DE LO REAL Y LO APARENTE

Por Hugo J. Byrne


A veces nuestros sentidos parecen percibir lo que en realidad no existe. Otras veces, no percibimos la realidad concreta. ¿Quién no ha oído de, o incluso "visto" espejismos, fenómeno de luz que por lo general ocurre en vastas extensiones de tierras baldías o desérticas? El más frecuente de ellos es la percepción de un cuerpo masivo de agua, donde en realidad sólo existe un horizonte vacío.

En la travesía entre la frontera norteamericana y el poblado mexicano de San Felipe, en el Mar de Cortés, al extremo norte de la Península de California, en múltiples ocasiones tal parece que en el horizonte al este de la carretera se observa ya dicho golfo. En realidad se trata sólo de un espejismo, pues ocurre cuando aún el Mar de Cortés está a decenas de millas de distancia del confundido viajero y fuera de su alcance visual.

Salvando las diferencias entre el mundo físico y el político, en la sociedad ocurre que a menudo (y a veces de forma honesta e inconsciente) quienes pretenden avanzar de buena fe el interés de los derechos humanos, siguen prioridades absurdas y los resultados de sus campañas crean situaciones peores que las que deseaban remediar. Típico en la historia de este continente es el caso de la esclavitud.

De acuerdo al Archivo de Indias, uno de los primeros proponentes de la importación de esclavos negros de Africa fue el sacerdote católico Bartolomé de Las Casas, conocido durante la conquista del Caribe por el noble alias de "Defensor de los Indios". Las Casas, quien espantado ante el horrendo crimen que perpetraba la trata, cambió radicalmente su posición original, en realidad no fue muy eficiente defendiendo a los nativos. En el Caribe, estos fueron de todas formas inmisericordemente exterminados por los conquistadores.

Las Casas utilizó la cruel "lógica" de sus contemporáneos, quienes aceptaron la esclavitud de los negros africanos para obtener una mano de obra eficiente en el nuevo y socorrido negocio que brindaba la caña de azúcar. De acuerdo a esta falsa lógica, el amo de un esclavo se vería en la necesidad de buen trato, cuidado y alimentación del mismo, so pena de perder su inversión original. A diferencia del indio "encomendado", que representaba una mano de obra gratis, el esclavo negro costaba originalmente mucho dinero.

A pesar de la novela romántica disfrazada de historia que ciertas obras como "Roots" ("Raíces") difunden entre nuestros contemporáneos, la esclavitud era una institución aceptada universalmente en el siglo XVI, especialmente en Africa y parcialmente aún en Europa. La inmensa mayoría de los infelices esclavos vendidos como bestias al mejor postor en América, provenían del área que ocupa hoy Nigeria, en la costa occidental del "Continente Negro", donde ya eran esclavos.

Ese hecho fue una de las excusas utilizadas por la Iglesia Católica para justificar el establecimiento de la institución más inhumana en toda la historia de América desde el siglo XVI hasta nuestros días. Los esclavos africanos fueron víctimas del altruísmo de algunos, que inconscientemente disfrazaba los intereses pérfidos de muchos. El altruísmo era lo aparente, la realidad cruel era la avaricia. Cuando Las Casas se percató del mostruo que había ayudado a crear, lo denunció con furia santa, pero ya era tarde.

El posible equivalente político de Fray Bartolomé de Las Casas para nuestros días es una organización de fines humanitarios llamada "Amnesty International" ("Amnistía Internacional"). "Amnistía", que algunos irónicamente llaman "Amnesia Internacional", intenta definirse como "apolítica". En la realidad, "Amnistía" no es apolítica, sólo "políticamente correcta".

Hace pocos días uno de sus representantes, siendo entrevistado por el polémico "talk show host" de Fox News Bill O'Reilly, afirmó sin sonrojo que su grupo denuncia "por igual" todas las violaciones de "derechos humanos, sin tener en cuenta el signo político del sistema que gobierne la nación donde ocurran las violaciones".

Cuando existen estados que deben exclusivamente su existencia al uso universal y permanente de represión y terrorismo, contra las infortunadas víctimas que habitan dentro de sus fronteras, ¿es razonable semejante reclamo? ¿Cómo es posible establecer una separación aséptica entre el crimen perpetrado por un sistema que depende de ese delito para obtener y conservar el poder político de la élite delicuente que lo impone? ¿Son tan ignorantes los miembros de "Amnistía", o es que pretenden embaucarnos?

Establecer una equivalencia moral entre los crímenes premeditados que perpetra cotidianamente el totalitarismo para sostener su tiranía espúrea y aquellos que ocurren a pesar y en violación de las leyes en una república, constituye de por sí admisión de una agenda política pro-totalitaria. Esa es la realidad de "Amnistía". Los propósitos humanitarios, sólo un espejismo.

Un ejemplo de esa agenda pro-totalitaria son las injustas acusaciones de "Amnistía" contra Estados Unidos, en referencia al supuesto maltrato que reciben los terroristas detenidos en Guantánamo. Acusaciones que difieren en magnitud a las poquísimas críticas con sordina que el régimen represivo de Cuba ha recibido de "Amnistía" a través de los años. Castro es quien de veras ha mantenido por cuarenta y cuatro años cientos y, en ocasiones, miles de prisioneros políticos en condiciones infra-humanas. Algunos de ellos a muy pocas millas de distancia del centro de detención de terroristas que mantiene Estados Unidos en Guantánamo.

Los prisioneros en Guantánamo, incluyendo los más peligrosos terroristas, reciben a diario tres raciones totalmente compatibles con su fe musulmana y un capellán mahometano atiende esa fe a diario. De los seiscientos a setecientos detenidos en Guantánamo, por lo menos diecinueve ya han sido puestos en libertad y transportados a sus países de origen, con pasajes cortesía de los impuestos que Vd. paga, amable lector.

A su salida de Guantánamo, los antiguos Talibanes recibieron un ejemplar del "Corán", cada uno y un nuevo par de pantalones. El regalo del libro religioso fue un verdadero acto de generosidad, típico de las nobles tradiciones humanitarias de Estados Unidos, de las que "Amnistía" puede aprender mucho. Los pantalones nuevos, una necesidad perentoria: El "maltrato" recibido en Guantánamo hizo engordar un promedio de trece libras de peso en promedio a los terroristas detenidos. Eso es todo cuanto necesitamos decir de la "credibilidad" de "Amnistía".


Las credenciales específicas del columnista Hugo J. Byrne están descritas para información del lector en:

http://www.amigospais-guaracabuya.org/g_byrne.html


Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org