LA GUERRA RACIAL DE 1912 Por Hugo J. Byrne En el marco de los recientes y dramáticos acontecimientos en Haití, intercambiamos información con el compatriota y notable escritor Humberto Fontova, sobre la influencia histórica de las migraciones de ese país a Cuba. El tráfico humano a través de Paso de los Vientos, siempre en una misma dirección, ha dejado una huella indeleble en el acontecer de Cuba desde su primer gran influjo en 1791 hasta nuestros días. En el proceso de revisar nuestros datos históricos con ese propósito, repasamos el violento capítulo de la llamada "guerra racial" de 1912. Esta revuelta armada por parte de cubanos de la raza negra, que incluía veteranos de la guerra de 1895, fue rápidamente aplastada por el ejército cubano de aquella época. Las circunstancias que provocaron la violencia, la singular rapidez y relativa eficiencia con que fue sofocada y su cruel y sangriento epílogo, siempre han sido temas de gran interés histórico. Ese interés se ve renovado hoy, cuando la sociedad cubana presenta características étnicas y sociales dramáticamente similares a las que existían cuando se desatara esa revuelta hace 94 años. La insurreción de 1912 tiene sus raíces en la de 1906 y en la intervención norteamericana en Cuba desde ese mismo año hasta 1909. No cabe la menor duda histórica que muchos de los cubanos negros que se alzaran en 1912 habían tomado el mismo camino en el año 6 básicamente por idénticas razones. Algunas de ellas, evidentemente muy válidas. La terrible diferencia es que en el 6 lo hacen como militantes de uno de los dos partidos nacionales, mientras que en el 12 lo hacen sólo como insurgentes de un ilegal partido que abiertamente reclama representar a una sola raza. Otra diferencia es el aparente uso de tácticas de terror, como el incendio y destrucción del poblado de La Maya, en el que las víctimas son también negros. Ya desde 1899 el censo realizado por la administración provisional norteamericana arrojaba una población negra de más de un tercio del total de empadronados. Se ha dicho que las cifras reales fueron ocultadas por indicar de hecho una mayoría popular negra, realidad evidente al menos en la zona oriental de la isla. Esa realidad entrelazada con el temido "espectro haitiano", dan forma a la política cubana de "puertas abiertas" a la emigración europea (esencialmente española) entre 1902 y 1933, la que es abrazada sin reservas por ambos partidos tradicionales. El record histórico de la rebelión de 1906, nos presenta a un testarudo ejecutivo conservador, totalmente incapaz de compromiso con las fuerzas liberales rebeldes y la lideratura de ambos partidos bochornosamente ansiosa de intervención extranjera. Para vergüenza histórica de Cuba la única parte que trata de oponerse activamente a esa solución es el propio Washington: Roosevelt finalmente decide enviar a Taft y a las tropas norteamericanas sólo cuando ambos, Estrada Palma y Gómez, no le dan otra alternativa. En 1909 la exaltación del sonriente José Miguel Gómez y sus liberales parecía indicar que los medios revolucionarios eran los más idóneos en la obtención del poder político en Cuba. Es la tradición exitosa del "alzamiento", que surge del proceso independentista y que se había visto, hasta entonces, siempre coronada por el éxito. La realidad es otra y muy distinta. Las insurrecciones tienen éxito, tanto en Cuba como en cualquier otro lugar del universo, sólo cuando no son adecuadamente reprimidas. Esa realidad fue confrontada más tarde por el propio Gómez en su fracasada rebelión de la "Chambelona", por los frustrados expedicionarios antimachadistas de Gibara y, una generación más tarde, trágicamente por los alzados anticastristas del Escambray. Esa realidad fue también némesis para Evaristo Estenoz y Corominas y su asociado rebelde Pedro Ivonet, caudillos de la Agrupación (o Partido) Independiente de Color, fundado en 1908. Este grupo fue declarado ilegal en virtud de una enmienda a la legislación electoral cubana, prohibiendo partidos políticos u organizaciones del mismo cariz que se basaran en raza, clase social, lugar de nacimiento o profesión. Conocida como "Ley Morúa", por haber sido su ponente el Senador (liberal y negro) Martín Morúa Delgado, esta medida estaba dirigida específicamente contra la AIC. Mucho más poderosa que esa legislación era la fuerza militar que era capaz de ejercer el estado cubano. A pesar de su posterior debacle, creyendo que podía derrocar militarmente al gobierno de García Menocal, "Tiburón" (como era conocido popularmente el Presidente Gómez), tuvo el buen juicio de reorganizar y expandir las fuerzas armadas cubanas, convirténdolas en un organismo profesional. Fue incluso durante su período presidencial que se fundara la Marina de Guerra de Cuba, adquiriendo las entonces modernas y efectivas unidades "Cuba" y "Patria". Los rebeldes de 1912 creían ingénuamente que podían alcanzar "un empate" con las tropas del gobierno al estilo de 1906, cuando los "Guardias Rurales" de Estrada Palma se dedicaron a defender sólo los centros urbanos. Por el contrario, las tropas gubernamentales, reforzadas desde La Habana, concentraron artillería, caballería y miles de tropas regulares equipadas profusamente con armas automáticas en la zona de Oriente. A cargo de las operaciones estaba el Jefe del Ejército y veterano del 95, General José de Jesús Monteagudo, quien ordenara a su subalterno, el también veterano de la independencia General Pablo Mendieta, dar caza a los alzados. En el único encuentro importante de la "guerra racial", el General Mendieta sorprendió al campamento rebelde, diezmándolo sin piedad. No se tomaron "muchos" prisioneros. Las subsiguientes operaciones de "limpieza" revistieron características de cacería. Durante ese proceso fue muerto en combate Evaristo Estenoz y capturado Pedro Ivonet. Este último tuvo la poca suerte de ser entregado para su transporte a Santiago a un teniente veterano del 95 llamado Arsenio Ortiz. Ortiz, quien le aplicó a Ivonet la llamada "ley de fuga", se hizo notorio por su persecución implacable de los negros alzados, a quienes ahorcaba en "guásimas". Más tarde apodado el "Chacal de Oriente", este mulato corpulento y con bigote de manubrio, fue uno de los más notorios esbirros del machadato. A Castro le habría encantado un colaborador de su calaña. El final relámpago de la "Guerra Racial", quizás evitara una tercera intervención de Washington, quien esta vez sí empezó prontamente (aunque con la aprobación de Gómez) a desembarcar tropas en distintos lugares de la isla. FIN
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