MAL PERFIL PARA LOS "PERFILADORES"Por Hugo J. Byrne "Perfilador" ("profiler" en inglés), es una palabra que no sabemos si existe hoy en castellano. Incluso en su original idioma inglés, sólo sabemos que se trata de un neologismo con el que se designa a cierto tipo de investigador criminal. Lo hemos visto impreso y oído abundantemente, pero en el diccionario "American Heritage" de Houghton Mifflin, edición del 2001, el más reciente que poseemos, no aparece. La primera vez que nos encontramos con esa palabra, era en forma de título de un libro escrito por un veterano del Buró Federal de Investigaciones de nombre John Douglas, que era especialista en esa modalidad de trabajo. Este investigador, antes de su retiro, se dedicó por muchos años íntegramente a deducir la probable edad, raza, género, las condiciones físicas y económicas, e incluso hasta detalles de la personalidad de un presunto sospechoso, antes de que el mismo fuera identificado. El "profiling" es precisamente el método usado para hacer una identificación generalizada y de esa forma reducir la variedad de probables sospechosos. "Profiling", como sistema de investigación criminal, ha tenido variado éxito. Por regla general ha sido más eficente cuando se ha basado en deducciones lógicas. En el capítulo primero de "The Hound of the Baskervilles", Arthur Conan Doyle nos narra el proceso deductivo de Sherlock Holmes, determinando con precisión la identidad de un hombre mediante la observación minuciosa del bastón que éste dejara olvidado. Durante la década de los ochenta un asesino en serie fue identificado utilizando deducción basada en "profiling". Este criminal victimizaba niños negros, aterrorizando cierta área de la ciudad de Atlanta, donde cometía sus fechorías. A pesar del terror generado por la publicidad, la cadena de asesinatos continuaba sin dificultad o interrupción. Las manifestaciones "políticamente correctas" de los agitadores de turno clamaban protección para los niños de las minorías, victimizados seguramente por un presunto "asesino blanco, enloquecido por el odio racial". Los consabidos activistas negros se manifesteron en protesta airada. Para los "perfiladores" del Buró Federal de Investigaciones sin embargo, el hecho sospechosísimo de que la cadena criminal no se interrumpía, implicaba que las víctimas eran tomadas por sorpresa. De esa conclusión lógica surgió la deducción de que probablemente el criminal pertenecía a la misma raza que las víctimas. Días después un joven negro fue arrestado por sospechas surgidas de evidencias circunstanciales. El resto fue logrado por el laboratorio criminal del F.B.I. En 1982 Wayne Williams fue declarado culpable de los asesinatos múltiples en Atlanta, por un jurado en el que predominaba abrumadoramente su misma raza, y condenado a prisión perpetua. Este es un caso en el que el llamado "profiling" tuvo un éxito rotundo, entre otras razones por no haber encontrado obstáculos de índole "políticamente correcta". Desgraciadamente, esa tendencia "liberal" ha permeado ya todos los estratos políticos de Estados Unidos. Todos, amable lector. Casi nadie que tenga que enfrentarse diariamente al escrutinio de la prensa y al posible antagonismo de sus "populistas" editores, se atreve a llamar traidor, criminal, asesino o dominado por el odio, a un sospechoso, si ocurre que este es negro, mujer, homosexual o miembro de otra "minoría", ya sea racial o política. No importa que las evidencias sean abrumadoras. Una de las razones que los cubanos libres carezcamos de "buena prensa" es que también carecemos de "pelos en la lengua". Quien dude esto debe preguntarse por qué no se ha acusado de "crímenes de odio" a John Williams ("Muhamed") y a su acompañante en el crimen, Lee Malvo, ya que tanto Virginia como Maryland tienen esos disparates en sus respectivos códigos penales. ¿Es que alguien piensa seriamente que esos estatutos absurdos fueron diseñados para uso indiscriminado y apolítico en una nación donde todos supuestamente somos "iguales ante la ley"? La inmensa mayoría de los "profilers" (por lo menos los "talking heads" con que nos castiga la televisión) esperaban encontrar al final de la pista del asesino en serie de Maryland a un "red neck" blanco, racista, con "crew cut" y miembro de una "milicia" anti gubernamental. Algo así como otro Tim McVeigh. En su lugar encontraron a dos negros, cuya relación personal no ha sido aún determinada, pero que se "bañaban juntos en YMCA" por largas horas. Uno de ellos convertido al islamismo radical y simpatizante de los asesinos de Al-Qaeda y el otro un menor y extranjero ilegal, que campeaba por su respeto en Estados Unidos, por decisión de la misma autoridad federal que secuestrara a Elián González para devolvérselo a Fidel Castro. FIN
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