EL SUBDESARROLLO INTELECTUAL

Por Hugo J. Byrne

"No he de callar por más que con el dedo,
apuntando a la boca o a la frente,
silencio mandes, o amenaces miedo"

Francisco de Quevedo


No me canso de citar esos primeros tres versos del famoso poema del autor del "Buscón". Ellos entrañan la filosofía de los que realmente nunca pueden ser intimidados ni sometidos, pues no necesitan apoyo ajeno para ser libres. Quevedo, a quien en su posteridad injustamente se le acreditaran centenares de anécdotas tan obscenas como apócrifas, personificó en vida esa actitud a un mismo tiempo tranquila y resuelta de los hombres libres.

Su libertad y dignidad personales estaban garantizadas por su espada, la primera de la España de su tiempo. Cuando su archienemigo el Conde-Duque de Olivares finalmente lograra su ruina y exilio, no fue a través del honorable enfrentamiento personal, sino por obra y gracia de la traición y la intriga cobarde.

Los hombres libres confían en sí mismos y nunca callan ni se rinden ante la fuerza. Esa es la lección inmortal de Maceo en Baraguá. Cuando le afirmó en su cara al "Pacificador" Martínez Campos: "General, no nos entendemos", Maceo hizo muy evidente que no era "políticamente correcto" y que al mismo tiempo pertenecía a la honrosa estirpe de los hombres libres.

Sun Tzu, el primer filósofo-soldado, escribió en su "Arte de la guerra" que "…cuando un hombre se conoce a sí mismo y conoce al enemigo, no debe temer el resultado de cien batallas". Por esa profundísima razón afirmo que el tan cacareado "subdesarrollo" no es una ficción, sino una realidad. Una amarga e indiscutible realidad que aqueja inmisericordemente a muchas sociedades humanas y muy en especial a nuestra América "Latina".

Por supuesto, no estoy hablando en términos absolutos. Por ejemplo, el subdesarrollo que ocurre en el sector económico no es una dolencia endémica que se genera en un vacío social. Tampoco es un lastre histórico: Por lo menos dos naciones de Hispanoamérica han recorrido en breves años la senda estúpida que lleva del relativo bienestar social y económico que produce el capitalismo, a la ruina popular que garantiza el estado regulador y prepotente. ¿Es necesario que aclare que me refiero a la Argentina de Perón y a la Cuba de Castro? Todo parece indicar que los venezolanos también están a punto de sufrir en carne propia las "delicias" del socialismo, el "Bolivarianismo", o cualquier otro nombre ridículo con que la cretinocracia continental decida bautizar al estatismo esclerótico, ruinoso y absoluto.

Porque el verdadero subdesarrollo latinoamericano es mental y, por consecuencia, intelectual. ¿Quién puede poner en duda la popularidad que disfrutara Perón, cuando fuera electo presidente más de una vez y por márgenes abrumadores? ¿Existe alguien capaz de demostrar que Chávez no fuera originalmente electo con el cretino voto mayoritario de sus compatriotas? ¿O es que las atribuciones ejecutivas dictatoriales de la "República Bolivariana" no fueron aprobadas también por una mayoría tan sólida como morónica?

No es mi propósito generalizar. Sería injusto e irrazonable poner en una picota común a todos los venezolanos, presentándolos como deficientes mentales. Un sólo Carlos Rangel serviría para balancear a diez millones de de Pitecantropus (semi) Erectus como Chávez, de la misma manera que un Jean-François Revel puede borrar de la mente a diez millones de réprobos morales franceses, de la calaña repugnante de Chirac.

Desgraciadamente, no puedo en justicia aislar a Cuba de ese deshonroso denominador común. Si bien es cierto que Castro nunca fue electo dentro de un marco político civilizado, no lo es menos que de haberse postulado como candidato presidencial durante los primeros meses de 1959, habría sido electo por una mayoría aplastante. Fue el propio Tirano quien evitó circunstancias que en 1959 lo habrían forzado a gobernar junto a un congreso fuera de su control y aparentar respeto a ciertas normas legales, con todos los muchos inconvenientes que ello eventualmente acarrearía a su furtiva agenda personal.

¿Ha sabido Cuba enfrentarse adecuadamente al totalitarismo que le fue impuesto desde el poder? Aunque pocas otras naciónes del Hemisferio (quizás con las excepciones de Colombia y El Salvador) han derramado tanta sangre para salvarse de una tiranía espantosa, los resultados positivos aún están por alcanzarse. Castro ha logrado hasta ahora mantener un estado policial que consolidara hace cuatro décadas con la ostensible ayuda oblícua de Los Estados Unidos y la complicidad cobarde del resto del mundo. Pero, en definitiva, el calor no está en la ropa.

Acatar servilmente a tiranos "populistas", substituyéndolos temporalmente por períodos caóticos de inaudito libertinaje y corrupción, es la senda que conduce inexorablemente a la ruina económica, a la dictadura totalitaria y a la infelicidad social. Sin embargo, este parece haber sido el camino ideal para muchos en "América Latina" durante los últimos cincuenta años. Eso indica un indiscutible subdesarrollo de nuestras células grises.


FIN



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