TOMAR LA VIDA EN SERIO

Por Hugo J. Byrne


En sus rimas, un talentoso poeta satírico español del siglo pasado describe como un veterano de la guerra en Marruecos narraba a un grupo de amigos una supuesta hazaña de arrojo temerario, de la que afirmaba haber sido el protagonista. El militar decía haberse enfrentado a un "moro gigantesco" que se escondía detrás de una piedra y de haberle cortado una pierna de un sablazo.

Uno de los presentes estimulado por la curiosidad, le preguntó la razón de escoger como blanco una de las extremidades inferiores del enemigo, en medio del combate cuerpo a cuerpo. ¿No habría sido mucho más fácil cortarle la cabeza? El interpelado después de una pausa, durante la que se rascara el cráneo con furia, contestó: "Esa fue mi intención, pero no era posible. Parece que antes de llegar yo… ya se la habían cortado".

Además de su humor irónico, ese poema es una alegoría de la confusión que a menudo ocurre entre la seriedad que nos impone la vida y la inmodestia de tomarnos en serio. Sin embargo, vivir es una labor sumamente grave. No existe nada más importante para el ser humano que el conjunto de actividades que nos embarga entre las fechas de nuestro nacimiento y de nuestra muerte. La vida es la responsabilidad más importante. Por eso es que con frecuencia oímos decir que siempre debemos comportarnos como si nuestra existencia fuera a terminar en breves segundos.

Por supuesto, a esa afirmación se responde con actitudes totalmente divergentes, de acuerdo a quien la escucha. Para el individuo devoto y temeroso de Dios, es un llamamiento a fortalecer la esencia de la vida, hacer el bien y estar espiritualmente listo para la partida final. Para el sibarita por el contrario, esa idea es un simple recordatorio de que los goces mundanales pueden terminarse súbitamente y que es necesario disfrutarlos con intensidad hasta el instante postrero.

Todos, aunque no seamos capaces de reconocerlo, somos parcialmente devotos y parcialmente sibaritas. El ser humano más morigerado y santo se siente a menudo presa de tentaciones irrefrenables y el más disipado y amoral, algunas veces se atemoriza ante la inminencia de lo desconocido. Algunos individuos de excepción, son capaces de reconocer seriamente sus obligaciones vitales y es por eso que pasan a la historia como modelos humanos merecedores de que se les recuerde y emule.

Por regla general esos personajes no reciben reconocimiento durante sus vidas. Los honores son a menudo póstumos y existe una razón poderosa para ello: Nadie envidia a los muertos.

Recordemos todos los sinsabores que tuvo que sufrir Martí a causa de la injusta crítica de ciertos compatriotas. Amarguras que de acuerdo a historiadores serios, lo llevaron a optar por la inmolación. Martirio en la búsqueda de prestigio imperecedero para su causa y en aras de demostrar su sinceridad y dedicación absoluta por la libertad e independencia política de Cuba. La evidencia circunstancial de que Martí quizás buscara el martirio es abundante y dramática.

Revolucionario romántico, pero también hombre de intelecto vasto y profundo, Martí optó por tomar la vida en serio. El talento se desperdicia sin el concurso del carácter y la voluntad.

Con la voluntad nacemos, pero el carácter se forja. Por poseer ambos, alcanzó Martí la cima en prácticamente cuanta empresa acometió: Poeta inspirado y precursor del modernismo, orador emocionante, revolucionario consumado, maestro no sólo de contemporáneos, sino de futuras generaciones, así como periodista bilingüe y ensayista inigualable.

En algo más de cuatro décadas de vida, logró Martí, como ninguna otra figura en nuestra historia, sentar las bases y aspiraciones de un estado republicano e independiente del dominio peninsular en Cuba. La subversión de la agenda martiana por los descendientes de los enemigos históricos de nuestra nacionalidad ha deshecho la república, convirtiéndola en una vulgar satrapía al servicio de los caprichos e intereses insanos del más cruel de sus personeros desde los tiempos de Tacón y Weyler.

La libertad de Cuba y su eventual retorno al redil de la civilización, dependerá de cuan pronto seamos capaces de comprender que somos parte integral de la historia. De cuan pronto empecemos a tomar nuestras vidas en serio.


FIN



Éste y otros excelentes artículos del mismo AUTOR aparecen en la REVISTA GUARACABUYA con dirección electrónica de:

www.amigospais-guaracabuya.org