de iniciativa y a menudo de vergüenza. La esperanza está, como siempre, en el futuro. Quizás pueda tomar dos generaciones para que obtengamos una semblanza de identidad nacional, pero Cuba fue siempre una nación virtuosa y nadie dude que ha de volver a serlo. P ¿Podemos exigir a otros que nos resuelvan lo que nosotros no somos capaces de resolver? R La historia del exilio cubano es un contínuo golpear contra obstáculos levantados por quienes, o bien se titulan falsamente nuestros aliados, o se proclaman hipócritamente neutrales ante nuestra lucha. Ejemplo: El Tratado de defensa mutua de Río de Janeiro no es un subterfugio esgrimido por el destierro para que otros nos "saquen las castañas del fuego", sino un documento legítimo que debía servir al Hemisferio para deshacer esos obstáculos a nuestra libertad, que se levantan cada día más altos. ¿Podría interpretarse el discurso del Presidente Bush en la ceremonia de inauguración a su segundo período como una promesa de que esos obstáculos han de derribarse en el futuro? Soy escéptico, pero no olvidemos que en la lucha contra el castrismo los cubanos libres siempre hemos derramado nuestra propia sangre y jamás hemos demandado que se derrame la ajena. Exigir que no se interfiera con nuestro derecho a luchar por la libertad de Cuba es nuestro deber elemental como cubanos libres y si ello incluye cabildeo en el congreso de los Estados Unidos, en La Casa Blanca, en el Consejo de la Unión Europea, o en cualquier otro foro o centro de poder a nuestro acceso, que así sea. Finalmente quiero agradecer al señor Llano la oportunidad de contestar honestamente sus diez preguntas, aunque evidentemente no todas sean relacionadas a la apreciación (o valorización), que tengamos los cubanos libres por los españoles. Toda pregunta es siempre más importante que su respuesta. Sin embargo, cuando la última es adecuada, complementa a la primera como la otra cara de una misma moneda. También deseo reiterar de nuevo y muy enfáticamente, que éste es para mí el final del tema.
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