ONDURMAN

Por Hugo J. Byrne

Crear en la mente de todos un deseo quemante de que termine la guerra, un deseo tan intenso, tan personal y tan real, que los fuerce a dedicarse a sí mismos a alcanzar un estado de paz definitivo".

Ordenes escritas por el Brigadier General Jacob
Smith ("Hell Roaring Jake"), a sus tropas en la isla
de Samar en Filipinas, donde Smith ordenara
verbalmente que todo hombre de más de diez
años de edad fuera pasado por las armas.
Smith fue condenado en un consejo de Guerra
requerido por el Presidente Thodore Roosevelt.

El 2 de septiembre de 1898 a las seis y cuarenta y cinco minutos de la mañana, 13,000 efectivos de la fuerza expedicionaria angloegipcia en Sudán, bajo el mando del General Horatio Hertbert Kitchener ("El Sirdar") enfrentaron la embestida fanática de más de 50,000 "dervishes" en la batalla de Ondurman. La expedición tenía el propósito de reconquistar Khartoum y pacificar el Sudán. Hacía entonces menos de tres semanas que las tropas coloniales españolas en Cuba habían rendido sus pendones a Norteamérica.

Más de trece años antes de esa batalla, los llamados "dervishes", recalcitrantes musulmanes afroárabes lidereados por un santón llamado "El Mahdi", habían conquistado la capital del Sudán tras un largo y sangriento sitio. Esa acción de guerra culminó en un baño de sangre "infiel", que no perdonara incluso al bravo defensor de Khartoum, General Charles George Gordon, conocido en los círculos militares británicos como "El Chino Gordon" ("Chinese Gordon"), por haber servido durante un largo período a la Reina Victoria en el extremo oriente. Gobernador del Sudán durante los años de 1877 y 1878, Gordon dirigía las defensas de Khartoum de manera casi voluntaria y semi-oficiosa, pues había sido repetidamente invitado por Londres a evacuar la plaza.

La cabeza de Gordon adornando la punta de una lanza, fue paseada victoriosamente por los "dervishes", quienes desataron una orgía de sangre en Khartoum. El Imperio Británico tenía otras muchas dificultades en las antípodas en ese preciso momento y la rebelión dervishe no era prioridad colonial. Aunque una partida de rescate fue enviada por el Nilo, esta llegaría demasiado tarde, regresando a Alejandría al ver la bandera negra de las huestes del Mahdi flotando sobre Khartoum.

Sin embargo, la masacre de Khartoum y el asesinato de Gordon por parte de los genuínos predecesores de Al-Qaida fue una mancha, una verdadera deshonra para el Imperio y una afrenta personal a la Reina Victoria, quien de veras aspiraba a regir civilizadamente sobre un sociedad universal. El Mahdi murió poco después de su triunfo en Khartoum, pero su heredero político el Khalifa, probó ser tan fanático e intolerante como su predecesor, a lo que unía un espíritu corrupto y perverso. Una nueva voluntad política en Londres se tradujo en la preparación de una nueva y poderosa expedición, a un tiempo pacificadora y punitiva.

El ejército angloegipcio que comandaba el futuro Lord Kitchener incluía cañoneros fabricados localmente que descenderían por el Nilo para bombardear a los fanáticos musulmanes. En su tropa terrestre se contaban unidades escocesas e irlandesas. Entre estas últimas había un soldado del Regimiento 21 de Lanceros llamado James Byrne quien fue capaz de ganarse en combate una "Victoria Cross" (el equivalente británico de "La Cruz de Hierro" alemana o La Medalla de Honor del Congreso norteamericana) por haber rescatado de una muerte inminente a un Teniente llamado Molyneux, quien estaba rodeado de dervishes, desarmado y herido. No sabemos si ese Byrne, quien hizo eso también estando seriamente herido, era o nó pariente del pintoresco tatarabuelo nuestro.

Mucho más importante históricamente fue otro lancero y también come-candela, descendiente de una ilustre familia británica; el Primer Teniente Winston Spencer Churchill, originariamente del Regimiento 4 de Usares de la Reina. Churchill, joven y muy fuerte bebedor de scotch, despreciaba al Regimiento 21 y no era santo de la devoción de sus compañeros de armas. Futuro Primer Lord del Almirantazgo y Primer Ministro británico durante la Segunda Guerra Mundial, Churchill recibió también menciones por acción de guerra y puso a varios dervishes en contacto con Alá usando desde su caballo una pistola Mauser 7.62 "Broom Handle".

En Ondurman los británicos estaban destacados en la ribera oeste del Nilo rodeando el acceso al río de un poblado llamado El Egeiga. Kitchener contaba con una tropa muy variada que incluía un destacamento de camellos y los ya mencionados y obsoletos lanceros. Estos últimos protagonizaron una carga innecesaria, que bien pudo haber terminado en desastre. La fuerzas británicas contaban también con una infantería moderna, muy bien entrenada en el uso del "cuadro" (square). La eficiente artillería, incluyendo modernos cañones y morteros, más las ametralladoras Gardner, Gattling y Maxim, fueron insuperables deteniendo en seco a las hordas enemigas. El campamento británico contaba con un moderno hospital de campaña que fue usado más para casos de insolación que para heridas del combate.

La batalla propiamente dicha duró probablemente menos que el tiempo usado en escribir este trabajo. La derrota de las tropas del Khalifa se tradujo en aniquilamiento. Las cargas masivas de caballos, camellos y dervishes a pie, incapaces de llegar a menos de veinte yardas de los cuadros angloegipcios, se convertían en montones de materia muerta que el implacable sol del desierto corrompía en breve tiempo. El epílogo de la batalla fue más cruel y sangriento que el combate mismo. Conocedor del temperamento enemigo, Kitchener deseaba una derrota total para los derviches. No sólo buscaba el éxito de las armas coloniales sobre el islamismo fundamentalista de ese entonces, sino una victoria que asegurara una paz colonial británica en el mundo musulmán para muchos años. Como en la Isla de Samar tres años más tarde, se tomaron muy pocos prisioneros en Ondurman. El "Sirdar" ordenó que todos los heridos fueran rematados en donde habían caído. Esta orden incluyó al propio Khalifa.

Al contemplar la situación táctica en el llamado "Sunni Triangle" del centro de Irak y los esfuerzos por diluir los problemas creados por el otro "santón" musulmán "Shihita" en el sur, a través de la política de "ganar mentes y corazones", nos preguntamos si quizás necesitemos otro "Sirdar", u otro "Hell Roaring Jake".


FIN



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