EL MEJOR AMIGO DE MARTÍ EN NORTEAMERICA

Por Hugo J. Byrne


El día 23 de mayo de 1895 el diario de New York "The Sun", publicó el siguiente editorial, producto de la pluma de su editor y copropietario, Charles Dana y traducido libremente por nosotros:

"Hemos sabido con profundo dolor de la muerte de José Martí, el famoso adalid de la revolución cubana. Lo conocimos bien, durante largo tiempo y lo estimábamos profundamente. Por un largo período que empezara hace más de veinte años, Martí fue empleado por "The Sun" como colaborador, escribiendo sobre temas relacionados con las bellas artes.

En esos asuntos sus conocimientos eran sólidos y extensos y sus ideas y conclusiones, brillantes y originales. Martí era un hombre de imaginación y genio, imbuído de esperanza y dotado de coraje.

Pertenecía a esos descendientes de la raza hispana, cuyo nacimiento e instintos americanos parecían agregarse positivamente a la vocación revolucionaria que heredan todos los españoles modernos. Martí era un hombre de buenos sentimientos y gran corazón, de opiniones ardientes y altos ideales y quien perdió su vida en el empeño que sólo un hombre de su talla habría escogido, batallando por la libertad y la democracia.

Héroes como él no abundan en el mundo de hoy, y su tumba guerrera atestigua que aún en esta era de positivismo materialista existen espíritus capaces de darlo todo en aras de los principios, sin egoísmos ni segundas intenciones".

"¡Honor a la memoria de José Martí y paz a su alma viril y generosa!"

Charles Anderson Dana, quien sobrevivió a Martí solamente por dos años, nació en 1819 en un pueblecito de New Hampshire llamado Hinsdale, donde cursó la primera enseñanza. Este futuro maestro de periodistas estudió su arte en la Universidad de Harvard, institución educativa bien respetable por ese entonces. Harvard no era en esa época la ratonera pro totalitaria que es hoy.

En 1847 Dana ingresó al "staff" del "New York Tribune" y en pocos años alcanzó la posición de editor del influyente rotativo. Quien pudiera establecer una relación tan profunda de amistad con nuestro Martí, tenía que ser en virtud de esa realidad no sólo un espíritu superior, sino un hombre de carácter, con principios éticos imposibles de comprometer.

Por esa virtud cívica, Dana entró en inevitable conflicto con el propieterio del periódico, Horace Greeley, quien simpatizaba abiertamente con la secesión de los estados del sur y deseaba expresar esas simpatías editorialmente. Charles Dana renunció como editor del "Tribune" en 1862, menos de dos años antes del estallido de la Guerra Civil de Norteamérica.

La administración de Lincoln nombró a Dana Subsecretario de Guerra y en esas funciones sirvió fervientemente a su patria desde 1863 hasta 1865. Después de la guerra, Dana regresó a su vocación periodística, encabezando un grupo selecto de otros profesionales de la noticia y la orientación cívica.

En 1868, año en que se desatara nuestra contienda de Los Diez Años, Charles Dana, en sociedad con otros periodistas y empresarios de sus mismos ideales, compró el diario "The Sun" por la suma de $175,000.00. Bajo su noble e inspiradora administración, Dana convirtió el rotativo de New York en un periódico moderno, ágil y eficiente, franco y directo, sin detrimento ni compromiso de principios éticos, ni de su inteligente calidad literaria.

A la muerte de Dana en 1897, "The Sun" era una empresa valuada en más de cinco millones de dólares, suma extraordinaria para la época. Sin embargo, quien no vacilara en dedicar tan sentido editorial a un amigo caído en combate allende los mares por los ideales más excelsos, dejó al periodismo norteamericano una herencia que no puede medirse en dólares y centavos.

El verdadero legado periodístico de Charles Dana es uno de integridad cívica, valor y franqueza, así como de lealtad a los principios y a la responsabilidad de la prensa en una sociedad libre. Podrían aprender mucho de su noble ejemplo el "New York Times", "Los Angeles Times", el "Washigton Post", el "Boston Globe", el "Miami Herald" y otros tantos periódicos norteamericanos de nuestros días, bien capaces de hacer dinero con ambas manos, pero totalmente deficientes en ética y dedicación libertaria.


FIN


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