JUNTOS PERO NO REVUELTOS

Por Hugo J. Byrne


"Esto se acabó. Es cuanto podemos decir de las personas que parecen buenas y no lo son."

Pérez Galdós (frase final de "Doña Perfecta.")



Esto hay que escribirlo usando la primera persona del singular para que nadie piense que intento compartir responsabilidades legales o de otra índole.

Es bien cierto que el ensayo es un género literario en el que usar el plural resulta elegante, pero algunas veces expresar ideas puede generar consecuencias y son precisamente esas posibles consecuencias las que nunca he deseado o necesitado compartir con nadie.

Acaba de llegar al exilio una nueva rata.

Llamarlo rata no es insultarlo, sino clasificarlo objetivamente. A continuación sabrá el lector por qué. Se llama Alcibíades Hidalgo y Basulto, tiene 56 años, fue Jefe de Despacho del Hermanísimo Raul Castro, embajador castrista en Naciones Unidas y Namibia, segundo jefe de la delegación castrista durante las negociaciones de la retirada de los pretorianos de Castro de Angola, Viceministro de Relaciones Exteriores del régimen y miembro del Comité Central del Partido Comunista de Castro. Todo eso lo categoriza objetivamente como rata. No se trata de una rata cualquiera. Es bien gorda. Es uno de esos criminales que se ha pasado la vida disfrutando las ventajas que le ofrecía su amo Castro a cambio de explotar y oprimir al pueblo de Cuba.

Parece que la embarcación castrista se escora con tal rapidez que su nutrida fauna roedora deserta ya desde los márgenes de una cúpula que por razones económicas reduce su diámetro dramáticamente.

Por propia confesión ese es el caso de este último desertor castrista, de acuerdo a nuestro colega Rui Ferrera del Nuevo Herald, en la edición del 28 de Julio.

Alcibíades afirma desvergonzadamente que sus motivos al pedir asilo político en Estados Unidos son estrictamente personales. Ideología política, ética o simple decencia no jugaron el más mínimo papel en la decisión de Alcibíades, quien ha dejado atrás una hija de once años y a quien ni siquiera interesa el significado de estas cualidades humanas: "Los últimos ocho años he estado condenado a la mediocridad de la prensa nacional, obligado a trabajar en el periódico Trabajadores y sin ninguna otra opción. …la única opción que me quedó fue buscar una salida clandestina, ilegal, porque no tenía a quien recurrir."

Las declaraciones cobardes de este criminal no indican el menor arrepentimiento, humildad o sentido de responsabilidad histórica: "Toda mi vida he sido un revolucionario sincero, un creyente en la revolución."

La balsa en que supuestamente Alcibíades viajaba a las costas floridanas, zozobró a muy poca distancia de las Islas Marquesas. No sabemos si existen testigos del naufragio. De no haberlos, tendríamos que confiar en su palabra. Y confiar en la palabra de individuos como Alcibíades es algo así como creer en la virginidad de las prostitutas.

No conozco ni me interesan los detalles del llamado "acuerdo migratorio" entre Castro y la administración de Clinton, aunque algunos elementos del mismo son bien conocidos del público.

Lo que el pueblo norteamericano sabe es que el acuerdo fue forzado por Castro con el influjo de 32,000 balseros a Estados Unidos en poco más de un mes. Además se sabe que estableció una cuota de 20,000 emigrantes cubanos por año y que la llamada "ley de Ajuste" fue arbitrariamente modificada por decreto de Clinton, estableciendo que aquellos refugiados que llegaran al territorio norteamericano por sus propios medios podían reclamar asilo político.

Parece que Alcibíades llena este requisito.

No obstante, el notorio acuerdo también establece que los casos respectivos deben ser evaluados individualmente para determinar si se se trata de legítimos refugiados políticos o simples inmigrantes económicos.

Por propia confesión a la prensa, Alcibíades cae en la segunda clasificación. Sus pronunciamientos no dejan lugar a dudas y en consecuencia debe ser deportado a Castrolandia inmediatamente.

Desgraciadamente no vivimos en un mundo ideal y este cronista no tiene la más mínima esperanza que Alcibíades sea deportado. O mucho nos equivocamos, o esta rata obtendrá rápidamente el asilo político, reuniédose con sus colegas de hipocresía Rafael del Pino y Norberto Fuentes.

Bush en este terreno es la copia al carbón de Clinton y ha dejado en bochornoso vigor todas las medidas anticubanas establecidas por su antecesor y aplicadas con entusiasmo y fruición por Janet Reno.


FIN


Hugo J. Byrne


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