RETRATO DE UN HIPOCRITA

Por Hugo J. Byrne

Que me perdonen los lectores hoy por escribir este trabajo en primera persona. No deseo que quienes lo publiquen puedan sentirse forzados a identificarse con opiniones que son solamente mías y que pudieran quizás acarrear consecuencias negativas.

Hace muchos años fui invitado a participar en un panel televisado del “talk show” de una “personalidad” de la televisión a quien no deseo mencionar, pues tampoco quiero identificarme con su programa.

Sin ser mojigato puedo afirmar que ese programa hoy bate todos los records universales de banalidad, estupidez, mal gusto y falta de decoro.

Aunque sea difícil de creer, en aquella época los programas de discusión televisados trataban algunos temas serios. Ese día debatían la hoy declinante industria nuclear. Fui presentado a la teleaudiencia como “diseñador de plantas nucleares”.

En cuanto pude usar el micrófono rectifiqué eso. Nunca me ha interesado aparentar lo que no soy. Para mí el epítome de la hipocresía es hacerlo y por aquellos que habitualmente lo hacen, siento profunda repugnancia y ningún respeto.

Ese preámbulo me lleva directamente al Senador por Massachusetts y candidato presidencial John Kerry. Este desvergonzado hipócrita podría muy bien llegar a ser Presidente de Los Estados Unidos.

Esa eventualidad cabe sin duda en el ámbito de lo posible, aunque no creo que un lector de estas líneas pueda conscientemente otorgarle su voto.

Llamar a alguien hipócrita y falto de vergüenza no es elegante ni procura admiración o popularidad. Sé que no faltarán quienes afirmen que no debería “insultar” a mis adversarios: “no debemos demonizar a Castro”, me dijeron en una ocasión. ¡Como si eso fuera posible!

Llamar a Kerry simulador, hipócrita y falto de pudor no es insultarlo, sino definirlo objetivamente. Y para demostrar que el sallo le queda exactamente a la medida, estudiemos una parte de su biografía, que aunque debe ser del dominio público, casi no aparece en los medios de publicidad de Norteamérica.

El servicio de este “héroe de Viet Nam”, se divide en dos períodos. El primero es su record en combate. El segundo es su participación, no en legítimas protestas contra la guerra, sino en demostraciones contra Estados Unidos y en cooperación con la propaganda enemiga.

Antes que nada debo dejar establecido que lo que comunmente llamamos “acciones heroicas” no necesariamente representan convicciones honorables y con frecuencia sólo reflejan niveles varios de testosterona. De lo contrario todos los “buenos” serían valientes y todos los “malos” cobardes.

La historia universal rebosa de malvados con determinación y arrojo. Atila era un hombre de gran valor personal y las tropas de fanáticos SS que los aliados encararon en Normandía fueron capaces de pelear hasta la inmolación.

Kerry fue herido tres veces en combate y recibió los correspondientes “Corazones de Púrpura”. También recibió una “Estrella de Plata” y otra de “Bronce” en Viet Nam. No dudo que las mereciera. Sé que la Marina de Guerra de Estados Unidos no acostumbra conferir esos honores a quienes no los merecen.

Sin embargo, es importante recalcar algunos detalles relacionados con esas acciones en combate. Esas tres heridas resultaron en el traslado de Kerry a labores fuera del frente. Kerry obtuvo ese traslado a pedido propio, basándose en regulaciones navales que permiten esa opción a marinos heridos tres veces en acción de guerra.

Aunque gracias a Dios nunca me he visto envuelto en una “guerra formal”, sí he participado en actos violentos y sufrido heridas por armas de fuego. Todavía tengo dos pedazos de metal en el cuerpo, que muy probablemente desciendan conmigo a la tumba. Entiendo perfectamente el legítimo deseo de Kerry por una actividad pacífica.

Aunque, ¿cuán serias eran las heridas del futuro “hippie”, más tarde millonario y Senador por Massachussetts? De acuerdo a sus propias declaraciones, no mucho. “Una me costó un par de días fuera de servicio. Las otras ni eso. Walking wounded (heridas con las que se camina).” En resumen, tres “Purple Hearts” por tres arañazos.

Kerry termina su servicio en La Marina de Guerra en una cómoda posición burocrática, como auxiliar de un Almirante. Después de su separación de la Marina de Guerra, el condecorado veterano aspira infructuosamente a una silla congresional en 1970 por el Partido Demócrata en el tercer distrito de Massachussetts, retirando su aspiración al reconocer que sería derrotado.

Entonces es cuando cambia significantemente su color político y establece una alianza con el antinorteamericano y procomunista grupo llamado “Veterans Against the Vietnam War” (Veteranos contra la guerra en Viet Nam).

Al unísono con esa otra excresencia llamada Jane Fonda, Kerry participa en las numerosas demostraciones multitudinarias de este grupo, en las que sistemáticamente se denigra y se deshonra la bandera de los Estados Unidos Unidos y se desfila bajo el repugnante y miserable trapo del Vietcong.

En todas ellas se le rinde honor de héroes a genocidas como Mao Zedong, Ho Chi Min, Che Guevara y Fidel Castro, cuyo denominador común es la participación activa en la subversión contra Estados Unidos y sus instituciones republicanas.

En una de esas demostraciones frente a La Casa Blanca, en abril de 1971, Kerry simula lanzar sus medallas sobre la verja. Más tarde admitiría que eran las de otro veterano y que las suyas están colgadas en su oficina del Congreso.

Para el amoral Kerry no existe diferencia entre verdad y mentira, entre realidad y fantasía.

En el mismo 1971, testificando ante el Comité de Relaciones Exteriores del Senado y vestido con un uniforme norteamericano sucio y arrugado, Kerry afirma que los soldados norteamericanos en Viet Nam, “personalmente violan, cortan orejas, decapitan y torturan a prisioneros aplicando cables vivos de teléfonos portátiles a sus órganos genitales, cortando brazos y piernas y ametrallando indiscriminadamente a la población civil…”

Esta sarta de calumnias la obtiene Kerry de la propaganda enemiga y la recita como el evangelio, con el mayor desenfado. Sempiterno aliado de la más radical izquierda, Kerry secunda toda iniciativa política que avance los intereses de los enemigos de Estados Unidos, mientras socava en el Senado norteamericano la aprobación de presupuestos militares.

Muy especialmente Kerry desarticula y debilita los mismos organismos de inteligencia que hoy tan demagógicamente denuncia con relación a Irak.

Daniel Ortega, ex dictador comunista de Nicaragua y derrotado en tres elecciones consecutivas, fue apoyado por Kerry en sus aspiraciones de imponer una tiranía comunista al sufrido pueblo centroamericano.

Las declaraciones del Senador por Massachussetts en favor de Ortega y sus fotos en Managua junto al pedófilo dictador y al Senador Harkin de Iowa, pertenecen al poco envidiable record histórico del aspirante presidencial.

¿Alguien sabe quién dirige la campaña de Kerry? No es otro que Gregory Craig, un picapleitos ricachón, notorio por haber representado legalmente los intereses de Fidel Castro en Estados Unidos. Sí, amigo lector, tal como suena.

Massachussetts mantiene a Kerry en el Senado desde 1984. Como Senador, Kerry siempre ha servido los intereses políticos de su mentor, ese otro héroe (Chappaquiddick, 1969) llamado Ted Kennedy.

Cuando el Comité Senatorial que presidia Kerry filtró a la prensa acusaciones calumniosas contra un ex agente de la CIA, Kerry se tropezó con la clásica “criada respondona”.

El calumniado era el mismo agente que interrogara al Che Guevara antes de su ejecución en Bolivia y hoy Presidente de la Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos, Félix Rodríguez Mendigutía.

La acusación originada por declaraciones de un convito felón y traficante de drogas, quien había frecuentemente fallado el detector de mentiras, por supuesto no pudo ser probada.

En el histórico careo entre Kerry y Rodríguez, este último le dijo al arrogante ex hippie: “Es muy difícil para mí contestar preguntas formuladas por alguien a quien no respeto”. Félix Rodríguez no respeta a Kerry. Yo tampoco. ¿Y Vd., amable lector?


FIN



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