¿SER IMPARCIAL O SER OBJETIVO? Por Hugo J. Byrne Los dos conceptos que titulan este trabajo, muy frecuentemente no sólo no coinciden, sino que en múltiples ocasiones pueden ser antagónicos. Casos prácticos que demuestran esta afirmación se nos presentan a diario. Tomemos como ejemplo al popular comentarista Bill O'Reilly de Fox News con su programa "No spin zone". Creemos que fue O'Reilly quien acuñara la popular frase "fair and balanced" (justo y balanceado), que ha devenido en lema de éxito para esa estación de noticias de la TV por cable. Si traducimos esa frase a su definición real en castellano, podíamos reducirla a una sóla palabra: Imparcialidad. En la peremne búsqueda por imparcialidad en su programa, O'Reilly sostuvo recientemente que tanto el Presidente George W. Bush, como el candidato presidencial John Forbes Kerry, a su juicio, eran"patriotas". No cabe la menor duda que esa afirmación puede catalogarse de imparcial. Sin embargo, ¿podría definirse como objetiva? ¿Pasaría ese aserto la prueba de la realidad? No dudamos que el comentarista de Fox News realmente piense así, aunque en este caso en particular, no parece haber pensado mucho. En un análisis objetivo, digamos por alguien con la precisión analítica del filósofo aristotélico Santo Tomás de Aquino, el Senador por Masachussetts no puede objetivamente ser definido como patriota. El único parámetro en este análisis tendría que ser su biografía y esa ya se ha estudiado considerablemente desde esta columna. No es necesario entrar de nuevo en ese tema. Sabemos quién es Mr. Kerry. Los amables lectores, si están genuínamente interesados, pueden referirse a nuestros pasados artículos, o leer el formidable libro "Unfit for Command", del ex-Capitán de la Marina John O'Neill, quien substituyera a Kerry comandando un Swift Boat, cuando este útimo optara por abandonar el frente de combate en Vietnam, usando como excusa su tercer arañazo. Ser repetitivos no incrementa nuestra capacidad de persuasión. Otro ejemplo de conflicto entre imparcialidad y realidad es la frecuencia con que en todos los foros publicitarios se discuten los "beneficios" o perjuicios del llamado "control de armas de fuego", como si se tratara de algo en lo que el veredicto de la realidad no se conociera desde hace largo rato. Gran Bretaña, que irónicamente fuera cuna de los derechos que conformaran la Segunda Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, ha arrebatado por completo esos derechos a sus ciudadanos durante los últimos años. En este caso sí podemos agregar algunos nuevos e interesantes datos sobre la espantosa realidad que confronta el pueblo británico desde que su estado asumiera totalmente la tarea imposible de defenderlo contra el crimen. En Inglaterra propiamente dicha (lo que por supuesto excluye el País de Gales, Escocia y el Norte de Irlanda) la incidencia de asesinato por armas de fuego era de una cada año entre 1890 y 1892, para una población de 30 millones de habitantes. En esa época, por supuesto, no existían restricciones para adquirir o portar armas de fuego. Londres, la mayor ciudad del mundo en 1904, sufrió cuatro robos a mano armada durante ese año. Hasta 1954, a pesar del contínuo crecimiento demográfico, la disolución del imperio y dos guerras mundiales generadoras de pobreza, el índice criminal en Gran Bretaña, o bien declinó o se mantuvo estático. Empezando en 1920 y aumentando paulatinamente a través de los años, los derechos de los ciudadanos británicos a poseer armas de fuego e incluso a defender vidas y haciendas contra ataque criminal, se vieron definitivamente coartados. La prohibición total de poseer armas de fuego se hizo una triste realidad a finales de la década de los ochenta. Como consecuencia directa de esa locura, la Gran Bretaña de hoy es el paraíso del crimen entre las democracias tradicionales. Todos los estudios legítimos, incluyendo el realizado por Las Naciones Unidas en el 2002, concluyen que en el Londres de hoy tenemos seis veces más probabilidades de ser asaltados a mano armada que en New York City. ¿Recuerda el amable lector a los "Bobbies" sin armas que tan amablemente mantenían la paz londinense del pasado? Hoy múltiples unidades de esa excelente fuerza policial que fundara Robert Peel, se han visto forzadas a usar en su "Sam Brown" una muy eficiente pistola semiautomática de reglamento, con varios magazines extra. Ahora que la policía está armada en Gran Bretaña y los ciudadanos nó, es cuando el crimen cunde en esa nación. ¿Es honrado ser imparcial ignorando la sobria evidencia de la realidad? La "imparcialidad" del "media" en relación al drama cubano es bien evidente. En cada oportunidad que el origen de nuestra tragedia se proyecta en noticia, ya sea con el "affaire" Elián González, la condena arbitraria de quienes cometen "traición a la patria" por hacer su criterio público, el homicidio a mansalva de mujeres y niños mediante el hundimiento del barco en que trataban de buscar libertad, o el asesinato premeditado y alevoso de pilotos comerciales envueltos en actividades lícitas, la prensa "imparcial" procura siempre obtener la opinión de aquellos que siempre encuentran culpables a todos, menos a la tiranía. Pretender imparcialidad entre el asesino y la víctima es ser deshonesto. Por esa razón y otras mil, esta columna siempre será objetiva, pero nunca imparcial. FIN
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