BUSCANDO UNA SOLUCION

Por Hugo J. Byrne


"No he de callar, por más que con el dedo,
señalando a la boca o a la frente,
silencio mandes, o amenaces miedo.
¿Nó ha de haber un espíritu valiente?
¿Nunca se ha de sentir lo que se dice?
¿Siempre se ha de fingir lo que se siente?"

Francisco de Quevedo y Villegas


Aquéllos que aspiran a conseguir ganacias de la Cuba castrista, mediante la vía mercantil, nos recuerdan a los que propugnaban otro tanto con la Unión Soviética. Esos esfuerzos se originan siempre (y de manera simultánea) en el seno de un grupo esencialmente homogéneo. Es la especie más baja posible en la escala zoológica. Se trata de ciertos "comerciantes" y sus operativos a sueldo. Estos mercenarios de alma furtiva aborrecen la ética, al igual que todo aquello que pueda interponerse entre ellos y sus espúrios e inconfesables intereses económicos.

En su nómina figuran prominentemente muchos políticos venales, bien capaces de vender a su abuela en caso de que hubiera el más mínimo postor para ella. Estas verdaderas prostitutas políticas militan en ambos partidos y más de uno entre ellos "se vende" como presunto "republicano conservador". Recordemos que los piratas siempre se consideran comerciantes y que venden el producto de su saqueo a estas alimañas en un mercado que desde tiempo inmemorial se ha llamado "negro".

Armand Hammer, a quien la prensa "moderada" siempre llamó "filántropo" y "Mecenas de las bellas artes" por sus valiosas donaciones a museos, hizo sus billones haciendo "negocios" con la Unión Soviética. Su "Occidental Petroleum" obtuvo increíbles ganacias, gracias al respaldo crediticio que le brindaba el tesoro norteamericano (el dinero de Vd. y nosotros, querido lector, pues ambos contribuímos al fisco).

Cuando la Unión Soviética hizo su merecidísimo ingreso al basurero de la historia, heredamos la cuenta que ese estado artificial adeudaba a instituciones bancarias de Norteamérica, en exceso de $80 mil millones. La donación más valiosa hecha por Hammer, no fue a un museo. Su regalo mejor a la humanidad lo hizo muriéndose.

A despecho de que nuestros cotidianos críticos nos llamen (a nuestras espaldas) todo tipo de adjetivos vulgares, confesamos que nos sentimos filosóficamente de acuerdo con unas declaraciones de Clarence Darrow. Darrow era un famoso abogado criminalista norteamericano, no necesariamente santo de nuestra devoción, pero quien una vez aseveró: "Yo nunca he matado a nadie, aunque confieso haber sentido gran alegría al leer ciertos obituarios". Nosotros nos deleitamos leyendo el obituario de Hammer.

Infortunadamente ese suceso feliz no ocurrió antes de que la Unión Soviética exterminara a más de veinte millones de personas inocentes, avanzando su conspiración subversiva por casi una tercera parte del planeta y promoviendo criminales como Enver Hoxa, Mao Zedong, Kim Il Sung, Pol Pot y Fidel Castro a la categoría de jefes de estado. "Charley" Manson, quien significativamente se abrogó hace poco la noble condición de "prisionero político", habría alcanzado quizás la posición de caudillo prominente, tal como lo lograran todos esos colegas suyos, de haber concentrado su talento criminal en el escenario de alguna "revolución socialista".

No podemos adjudicar la medida de responsabilidad incurrida por Hammer en el crimen leninista, eso lo dejamos al criterio razonable de los lectores.

El aspirante a ser el "Armand Hammer" de Castro es un sujeto de fisionomía batracia y continente repulsivo llamado Kirby Jones. Su nombre aparece en casi todas las múltiples gestiones de inversión de empresarios norteamericanos con el objetivo de apuntalar económicamente al nefasto régimen de La Habana, siempre que sus bolsas se amplíen en el proceso. No podemos probar que Jones esté en la nómina de Castro, por eso nos limitamos solamente a asegurar que si lo estuviera no actuaría de manera distinta.

Kirby Jones es solamente uno de los más notorios entre estos descocados mercaderes (o aspirantes a mercaderes) de bienes robados. Hay muchos otros. Existe una publicación de lujo, de esas capaces de presentar los cromos más atractivos y el papel más satinado y grueso, con anuncios de páginas enteras de Cadillac, Jaguar y Maserati, o del brandy más fino y caro.

El nombre de esta "revista", que se publica cada dos meses, es "Cigar Aficionado" y su lema es "La revista de la buena vida para los hombres". Pero "Cigar", evidentemente no se publica para los hombres de verdad.

Uno de las más obvios objetivos de "Cigar Aficionado" es eliminar el llamado "embargo comercial" de Estados Unidos a Castro, y en su defecto, hacer todo lo posible por que sus lectores y amigos (entre los que se cuentan íconos tan venerados por nosotros los cubanos del exilio como Rudy Giuliani y Rush Linbaugh), aprendan las mil y una formas de violar la ley y burlarlo. "Expertos en Cuba" como Wayne Smith (quien tuviera que disculparse públicamente para evitar tener que pagar $40,000.00 a Jorge Más Canosa por libelo) se cuentan entre los contribuyentes literarios de "Cigar Aficionado".

El "Editor Europeo" de esta revista es un sujeto llamado James Suckling, quien en el número de mayo/junio del 2003 escribió un artículo corto en el grita su indignación porque en su último viaje a Cuba lo asediarion algunos "resolvedores" cubanos que trataban de venderle tabacos con marcas falsificadas. Suckling, quien no tiene la menor dificultad de conciencia en promover la compraventa de contrabando con Castro, se escandaliza porque algunos infelices en Cuba tratan de comer a diario mediante la venta de "Cohibas" y "Montecristos" falsificados. Estamos muy de acuerdo con el "Editor Europeo" de "Cigar Aficionado". Ese señor no necesita comprar tabacos "counterfeit", más bien necesita comprar vergüenza.

Nota: Le acabamos de poner en el correo a Mr. Suckling la traducción al inglés de este artículo.


Las credenciales específicas del columnista Hugo J. Byrne están descritas para información del lector en:

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